Los motivos de Javier

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Los motivos son válidos, en el centro de todo está la corrupción de César Duarte. No es cualquier corrupción, hablamos de una que desfondó las finanzas de Chihuahua, un sofisticado saqueo en la que participaron organizadamente diversos funcionarios del gobierno anterior, con ambición incontenida de enriquecimiento. No era excepción, sino regla, fuimos testigos de un fenómeno avieso al que pudiésemos llamar “Corrupción Institucionalizada”, así con mayúsculas, por el tamaño de la operación.

En ese delirante frenesí de saqueo a conciencia, sobran razones para suponer que Duarte y sus asociados en la corrupción dispusieron de dinero público, miles de millones de pesos, para sus cuentas personales y en el camino alimentaron dispendiosas campañas electorales del PRI, PAN, PRD, Movimiento Ciudadano, Verde, Panal, PES.

Es una de las épocas más oscuras de Chihuahua, en la que ningún actor de la política doméstica, fuese del PRI o la oposición, condenó los rumores y versiones que corrían como datos ciertos y comprobados en mesas de café, barras, kermeses, fila de las tortillas y cotillos tras la misa dominical. Los que pudieron se llenaron los bolsillos sin remordimiento ni preguntas. Es difícil –sin pretender generalizar- encontrar a un político de medio pelo hacia arriba ajeno al saqueo.

Los gobernantes suelen aprovechar la información privilegiada del poder para realizar negocios propios; el trazo del nuevo periférico, la compañía que pronto se instalará en tal o cual sector, el próximo detonante del desarrollo inmobiliario, así como el mítico diez por ciento en obras y servicios, haz obra y sobra. Con Duarte le pegaban directo al cajón.

Probablemente nadie –ni el mismo gobernador en fuga o su secretario de Finanzas- sepan de bien a bien cuanto dinero consiguieron desviar. Un funcionario con información privilegiada me dijo que tan sólo en campañas del PRI nacional habrían sido dos mil millones de pesos –el caso de la coneja es por 250- y que el último día de la administración “se robaron 300 millones” ¿Exagera? Puede, sin embargo siempre se habló de cantidades multimillonarias.

Cualquier chihuahuense que realiza esfuerzos para sacar adelante a su familia, que trabaja y se prepara con el fin de avanzar en el complicado escalafón social, legítimamente exige un castigo para esa pandilla de ladrones. Hartos de los abusos y esperando justicia votaron por Corral, el único que prometió cárcel para “el vulgar ladrón”.

¿Qué hizo el PRI, frente a la corrupción desbordada en Chihuahua? guardaron silencio cómplice a pesar de que por ese motivo les arrebataron el poder, en ningún momento la condenaron ni en genérico, todavía hoy entran en tara cuando alguien menciona el concepto. El CEN agachó la cabeza y se hizo el disimulado volteando en otras direcciones y hay motivos para pensar que Duarte es protegido de Los Pinos. Imposible pensar en que fuesen ellos mismos los promotores de una causa justiciera.

La irritación social sigue en su máximo nivel, la gente generaliza con que todos son corruptos y evoca frases hechas como esa de que se tapan con la misma cobija. La ofensa es enorme, pues además del saqueo privó el abuso y la prepotencia, por eso añoran ver la imagen de Duarte tras los barrotes.

No faltan los que tomen a Duarte como el gandalla que se salió con la suya y aplaudan imaginándolo disfrutar de sus millones. Son los menos, el grueso de los chihuahuenses acompañan al gobernador en la tarea justiciera.

Hay avances, la Fiscalía hizo su trabajo, diez ordenes de aprensión libradas contra Duarte. No obstante prevalece la frustración por que toparon con el cerco federal de protección en torno al fugado y entonces sobrevino el reclamo para que la PGR presente la solicitud de extradición, detonante a su vez del supuesto bloqueo financiero ahora convertida en batalla por la “dignidad y la soberanía de Chihuahua”.

¿En qué momento se pasó de una sincera exigencia ciudadana de justicia, a una batalla política por la dignidad y la soberanía de Chihuahua? En éste punto es donde el gobernador del PAN pierde legitimidad, no es que hayan cambiado sus prioridades, sólo desdobla las etapas de una agenda mediática diseñada por nota, cuyo fin es impactar en las campañas electorales. La endémica y perversa manipulación política de la justicia en nuestro país.

El hilo conductor de la trama está señalizado con pintura fosforescente, se advierte sin dificultad en toda la línea a lo largo de la ruta trazada. La operación justicia empezó con los funcionarios estatales ofreciendo ruedas de prensa en las que denunciaban el saqueo, ahí están las hemerotecas, y desde entonces el impulso principal está en los medios.

Cada que había una detención, Javier Corral salía corriendo a la ciudad de México y hacía un circuito en programas de radio, sobredimensionando el hecho. Esa campaña tuvo un evento importante en septiembre del año pasado, cuando montó un ridículo escenario, diseñado para la foto, al entrar a la PGR las carpetas de investigación que sustentaban las diez ordenes de aprensión. La escena empujando el diablito con las cajas de archivo es patética, lo describe.

Para los objetivos personales que busca, su plan está perfectamente diseñado. En cuanto dejó las carpetas de investigación en la PGR declaró que sería exigente para que pidiesen cuanto ante la extradición y sólo esperó al segundo día hábil del año, tres de enero, para cargar contra Peña. En Juárez dijo que el presidente era cómplice de Duarte “a menos de que en los hechos demuestre lo contrario”.

La ruta quedó trazada desde el principio, el tema correspondiente a la presente etapa era desplegar una campaña mediática exigiendo la extradición, eso haría en la rueda de prensa que ofreció el lunes en México, pero en el camino tropezó con agradable sorpresita: el reconocimiento de José Antonio González Anaya, secretario de Hacienda, de que por motivo de la investigación no radicó los setecientos millones de pesos para el fortalecimiento financiero. Franca y a buena altura la bola, sin perder tiempo modificó el tema de la conferencia y denunció el bloqueo financiero. Era más impactante.

Mientras detuvieran a cuanto funcionario de Chihuahua quisiesen no había problemas para el gobierno de Peña, pero cuando cayó Alejandro Gutiérrez el caso alcanzó dimensiones superiores. Entonces la Federación recurrió al castigo de siempre, pegar donde duele y detuvieron la transferencia de los setecientos millones.

La primera recomendación de  Sun Tzu, en el Arte de la Guerra, es conocer a tu enemigo. Está claro que en México no conocen a Javier Corral, en lugar de amedrentarlo habían dado mayores elementos para denunciar y, regodeándose, aprovechó la oferta: yo combato la corrupción; Peña combate a Chihuahua. En términos llanos es lo que dijo cuando se paró frente a las cámaras, rodeado de intelectuales y políticos comprometidos con el Frente.

Con la nueva bandera traslada los propósitos de justicia hacia una campaña en calle poniendo a Chihuahua como víctima de la Federación y él en oficio del valiente héroe que no teme hacer frente al poderoso, cuando se trata de ofrecer el pecho por la dignidad del pueblo ninguneado.

Hay un pero, la pequeña parte que no encuentra cabal explicación. Todos los estados en el país y los gobernadores anteriores de la entidad tienen de ordinario problemas con la ministración de los recursos, Hacienda no suele ser solícita al transferir el dinero ¿Por qué Javier se envuelve en la bandera de la dignidad y la soberanía, siendo que solo se trata de un tramite que mañana quedará resuelto?

La explicación es sencilla, su objetivo inmediato es desfondar la campaña de Meade y después emerger del proceso electoral como el gran líder opositor. Ahí encuentra explicación toda acción de Javier Corral, está pensando en el 2024, más en su proyecto personal que en Ricardo Anaya, el triunfo del Frente sería un añadido.

Así lo observó una empoderada figura que lo acompañó en la conferencia del bloqueo financiero, Jacqueline Peschard, presidenta del Comité de Participación Ciudadana del Sistema Nacional Anticorrupción. Siendo una de las más comprometidas con la tarea justiciera contra Duarte, se desmarcó en público del mitin que tendrá el gobernador hoy domingo, en la Plaza del Ángel.

Con paciencia incuba el huevo de la serpiente, esperando rendimientos posteriores al uno de julio. Su lógica en sencilla y perfecta: si López Obrador pierde se tendrá que ir a la chingada, si gana dejará vacío el espacio que corresponde al líder opositor del régimen. Ese espacio es el que pretende ocupar Javier Corral.

Ahí radica la perversidad de sus actos y es donde pierde toda legitimidad ganada en la tarea contra Duarte. Usa la justicia con fines políticos para satisfacer sus intereses personales, en su caso no es ambición económica, sino de poder.

Y luego me preguntan por qué la política me da weba, está podrida, no sabe uno a quién irle; al vulgar ladrón lo consumió el dinero, a nuestro mesías del norte lo pierde su apetito de poder y en medio de ambos a Chihuahua se la lleva el diablo.