Nuevos amigos; el Corral de siempre

0
1

 

Luis Froylan Castañeda .– Un dejo de política expone la presente administración estatal, a diez meses de que Javier Corral protestó el cargo y a quince de ganar la elección; celebrar acuerdos con la mayor oposición, advierte un incipiente cambio de rumbo. Por algo se empieza.

Analistas bien informados han criticado los recientes encuentros Corral-PRI y lo llaman, despectivamente, amasiato vergonzoso e incluso los asocian con la creación del bloque fáctico PAN-PRI cuyo fin es cerrar el paso a López Obrador.

Tengo lecturas diferentes. Más bien pienso que Javier aprovechó el cambio de dirigencia en el PRI para beneficiarse de la coyuntura, ya no está bajo la influencia de César Duarte, su odiado rival, y obtener beneficios para su disminuida administración.

Verlo como una epifanía a través de la cual una buena mañana del Señor despertó pensando en que debía juntarse con el PRI y empezar a gobernar por el bien de Chihuahua, pues vio que su administración caminaba sin pausa al barranco, sería un exceso de optimismo.

Tampoco lo interpreto como producto de un reposado ejercicio de autocrítica, por medio del cual llegó a la conclusión de que su gobierno permanece inmóvil así que necesita dotarlo con urgencia de un impulso que lo haga aceptable y eficiente a los ojos ciudadanos.

Al contrario, se ve convencido de tomarlo por el mejor en la historia de Chihuahua, en cuyo caso no se plantea la necesidad de cambios. Así lo transmite en sus declaraciones, ufanándose de “la gran gesta cívica…” No, estamos ante la presencia de acuerdos temporales del tipo “quid pro quo” basados en cálculos meramente políticos y quizás de gobierno. Válido.

Con todo, mi primer impulso es desear que al fin Corral entienda que avasallar por la fuerza del cargo o desprestigiar al insumiso –lo intentaron con campaña mediática contra los diputados que vetan la deuda y sectores que no aplauden- resultó insuficiente para dar rumbo a su gobierno, así que requería un golpe de timón.

Sin embargo soy escéptico, para darlo por bueno tendría que vivir mi propia epifanía, el golpe de luz que ilumine el entendimiento a fin de comprender los motivos últimos que justifican y orientan cada acción –o inacción- de la presente administración. Estoy muy lejos para alcanzar tamaños grados de iluminación, para interpretarlo correctamente tendría que ir al Tíbet y aprender a tocar el tambor.

Intento entender, sin embargo, que su tardanza al llamado de trabajar juntos tiene que ver con el reciente relevo en el PRI. Antes veía en las personas de Memo Dowell y Karina Velasco el rostro de César Duarte y le reventaba las pupilas, los tomaba por rescoldos del vulgar ladrón que seguía minando su gobierno.

No justifico su obsesiva conducta, tratándose del bien comunitario es pertinente y válido pactar con cualquiera que pueda contribuir al desarrollo de una entidad y gobernar sin los alcaldes es un despropósito influido por la soberbia.

Sólo digo que ahí puede radicar la explicación de su tardanza, por eso con el nuevo PRI decidió enviar el mensaje de que no es intolerante a la oposición, su repudio es al “gran corrupto” y a lo que llama “organigrama delincuencial”.

Es una distinción muy clara la que hace entre el PRI de Duarte y el de Reyes, Graciela y Omar, descrita y firmada en la entrevista con Omar Bazán, la aprobación de la Reforma Electoral con los votos del nuevo aliado y el encuentro del jueves con presidentes municipales.

No entiendo las amonestaciones a Javier y Omar. La política según Patricio son fregadazos, pero gobernar se trata de valerse de los mayores recursos posibles para ponerlos a disposición de la sociedad, estén en su resorte o tengan que negociarlos con otras fuerzas políticas ¿Porqué asombrarse de eso? Carece de sentido.

Hay expresiones que permiten advertir beneficios inmediatos para su administración. Por lo visto desde el primer encuentro con el dirigente del PRI hasta ayer, tras la reunión de alcaldes, es previsible que destraben la reestructuración de los famosos 20.4 mil millones de pesos y que Karina Velázquez, coordinadora por el último acto de poder que hizo César Duarte, entregue la oficina a Isela Torres, alguien dura pero menos contaminada del pasado.

Son movimientos que denotan un sentido político, distantes del atropello al que sometió al Congreso con la imposición del Auditor Superior, donde Corral pasó como locomotora impulsiva sobre los diputados de su propio partido, sin mencionar los excesos y abusos de dictador tropical en el Poder Judicial y otras instituciones autónomas.

Lo deseable es que así permanezcan, dejando a un lado las inminentes elecciones y concentrados en el ejercicio de gobierno. Urge que Javier Corral empiece a tomar control del Estado, a concentrarse en las tareas sustantivas; seguridad, educación, finanzas, obra pública. En esas actividades, de la mayor prioridad, ha transitado como un gobernador autista, en los meses que lleva a cargo.

Y si decidió hacerlo con el PRI, tendrá sus razones. Deberían involucrar también a la sociedad, no sólo a los empresarios que le sirven de paleros con cada desplegado o declaración para fustigar a detractores, líneas discursivas dictadas o impuestas desde la oficina gubernamental. Pretender transitar desplegando una conducta de absoluto no conduce a ninguna parte.

Si dio ese paso con el PRI, debería intentarlo con otros activos sociales y políticos importantes, por ejemplo Armando Cabada y Maru Campos, la Iglesia que no representan Camilo Daniel, Dizán Vázquez y el Pato Ávila, organizaciones independientes de la cultura, la académia, barras y colegios de profesionistas, los deportistas que no corren su carrera. Se gobierna con la sociedad, no arrollándola.

Sin embargo  como ya dije, soy escéptico, el señor es de temperamento inestable, su expediente político y de vida lo demuestra; hoy se casa con una verdad y mañana con otra, hoy hace alianza con alguien y mañana lo condena. Además tiene otra cualidad propia en políticos temperamentales, sabe traicionar en tiempo y modo. La luna de miel con su nuevo aliado durará poco.

En cuanto a implicaciones de política nacional para detener a López Obrador, también tengo dudas. Me ajusto a que Javier Corral optó por decantarse a favor de Ricardo Anaya, su antiguo rival, volviendo a las alianzas temporales, y dentro del PAN Anaya es el enemigo del gobierno peñista.

Un escenario ideal para el PRI es partir la elección a tercios. Sueñan en que de esa manera su estructura y los vastos recursos materiales, económicos y humanos del gobierno lo pondrían adelante en las votaciones.

Sin embargo sus estrategas no alimentan esperanzas soportadas en utopías, saben –como lo han dicho los analistas más reconocidos- que a la recta final del 2018 llegarán dos y sin sombra de duda uno de ellos es Andrés Manuel ¿Quién el otro?.

En ésta parte de la ecuación es donde Anaya se vuelve incómodo al PRI. Prefieren llevar de adversario a un candidato panista más “leal”, alguien que pueda hacer las veces de Josefina Vázquez Mota en el Estado de México. Y en ese papel ven a Margarita Zavala, Moreno Valle y cualquiera de los otros aspirantes de menor perfil.

El bloque PAN-PRI y una parte del PRD se habrá de formar pero llevando de candidato insignia al propuesto por el PRI. No hay nada nuevo bajo el sol, los estrategas de Atlacomulco intentarán reproducir el escenario mexiquense, pensando en que fuera de México todo es Cualtitlán.

Ese factor explica que para los ideólogos del PRI Anaya sea el peligro, lo que de paso queda ratificado con el reciente golpeteo al que está siendo sometido el queretano, por el impactante –ciertamente sospechoso- crecimiento económico de su familia política en los últimos 14 años, coincidentes con su despunte político.

Al optar internamente por Anaya como su primera opción a la Presidencia de la República, donde supone que la segunda sería él, Javier Corral queda entre los tachados por el gobierno de Peña. La suerte del principal la corren los accesorios.

Sería un contrasentido que desde México estimulen la alianza doméstica PAN-PRI, si lo que buscan es marginar de la contienda interna del PAN a Ricardo Anaya y sus aliados. No quieren ver competir en la recta final contra López Obrador, para eso tienen a Meade o al que decida Peña, suponiendo que blofee con el Secretario de Hacienda.

Ahora si que weba, Javier Corral juega al tolerante y buena onda, el PRI soñando en que será “cogobierno” y en medio de ambos el omnipresente fantasma de López Obrador. Dejen de alucinar y pónganse a trabajar, la sociedad reclama acciones de gobierno no ejercicios especulativos basados en cálculos político-electorales de conveniencia personal.