Emmanuel Carrére recibe premio FIL de la Literatura en Lenguas Romances

Por su profundo respeto al periodismo y por su insaciable búsqueda de nuevas formas de narrar, Emmanuel Carrère (París, 1957) ha sido galardonado este lunes con el Premio FIL de la Literatura en Lenguas Romances.

El literato y cineasta francés, considerado heredero de Michel de Montaigne y Jean-Jacques Rousseau y uno de aquellos autores de ficción que dice escribir la realidad —como su compatriota, el tan reconocido como controvertido Michel Houellebecq—, se convierte así en el 27º distinguido con este reconocimiento al conjunto de una obra.

El galardón le será entregado el próximo 25 de noviembre en la inauguración de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, uno de los encuentros más importantes de la narrativa en español, que se celebra en la capital de Jalisco.

«Me siento honrado de que mi nombre se añada a la lista de los premiados; muchos son escritores que leo. Es un gran honor y una gran alegría», ha apuntado desde París el autor, entre otras obras, de El adversario (2000) y Limónov (2011) y uno de los escritores fundamentales de la Francia contemporánea.

Carrère empezó su trayectoria profesional como periodista hace ya tres décadas. El estilo que adquirió entonces le ha acompañado siempre, según ha afirmado este lunes por teléfono en la rueda de prensa celebrada en Guadalajara.

Por ello, cuando el integrante del jurado Gustavo Guerrero ha empezado a presentar al premiado como escritor, guionista, crítico, cineasta, se ha detenido: “Es también y subrayo esto: periodista”.

En un país como México, en el que ya son nueve los reporteros asesinados en lo que va de año, Carrère ha lanzado enseguida su apoyo: “Admiro a los periodistas que continúan haciendo su trabajo a pesar de las amenazas”.

Además de por su vertiente periodística, Carrère ha sido premiado por “una obra versátil, amplia y transversal que ha obtenido un vasto y entusiasta reconocimiento internacional”, ha destacado el tribunal sobre el autor de El reino(2014). El comité ha señalado esta capacidad multimedia de crear novelas y películas o trabajar en televisión, “sin separarse de la gran tradición humanista europea”.

Emmanuel Carrère es como ese colega de cervezas al que siempre le pasan cosas más interesantes que a uno.

O al menos sabe contarlas de forma que parezcan delirantes, diferentes y atrevidas. Y eso que desde crío ya tuvo en su casa alguien con miles de historias que narrar: su madre, Hélène Carrère d’Encausse es, hoy, la secretaria permanente de la Academia Francesa y una de las grandes expertas europeas en historia rusa, descendiente ella misma de aristócratas georgianos.

Todo ese poso lo ha ido soltando poco a poco Carrère en su obra: entre lo que le ha pasado, lo que ha ficcionado y lo que ha investigado siguiendo su olfato —impecable su reportaje sobre los campamentos de refugiados en Calais— y sus gustos, al lector le queda en su imaginario un Emmanuel amante de la autoflagelación sentimental (Una novela rusa), emocional (la sobrecogedora De vidas ajenas) e incluso religiosa (El reino, o cómo le dio un ramalazo ultracatólico a los 30 años), un autor que nunca aburre, un escritor de frase directa…

Tampoco es perfecto: dirigió la fallida El bigote, adaptación a la gran pantalla de su novela homónima, y se salió de la serie de televisión Les Revenants, sobre siete personas que resucitan sin motivo aparente, que había escrito durante sus cinco primeros episodios. Y a pesar de que a veces se retrata con aires de ingenuidad, Carrère no lo es. Por un lado, se zambulle en extraños retos, como escribir una biografía de Philip K. Dick —Yo estoy vivo, vosotros estáis muertos—desde dentro de la mente de mismo Dick, pero por otro entiende cuándo quedarse al margen si el protagonista es más grande que él y que la vida: Limónov y El adversario son los mejores ejemplos.

Se le considera heredero de Montaigne y de Rousseau, por lo que “lo autobiográfico adquiere una dimensión crítica que le permite pintarse sin concesiones”, apunta el acta del jurado. Entre la obras de Carrère obras destacan, además de las ya señaladas, Una semana en la nieve(1995), Una novela rusa (2007) y De vidas ajenas (2009).

El jurado estuvo compuesto por el colombiano Jerónimo Pizarro, la española Mercedes Monmany, Valerie Miles, nacida en Nueva York y radicada en Barcelona, la rumana Carmen Musat, el estadounidense Efraín Kristal, el colombiano Héctor Abad Faciolince y el venezolano Guerrero. Carrère fue seleccionado entre 72 candidaturas de 18 países distintos.

“Desgraciadamente no hablo español”, ha apuntado en un momento de la rueda de prensa el francés. También se ha disculpado porque su conocimiento de la literatura mexicana se redujera a grandes escritores como Octavio Paz. No obstante, ha contado que había leído recientemente dos autores mexicanos que le habían impactado: Valeria Luiselli y Emiliano Monge. “Hablan de temas contemporáneos y sus textos tienen algo de periodísticos”, ha afirmado. Ahora dice que sueña con su viaje a México para recibir el premio.

Desde 1991, la Asociación Civil, que reúne a varias instituciones y es la responsable de la distinción, ha otorgado el homenaje, dotado con 150,000 dólares, a: Nicanor Parra, Juan Marsé, Sergio Pitol, Juan Gelman, Juan Goytisolo, Carlos Monsiváis y Fernando del Paso, entre otros.

El rumano Norman Manea, víctima de dictaduras fascistas y comunistas, fue el autor reconocido el año pasado y el catalán Enrique Vila-Matas, fuertemente ligado a América Latina desde los años 90, en 2015. Solo tres mujeres figuran entre los galardonados: Nélida Piñón (1995), Olga Orozco (1998) y Margo Glantz (2010).

En su 31ª edición, la FIL de Guadalajara contará con un invitado de honor particular: la ciudad de Madrid. La capital española es la segunda urbe que merece este reconocimiento en la historia de esta cita literaria, después de Los Ángeles (Estados Unidos) en 2009. Y la tercera de una región española, tras Cataluña y Castilla-La Mancha. Con este vínculo que las distintas autoridades alabaron, Madrid adquirió un compromiso de patrocinio para esta edición del certamen (de unos 2.4 millones de dólares— según el Ayuntamiento madrileño).

El año pasado, en su 30 cumpleaños, la feria convirtió a Guadalajara en la capital de la literatura latinoamericana. Más de 120 escritores de la región, liderados por la figura de Mario Vargas Llosa, quien cumplía 80 años, protagonizaron la edición. Cualquiera de los certámenes celebrados en la ciudad del tequila y el mariachi son una ocasión para recordar a los grandes, entre los que no pueden faltar Julio Cortázar, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Mario Benedetti o Juan Rulfo. Es una excusa para la loa de una literatura tan amplia y rica como la región que la ve crecer.

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