Somos Spin Doctors

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Alfredo Piñera Guevara.- Los comunicadores panistas que vivimos la experiencia electoral de 1995, la fallida (para el PAN) elección constitucional intermedia durante el gobierno de Francisco Barrio Terrazas, lo tenemos muy claro: sin una efectiva estrategia de comunicación gubernamental verdaderamente persuasiva, que lleve a los ciudadanos no sólo a conocer las acciones y decisiones de los gobernantes, sino que además las entienda, las haga suyas y desee conservarlas, el Estado podría convertirse más fácilmente en una ancla que en un motor propulsor del voto.

Advertirlo es precisamente el trabajo fundamental que debemos desarrollar los y las “spin doctors” del PAN. Entre esas tareas estratégicas, está advertir sobre los escenarios mediáticos que se pueden generar según las condiciones políticas y sociales durante el proceso de campaña.

¿Qué son los “Spin doctors”? Son figuras del métier de la política (del francés) cuya responsabilidad es buscar la mayor ventaja del candidato, no sólo en imagen, sino en discurso, narrativa y posición sobre cualquier tema en particular.

Aconsejar respondiendo las dudas, dirían los franceses, animar en periodos de dificultades, dirían los españoles, analizar ofreciendo soluciones a los políticos y pensar o reflexionar sobre la mejor estrategia a seguir, desde la perspectiva de los mexicanos. Negociar lo mejor para el candidato en cualquier escenario, afirma convenencieramente Donald Trump.

Los y las “spin doctors” no somos precisamente quienes hacemos política, pero intentamos que nuestras observaciones sean valoradas y percibidas con claridad, pues en la mayoría de los casos se trata de “expertises” de innumerables procesos electorales.

Aldous Leonard Huxley, crítico de roles, filósofo y escritor británico, señaló que “nunca es igual saber la verdad por uno mismo, que tener que escucharla por otro” y de ahí se parte hacia la desagradable labor que se tiene de decir, entre amuchas cosas, algunas que no son siempre agradables al oído del político. “No cede a la adulación y se esfuerza por capacitar crudamente a los candidatos para ser más eficaces en su acción persuasiva y comunicativa; enseñarlo inclusive a decir no, y no me interesa”.

Trata de construir narrativas digeribles para el gran elector; no hablar del gobierno sobre los cuántos ni de los cómos, sino de los para qué y para quién. Suavizar las aristas que brotan del desgaste natural del gobierno en el ejercicio del poder al mismo tiempo que afila las puntas de la discusión, de todo aquello que es irreductible, intransferible, irrevocable o necesaria y convenientemente perpetuable, muy propicio ahora que hablamos de reelección.

No se ciñe a los resultados de las encuestas, pues estos siempre son imprecisos y manipulables. Ni a los indicadores de los focus group o los datos de las estadísticas electorales antiguas, pues la política es cambiante y terriblemente transformable. Se ciernen al debate actual, la consideración inmediata y las condiciones políticas coyunturales para aprovecharlas a su favor.

No se puede hablar con solvencia de comunicación política sin haber antes leído a quienes abrieron camino a las nuevas generaciones de políticos. De España a José Luis Sanchís, Daniel Ureña, Luis Arroyo o Antonio Sola (de reciente incursión en México), por poner algunos ejemplos.

Habría que añadir algunos nombres a la generación de nuevos “spin doctors” como Pau Canaleta, Alberto Medrán, Xavier Peytibi (de Idiograma) e Ignacio Martín Granados, pero si se quiere realmente ser moderno habría que leer a algunos clásicos como Josep Vicenc Foix, asesor de comunicación de Quinto Tulio Cicerón en el año 64 a.C. Dos mil años después, sus recomendaciones recogidas en el Breviario de Campaña Electoral siguen siendo extraordinariamente actuales (adquirible en http://www.acantilado.es/catalogo/breviario-de-campana-electoral/).

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