Los medios y la ley

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Alfredo Piñera Guevara.- Han causado revuelo en varios países de Europa y Latinoamérica las declaraciones vertidas por el ex  presidente de Ecuador, Rafael Correa, respecto a el papel que la prensa ha representado en la última década, para frenar la consolidación de escenarios verdaderamente democráticos, pues por su naturaleza éstos atentan contra la seguridad de sus negocios y sus intereses mercantiles.

Al promulgar la necesidad de una ley de prensa que en cada lugar debe regir el desempeño de los comunicadores en la sociedad, Rafael Vicente Correa Delgado, catedrático, político y economista que fue el presidente 43 de su país, señaló firmemente que los medios de comunicación han creído durante muchos años ser propietarios de la opinión pública, cuando en realidad sólo son propietarios de la opinión ya publicada; “la opinión pública es la de nuestros pueblos, y a esa es a la que hay que responderle”.

“No es el Estado el persecutor de los medios de comunicación, de periodistas profesionales o de comentaristas realmente objetivos y ni siquiera de uso incondicional de la libertad de expresión; son los periodistas poco profesionales, particularmente los propietarios de los medios de comunicación los que han perseguido implacablemente a los gobiernos democráticos que no han accedido a sus intereses económicos, que no han cedido poder político y recursos públicos al chantaje por adulación u omisión.

“¿Políticos malvados persiguiendo a pobres periodistas y pobres medios de comunicación? ¡Es al revés! Son los medios de comunicación que han respaldado dictaduras, que han callado las complicidades de políticos con el crimen organizado y han guardado silencio frente a la represión, el autoritarismo, el exceso en el ejercicio del poder y el cinismo político para robar sin algún tipo de recato”.

Correa Delgado asegura que los medios de comunicación estaban acostumbrados a ser los grandes electores, a influir con sus publicaciones en la percepción social y a controlar mediante la coerción el reparto de los espacios de poder cuando existen condiciones antidemocráticas. Han creado personajes novelescos para que los políticos accedan al poder y han confundido a la sociedad respecto a las necesidades del cambio haciendo aparecer cualquier intento de transformación en algo riesgoso, prohibido y en algunos casos hasta peligroso.

El problema de los medios de comunicación es que se trata de negocios privados dedicados a la comunicación social, dedicados a proveer un bien púbico fundamental para la sociedad; es una contradicción de base, el lucro, el interés del bolsillo y la comunicación social. ¿Qué se imagina usted que va a prevalecer cuando se tenga que elegir entre el bien común y la subsistencia económica de los medios de comunicación? “Quizá en algunos periodistas prevalezca lo profesional, pero en la generalidad de los medios de comunicación por obviedad prevalecerá el fin de lucro”.

El ex mandatario ecuatoriano cuestiona el monto de dinero que los dueños de comunicación han recibido en el mismo periodo que los políticos ejercen el poder, aquellos que por supuesto por miedo o comodidad se sujetan a su voluntad editorial. “Ganan igual o en ocasiones hasta más que los propios políticos, pero lo peor de todo es que somos los ciudadanos quienes finalmente pagamos esos recursos, es decir, el político no les paga de su bolsa sino que utiliza los recursos públicos para solventar el acoso y la extorsión de los medios de comunicación”.

“Por eso es necesario que la sociedad -sus representantes en los congresos- empiece a considerar la necesidad de una ley que regule y ponga límites a los medios de comunicación, no para acallar sus voces y atar su opinión, sino para garantizar a la sociedad que el bien común que todos los días explotan, sea manejado con responsabilidad, objetividad y sobre todo para construir escenarios constructivos de participación social”.

Por muchos límites que imponga la ley, aún así las condiciones serían mucho mejor que las que prevalecen ahora; donde un medio de comunicación dañado en sus intereses económicos no tiene empacho en destrozar la imagen pública del gobernante, magnificando sus trivialidades y minimizando los cambios que verdaderamente deberían trascender a la sociedad.

¿Usted, qué opina?