España y Rusia trabajan en nuevo telescopio espacial para estudiar el universo en el ragno de luz ultravioleta

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España colabora con Rusia en un nuevo telescopio espacial que estudiará el universo en el rango de luz ultravioleta y que pretende ser el sucesor del Hubblede la NASA en este espectro.

El World Space Observatory (WSO-UV) es el mayor proyecto de colaboración bilateral entre Rusia y España en el espacio y lleva en marcha desde 2007. El plan es lanzarlo en 2023. Sus instrumentos son superiores a los del veterano Hubble y sus impulsores esperan que sea el único observatorio de su clase que estará disponible hasta 2030.

La atmósfera terrestre filtra gran parte de la luz ultravioleta que llega desde el Sol y de otras estrellas, lo que impide observarla con telescopios terrestres. En 2019, la NASA lanzará el Telescopio Espacial James Webb, el próximo gran observatorio espacial cuyo rango estará en el infrarrojo. El WSO-UV pretende aportar observaciones complementarias e investigar varias cuestiones fundamentales. Entre ellas está “el origen de los compuestos orgánicos precursores de la vida”, explica Ana Inés Gómez de Castro, catedrática de la Universidad Complutense de Madrid y jefa de la colaboración española en el proyecto.

“El nuevo observatorio también permitirá analizar la composición de las atmósferas de planetas extrasolares, la formación de nuevos sistemas solares y el origen de ciertos elementos químicos”, añade.

Sus instrumentos son superiores a los del veterano Hubble y sus impulsores esperan que sea el único observatorio de su clase que estará disponible hasta 2030

Los líderes del proyecto acaban de inaugurar en el campus de la Complutense el Centro Ruso-Español de Astronomía Ultravioleta, que aglutinará el trabajo de los ocho participantes españoles que actualmente participan en el proyecto y desde donde se analizarán los datos recogidos por el telescopio. El centro de control de operaciones estará situado en Rusia.

Este proyecto de colaboración entre ambos países ha superado varios reveses. El coste total del proyecto es de unos 300 millones de euros e inicialmente la participación española iba a ser del 15%. Esto permitía que España tuviese reservado un tiempo de observación propio, además del que podría conseguir presentando proyectos competitivos abiertos al resto de la comunidad científica internacional.

Finalmente la participación española, financiada inicialmente desde el Ministerio de Industria y después el actual Ministerio de Economía, se ha recortado a la mitad, con lo que el país pierde tiempo de observación. Otro de los escollos fueron las sanciones impuestas por EE UU a Rusia por la guerra en Ucrania, que obligó a cambiar uno de los componentes tecnológicos del telescopio, lo que retrasó el proyecto.