Todos somos Frida Sofía

0
1

Espera, pon atención a los detalles, dijo el Almirante Vergara que sacarán a la niña en menos de dos horas y creo que ahora es cierto, si antes dijeron que sería cosa de una hora, es por que ya se acercaron más. Esta vez calcularon mejor el tiempo, esperemos hasta ver que pasa, son apenas las diez más quince.

La pobre niña sigue viva un rescatista pudo hablar con ella y recuerda que en la tarde le pasaron una manguera para que la inocente tomara agua. Deberíamos hacer una cadena de oración, ya van más de 14 horas, la pobre debe estar muy debilitada. Imagina estar ahí, que horror. Dios nos libre.

Diles a todos los del grupo, es más a todos los grupos de whatsApp que tengas. Una oración nunca está de más, mejor un Rosario, la niña está más necesitada que nunca, por algo Dios la tiene con vida. Seguro le reserva algo importante en su vida, así son los grandes milagros.

-Pero ya pasaron las dos horas y dicen que los derrumbes son un peligro, apágale y mañana vemos en qué terminó. Que tal si nos tienen así toda la noche y no la saca, mañana hay que trabajar, siquiera fuese sábado. Como no llegó el terremoto en viernes, hasta unas cervezas hubiésemos comprado para ver el maldito rescate.

-No maldigas, te digo que estamos en oración, ten respeto, mira los rescatistas, tienen trabajando todo ese tiempo y no se cansan, o no parecen cansados.

-Es que son distintos, vieja, como piensas que pueden durar tanto tiempo y tan frescos sin tomar agua ni comer. La Marina trabaja turnos de cuatro horas, así conservan su lucidez que tanto la necesitan.

-Otro rato más, te juro que falta poco, presiento que esa niña sale al rato –nos toca responder el Ave María, responde tu- a ver que sucede.

¡Mira! Están pidiendo silencio ssssssht, no hables.

-Voy a la concina ¿Quieres algo?.

-Ssssssht que no hables, acaba de salir un rescatista, se ve animado mira sus ojos brillan de la emoción, quizás pudo tomarla de la mano, darle consuelo, animarla, hacerle sentir que están cerca.

-Está lampareado, vieja, por tanto reflector de la Tele, todo lo ves al revés. No me dijiste si querías algo

-No, estoy bien. Bueno, medio vaso con leche tibia… y una galletas ¿se acabaron las Oreo?

-Quieres o no, primero dices que si y luego nada.

-Traite lo que te de la gana pero deja escuchar a Denisse, está pidiendo más apoyos, van con Daniel, quizás tenga la primicia…

-Ya la hubieran puesto, como insistes en lo mismo vieja, es lo que han esperado toda esta noche.

-Quien sabe, puede que no falte mucho para sacarla, pues ni los de Televisa han mandado a comerciales y eso que en las telenovelas se vuelven puros anuncios. Ellos saben todo, tienen gente infiltrada entre los rescatistas y la Marina, si mantienen la imagen es por que esperan algo, en cualquier momento saldrá Frida Sofía…

Ese ficticio diálogo entre una pareja de adultos expectantes por la suerte de la pequeña Frida Sofía pudo suceder en cualquier hogar de los millones de mexicanos pendientes durante horas, a la espera de verla salir en la camilla con el dedo gordo hacia arriba, en señal de triunfo, de que estaba bien.

Así, con el alma en vilo, Televisa hizo permanecer a millones de mexicanos frente al televisor, expectantes acuciosos sin saber que estaban pendientes de una ficción, del fantasma de una niña convertida en ratón de mascota escurrido entre los escombros de un edificio escolar también vuelto fantasma, para no dejarse atrapar por las cámaras de televisión.

¿Cómo pudo suceder una historia así de absurda?

Los mexicanos somos creadores de ficción en los momentos de mayor angustia. Pareciese que las historias de cada rescate fuesen insuficientes y entonces –sin saber por qué- intentamos recrear una ideal, una figura capaz de atrapar todo el dolor, el heroísmo, la angustia, la esperanza, alguien a quien convertir en el ícono que abarque e identifique una tragedia de proporciones catastróficas donde los muertos se cuentan por cientos y la destrucción comprende siete estados.

Ahí estaban, siguiendo sin parpadear cada paso, cada movimiento, cada gesto de un cuadro que parecía congelado, mientras los conductores de televisión hacían esfuerzos por aumentar el drama: vengan, traigan, silencio, hoy todo México es Frida Sofía, vamos por esa niña, pongamos el corazón, aplausos a los rescatistas que han llegado hasta ella, cielito lindo, si se puede. Uno platicó, otro pudo tocarle la mano, los sensores siguen viendo movimiento, ya sólo falta una hora, equivocación, son dos, los derrumbes ponen la operación en peligro pero los rescatistas siguen, quieren traerla hoy mismo…

Recurrieron a toda su retorica para mantener la historia, indecisos esos conductores delirantes sobre la existencia dela niña esperando ser rescatada con vida de los retorcidos escombros del colegio Rébsamen.

Imaginaban verse narrando el momento culmine: Ahí viene la camilla, se puede observar el brazo izquierdo magullado y cubierto de manchas rojas, como de sangre de la menor, pero los paramédicos dicen que sigue con vida, las trasladarán al hospital de la Secretaría de Marina, a sólo dos kilómetros de distancia, hacía allá mandamos las cámaras.

Después la idealización: … Y la pequeña niña de tan solo doce años quiso proteger a sus amigos, cinco a su alrededor, por desgracia no pudo y su dolor estuvo a punto de arrancarle también a ella la vida, sin embargo en ese momento sintió la voz de un rescatista que le dijo calma, pronto llegaremos a ti y en esa parte una fuerza superior la hizo recuperar el aplomo y entonces comprendió que viviría.

Y el oficialismo en lo suyo:

Frida Sofía es la historia de una luchadora, un espíritu engrandecido ante la mayor adversidad, con el mismo espíritu de Frida Sofía se habrá de levantar este país de entre las ruinas. Hoy todos los mexicanos somos Frida Sofía, esa niña valerosa que ha dado al mundo un ejemplo de la mayor entereza y confianza en que saldría de su apretón de cemento y varillas retorcidas.

La medalla del Senado a Frida Sofía, entrevistas en todos los noticieros, el morbo, el raiting televisivo, la canallada de los medios irresponsables que nunca se preguntaron por que nadie hablaba de los padres ¿era Frida Sofía huérfana? ¿Tampoco tenía tutores o familiares? ¿Cómo es que ningún familiar la reclamaba en algún rincón de la escena devastada?.

¿Cuándo los reporteros preguntaron por los padres? ¿Cuándo Denisse o López Dóriga pidieron a la dirección de la escuela la lista de niños? ¿Por qué la directora jamás aclaró la inexistencia de la niña? ¿O si lo hizo pero nadie quiso escucharla por ser muy tarde para un desmentido?

¿Por qué la Marina, una de las instituciones de mayor credibilidad del país, cometió un error tan estruendoso como el desplome de los edificios? ¿En que momento se perdió la comunicación entre los rescatistas que ingresaban a los recovecos de los escombros y los que iban de oficiosos con “el parte” ante los medios, diciendo esto y aquello, evidentemente puras mentiras?

El remedo de una historia que se diluyó entre memes, un supuesto hecho real transformado en ficción, esperando que narradores profesionales hagan los honores, dando vida literaria al embuste.

Durante todo el martes el almirante José Luis Vergara, Mayor de la Marina, estuvo proporcionado información sobre la niña, el miércoles lo desmintió el Subsecretario, Almirante Ángel Enrique Sarmiento Beltrán, al decir con aplomo de militar que la Marina nunca tuvo información de la pequeña, intentando salvar a la Institución un mínimo de credibilidad. Horas después debió tragarse sus palabras, él mismo almirante Sarmiento, frente al cúmulo de evidencias, reconoció el histórico error: ellos mismos estuvieron engañados y contribuyeron al engaño general, con la comparsa televisiva que nunca hizo las preguntas adecuadas, quería mantener la historia.

Sólo en México puede suceder algo así, los mayores medios nacionales y las instituciones mejor acreditadas involucradas en un reality show que consiguió poner al país en un estado catatónico, sin más esperanza que ver a la niña saliendo de ese agujero en una camilla, con vida y sonriendo ante las cámaras.