Los cadáveres de Anaya

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El éxito de los profetas de oficio murió en el viejo testamente o, haciendo  un ejercicio de ecumenismo religioso, en el siglo VI, con Mahoma, el profeta de Alá. Practicarla en nuestros tiempos es un atrevimiento deschavetado e insensato. Siempre será mejor hacerle al historiador, los hechos están consumados y sólo hay que reseñarlos en su debido contexto.

Tenté mucho la suerte al decir que sería Meade el candidato del PRI, semanas antes de que lo destaparan, y mencionar entre que días Peña materializaría el dedazo, cuando se acercaban las fechas del destape.

Lo recomendable y lógico sería dejar los pronósticos ahí, pero como la cabra tira al monte y la contumacia suele tener más poder que la razón, me atreveré a decir que para el domingo que usted lea la presente entrega -la redacté el viernes por la mañana mientras la ciudad se descongelaba- el PAN estará destapando a Ricardo Anaya como su candidato a la presidencia, con independencia de lo que sucede en el Frente.

Y no es que sea pitonisa –sólo mujeres ejercían el oficio en el mítico oráculo de Delfos, así que no haga insanas especulaciones sobre las preferencias sexuales del autor- el jueves hubo una reunión entre Anaya y el resto de los aspirantes a candidatos por su partido –Rufo, Moreno Valle, Derbez y Romero Hicks- tras la cual trascendió que preparan una cargada de prominentes figuras para que sirva de Marco al destape de su dirigente.

Además el sábado se supone que se reunirá la Comisión Política Permanente del PAN para discutir sobre el Frente. Convocaron desde el viernes a esa reunión, con orden del día específico y todo lo necesario para valorar y aprobar los acuerdos políticos negociados durante semanas con los otros partidos y eventualmente dar certeza legal a la inminente candidatura.

Hay que ser claros, Anaya hizo el Frente soñando que será presidente, es su creatura, su vehículo hacia el empoderamiento definitivo en esa carrera de engaños y deslealtades que inició traicionando a Gustavo Madero, para quedarse con la presidencia del PAN. No la soltará hasta convertirse en candidato y si pudiese seguir con las dos banderas –presidente de partido y candidato- seguiría, sin sombra de duda. Lo pierde la ambición de poder.

Si le importó tres cacahuates dividir al PAN, con la renuncia de Margarita Zavala, no tendrá el menor reparo en imponerse, a cualquier precio, sobre Miguel Ángel Mancera, último obstáculo en su camino, o cualquier otro que pretenda desviarlo de su propósito general. La conclusión es sencilla, sin Anaya de candidato no hay Frente, así de simple.

El mismo Mancera parece resignado a servir de comparsa. El jueves declaró que no tiene ningún problema en apoyar a Ricardo, si el Frente así lo decide, expresión muy alejada de aquellas enjundiosas exigencias a un proceso interno transparente y de suelo parejo, sin el cual “no iba”, como dijo entonces desafiante.

En cambio hoy se pliega al dedazo tripartita de los dirigentes de partido, sabiendo que desde un principio trabajaron esa alianza con el fin de acomodarse electoralmente entre si. Lo que se ha dicho hasta el cansancio; Anaya presidencia, Barrales Ciudad de México, Delgado perfeccionando su estatus de parásito político del Estado.

En política nada es seguro y menos donde intervienen tantas voluntades, intereses y mezquindades. Igual sucede que mancera y el PRD retoman la exigencia de un proceso interno que los lleve a competir en una especie de justa preliminar. Es improbable, estirar la liga con tales exigencias a estas alturas revienta el acuerdo y nadie quiere que eso suceda.

En primer lugar Anaya necesita llegar sólo y sin rivales al registro de precandidatos, el 14 de diciembre como fecha límite. De no ser así él personalmente revienta al Frente y se cuelga de un clavo ardiendo postulándose sólo por el PAN.

En la improbable hipótesis de la competencia interna, Anaya sabe que prolongan la posibilidad de ruptura lo que sería funesto para sus aspiraciones, pues un escenario así lo dejaría fundido tres meses antes de la elección. En su mente esa posibilidad no existe, le resulta inaceptable tomando en cuenta que Morena y el PRI están en franca campaña.

El tiempo se agota, o llegan unidos antes de los registros o revientan la coalición, pero la realidad es que nadie quiere reventarla, se odian pero se necesitan. En el PRD Barrales y las tribus conocen sus debilidades, de ir solos a la elección quedarían formalmente reducidos a partido minoritario de unos cuantos diputados, tres o cuatro senadores, perdida la joya de su corona, La Ciudad de México que de por si tienen muy complicada, si a caso una o dos delegaciones y detengan la cuenta.

Por eso están a lo que diga Anaya, quién a su vez también es rehén del PRD, pues entiende que frustrada la coalición su candidatura pierde impulso. Sabe que yendo juntos todos tienen posibilidades de colocarse en el disputado segundo puesto para enfrentar a López Obrador.

En cambio divididos pierden; El PRD se convierte en nano, Anaya frustra sus aspiraciones y Dante tendría que ofrecer en oferta sus tres votos a otro partido. Por lo mismo se soportan unos a otros; Barrales, mancera y las tribus las arrogancias de Anaya al postular que el Partido más fuerte necesita tener la candidatura presidencial y Anaya que el PRD y los gobernadores de ese partido quieran tener más diputados que el PAN.

Es una relación por conveniencia que, sin embargo, no está desprovista de reproches y acusaciones mutuas. Por lo mismo el viernes seguían sin cerrar la negociación.

No obstante la próxima semana habrá noticias –si no es que ya las hubo- pues todo hace suponer que después de semanas de incertidumbre e intentos por reventarlo, habrá Frente. Da la impresión que llegarán hasta el final.

Pero una cosa es mantener la unidad y otra darle viabilidad electoral al proyecto, su objetivo final. En esa parte, donde se supone que radica su fortaleza, Anaya y quienes lo acompañan, tienen su mayor debilidad; con la candidatura ratifica que se trata de un proyecto de ambición incontenida por el poder, como siempre se dijo.

¿Comprarán los electores la propuesta de un candidato cuya ambición personal lo llevó a partir al PAN en dos, que mintió reiteradamente, primero a los panistas y luego a quienes confiaron en que habría un proceso democrático para elegir candidato?

Difícil, al imponerse por la fuerza de su partido sobre el resto de los aspirantes y dar con la puerta en las narices a los ciudadanos interesados en competir, Anaya complica la viabilidad electoral de su proyecto. Es obvio, pierde credibilidad, ya de por si muy menguada, todos quienes han tenido tratos con él saben de sus traiciones y deslealtades.

Lo anterior sin contar que el Frente por sí mismo es una colación de partidos disminuidos: Un partido decadente y fraccionado por historia, hoy el PRD son los despojos que dejó López Obrador; otro de limitada fuerza electoral, Movimiento Ciudadano tiene presencia importante sólo en Jalisco y más concretamente en Guadalajara; uno que hace las veces de ancla pero roto a la mitad, el PAN perdió a su aspirante más popular, Margarita Zavala, quedando herido por la rebeldía de importantes liderazgos. No es la coalición de partidos en crecimiento, sino el acuerdo de sobrevivencia entre los tres.

En lo que hace al PAN, ancla y eje aglutinador, llega con una debilidad exhibida en quienes fueron sus mayores figuras del presente siglo, Felipe Calderón y Vicente Fox, los únicos dos ex presidentes surgidos de sus filas hoy son opositores y críticos asiduos de Anaya.

Sin disimulo ni sutilizas Fox declara en público ir con Meade y Calderón es el impulsor de su esposa Margarita Zavala, a la que acompañará mientras tenga oportunidad de seguir en la contienda, pero cuando se desplome ambos arroparán también al candidato del PRI. Meade es más de Calderón que de Peña.

Dejando un panteón de muertos (Madero, Corral, Margarita, los senadores rebeldes, Calderón) y heridos tendidos en el camino, como todos los mexicanos que sinceramente creyeron en un Frente “ciudadano”, Anaya consigue sus objetivos.

Que le aproveche, a ver hasta donde llega el arrogante. De sólo imaginar que puede ganar un personaje de su incontenida ambición de poder, me dan ganas de salir corriendo con María al Acebuche, así tenga que soportar el frio intenso frente a la chimenea.

Que weba y pensar que será una de las tres opciones. Ojalá el próximo domingo deshaga lo escrito al saber que Mancera se armó de valor y pidió contienda interna. Quien sabe, todo puede pasar, sería un buen regalo navideño para los mexicanos.