La locura por el Bitcoin

Long Island Iced Tea, una poco rentable empresa de bebidas estadounidense, decidió a mediados de diciembre rebautizarse como Long Blockchain. Seguiría fabricando té helado, pero, según anunció ese día, iba a centrar sus fuerzas en explorar las oportunidades del blockchain—o cadena de bloques—, la tecnología que sirve de base para la divisa digital bitcoin.

El efecto fue inmediato. Sus acciones se revalorizaron un 500%. La subida no se explicó ni por la entrada de un nuevo y potente inversor ni por un cambio relevante en el producto: tan solo había un cambio de nombre que aportaba una pátina de modernidad.

La CNMV alerta sobre el “alto riesgo” de las operaciones de financiación ICO

¿Hasta cuándo el ‘boom’? Parece evidente que un activo que se ha revalorizado más de un 1.400% en un año, y que ha vivido días de infarto —con subidas y caídas vertiginosas— está sujeto a fuertes movimientos especulativos no atribuibles a su valor intrínseco. Así que la pregunta relevante no es si hay una burbuja, sino cuándo estallará. Aquí hay respuestas para todos los gustos. Los enamorados del bitcoin creen que hay aún margen de crecimiento, y que el hecho de que haya nacido con un límite de 21 millones de monedas —tope aún no alcanzado— va a fomentar su crecimiento.

Otros son más pesimistas. “Observamos síntomas clásicos de burbuja. Un desencadenante de su pinchazo podría ser una actuación del Gobierno. Desde un punto de vista público, es mejor acabar con las burbujas pronto que tarde”, alertaba la semana pasada Citi en un informe demoledor con todo lo que rodea al bitcoin. “Tiene una gran parte de burbuja. Pero hay otra parte que no entendemos, porque no tenemos parámetros ni experiencia histórica para analizar divisas descentralizadas”, asegura Carlos Kuchkovsky, del BBVA.

La cadena de bloques. Es el origen de todo. El bitcoin no existiría sin la tecnología creada en 2008 por Satoshi Nakamoto, el seudónimo de una o varias personas de las que no se sabe nada. Pero al mismo tiempo, el blockchain es mucho más que el bitcoin. Un número creciente de empresas estudian las posibilidades de este libro contable descentralizado que se actualiza ante sus millones de usuarios. Así que ninguno puede falsearlo unilateralmente y todas las acciones quedan registradas. Sectores como la banca, los seguros, las operadoras de telefonía o incluso las administraciones públicas analizan sus posibilidades para aligerar procesos.

“Fraude estúpido”. “Es peor que el fraude de los tulipanes. No va a acabar bien. Alguien va a resultar muerto”. Quien dijo estas palabras en septiembre no era un cualquiera. Jamie Dimon, presidente de JP Morgan y el banquero más poderos de Wall Street, se despachó a gusto contra el bitcoin, al que tildó de “fraude”, de “estúpido”; y dijo que despediría al minuto a cualquier empleado que invirtiera en la moneda digital. Sus comentarios causaron un pequeño terremoto que hizo bajar temporalmente la cotización del bitcoin. Pero desde ese día, su valor se ha multiplicado por tres.

La moneda valía el 1 de enero menos de 1,000 dólares. Ayer cotizaba a 14,000

Tres letras valen millones. Mucho menos conocidas que el bitcoin, las Initial Coin Offering (ICO) son quizás un fenómeno aún más relevante que el de la moneda digital. Estas operaciones que lanzan las empresas para obtener financiación a cambio de tokens —unidades de una divisa digital creada a tal efecto— han logrado en lo que va de año más de 5,700 millones de dólares (unos 4,800 millones de euros). La firma HDAC, respaldada por la multinacional surcoreana Hyundai, acaba de obtener 258 millones de dólares. Estas ofertas, a medio camino de una operación de crowd-funding y una salida a Bolsa, han despertado la alarma de los reguladores por su alto grado especulativo. China las prohibió en septiembre, y países como Rusia estudian imponer límites, sobre todo a los inversores no cualificados. En la mayor parte de Europa flotan en el limbo de la alegalidad. En la CNMV admiten prestar “gran atención” a algunas operaciones que se están produciendo, de las que alertan de su “complejidad y alto nivel de riesgo”. Fuentes del organismo recuerdan que instan a los inversores a actuar “con la máxima cautela”.

Los mineros del siglo XXI. Los cazadores de fortuna hoy ya no buscan pepitas de oro como en la California de mediados del siglo XIX. Ahora lo hacen con potentes ordenadores. Los bitcoins, a diferencia de las monedas tradicionales, no se emiten, sino se descubren. Estos mineros de nuevo cuño obtienen monedas digitales a cambio de resolver problemas matemáticos que requieren de máquinas capaces de hacer rapidísimas cuentas probando números al azar. El creciente número de mineros en busca de recompensa ha hecho aumentar la competencia; una competencia que requiere de equipos cada vez más complejos y caros. Para ganar potencia han nacido las granjas de minado, la mayoría de ellas en China, que consumen capacidades ingentes de energía. También se han desarrollado virus que se ocupan de minar en ordenadores ajenos.

¿20,000 o 14,000 dólares? 2017 ha mostrado a las claras la inmensa volatilidad del bitcoin. No es solo que su valor se haya multiplicado por 14 desde principios de año. Es que al observar tan solo los últimos 15 días, la cotización ha descendido en un 30%. El descenso de ayer mismo —que llegó a bajar de los 14,000 dólares— se explica por los planes del Gobierno de Corea del Sur contra la especulación y el fraude en torno a las criptodivisas a través de medidas como la prohibición de operaciones anónimas o el cierre de algunas casas de cambio de divisas digitales. Hace tiempo que las autoridades de Seúl tratan de rebajar la fiebre por el bitcoin en un país en el que, según una reciente encuesta, uno de cada tres empleados invierte en criptomonedas. Es imposible predecir si el bitcoin va a recuperar —o superar— el techo de 20,000 dólares que alcanzó a mediados de diciembre; pero sí parece evidente que la revolución de las criptomonedas no es una tormenta pasajera, y ha llegado para quedarse.

HTML Snippets Powered By : XYZScripts.com