Al cierre de las precampañas queda una conclusión irrebatible, el único ganador en ésta primera etapa se llama Andrés Manuel López Obrador. Las encuestas se mantienen fijas como imagen congelada en una videocinta y siendo el favorito esa inmovilidad es su triunfo, pues sin conseguir nuevos simpatizantes gana tiempo. Cada día que pasa y las encuestas permanecen es un día ganado para él. Como en un partido de futbol americano, no mueve las cadenas pero consume tiempo que no podrá usar el rival.
El Financiero presentó el martes pasado una encuesta donde ubicaba a López Obrador con 38 puntos, Anaya 27 y Meade 22. Una semana antes el Universal lo dejo con 32 por 26 de Anaya y 16 de Meade. Sirvan ambas como referente de que los tres candidatos importantes conservan sus números. Falta el corte de cierre definitivo, supongo que arrojarán cifras similares.
No me gusta lo que veo, pero esa es la realidad, López Obrador mostró, como lo dijo alguna vez, que no le movieron ni un pelo. Digo que no me gusta porque en los últimos días asomó el mesías intolerante, el caudillo que reacciona feroz ante la critica, el abusón sin ideas que descalifica con insultos.
Jamás pensé que había cambiado, como suelen decir los amantes del tbone y la chuleta del 7, el lobo no se hace vegetariano.
Sólo que llegó a la presente campaña vendiendo la idea del hombre maduro y prudente, alejado de aquel candidato impetuoso que mandaba las instituciones al diablo. Es el mismo populista deseando el caudillaje.
Jesús Silva-Herzog Márquez, columnista de Reforma respetado en el gremio, lo describió en un párrafo sin desperdicio:
«Del extremo del sectarismo, López Obrador se ha desplazado al punto contrario: el oportunismo. Su coalición no es ya ni sombra de su base política. Morena ha sido traicionado antes de ganar el poder. El caudillo lo ha entregado al cálculo de sus ambiciones. La lealtad de hoy puede vencer a la deshonestidad de ayer; los mafiosos pueden transformarse en abanderados de la regeneración nacional, los bandidos pueden ser perdonados por la infinita bondad del prócer. Morena ya ha sido sacrificada. Al caudillo le sirven los foxistas, los calderonistas, los zedillistas, los salinistas. Todos caben.”
Cuál fue la respuesta del “prócer”, la de gañán que se ve descubierto en su iniquidad y reacciona con insultos y vituperios al que lo dejó expuesto. “Hace tiempo que Jesús Silva-Herzog Márquez me cuestiona con conjeturas de toda índole. Hoy, en el periódico Reforma, me acuso sin motivo de oportunista. Ni modo, son tiempos de enfrentar a la mafia del poder, a sus secuaces y articulistas conservadores con apariencia de liberales.”, escribió en su cuenta de twitter.
¡Con el mayor de los cinismos niega lo evidente! “me acusa sin motivo de oportunista”, dice. !Por favor! Morena se convirtió en inmundo receptáculo de políticos cuestionados de todos los partidos “perdonados” por el mesías baja la única penitencia de que lo apoyen en silencio e incondicionalmente. Hasta una de sus más leales y respetadas apoyadoras del pasado, Elena Poniatowska, puso distancia de su campaña por esa causa. Se alejó tras la alianza de Morena y el PES, el partido de los hermanos en cristo.
Un analista e intelectual de fama internacional, Enrique Crauze, twitteo una frase en apoyo a Silva-Herzog Márquez: “El mesianismo condena. El liberalismo debate”. La respuesta del caudillo fue la misma: “Enrique Krauze: en buena lid y con mucho respeto, tu también eres de aquellos profundamente conservadores y que simulan, con apariencia de liberales. Y por supuesto que acepto la crítica y respeto el derecho a disentir”. Miente y sabe que miente, cualquiera que lo conoce de cerca y muchos en su entorno próximo lo admiten, saben que jamás acepta una discusión. Sus ordenes se acatan y ya, son irrefutables.
No queda ahí el asunto, también hace días calificó de “maiceados y alcahuetes” a los ministros de la Suprema Corte, recordando que declararon inconstitucional la propuesta de consulta popular sobre la Reforma energética, del 2014.
Y la semana pasada ocurrió un episodio de lo más interesante en la Universidad de Ciencia y Artes de Chiapas. La rectoría propuso a Salvador Cienfuegos, Secretario de la Defensa, para recibir un “Honoris Causa”.
Una treintena de organizaciones filiales de Morena impugnó la propuesta y López Obrador se sumó en público al rechazo, diciendo que el general “hacía politiquería” por aceptar recibirlo. El resultado fue que la rectoría reculó.
Tendría uno que estar ciego para suponer que se trata de ataques aleatorios o de coyuntura. Denuesta seguido a los magistrados de la Corte, al Ejército lo descalifica por sistema, especialmente acusándolo –sin razón- de violar los derechos humanos y a ciertos medios y periodistas que le incomodan viene desacreditándolos cada que desaprueba su información o le disgusta su análisis. Siempre sin argumentos, la descalificación abusiva y ramplona del felón vivillo que rehúye al debate o pretende salirse con la suya con una simplonada.
Subrayo, y valore usted, amable lector, se trata del Poder Judicial, único capaz de hacer real equilibrio al Ejecutivo; del Ejército, de las contadas instituciones con credibilidad en el país, con la fuerza de oponerse a un eventual autogolpe de estado; y la prensa, articuladora social cuando sirve a los intereses de los mexicanos. En las otras dos campañas puso en esa lista de enemigos al gran capital, hasta hoy todavía no carga contra ellos.
Hablamos de las fuerzas que podrían limitarlo si asume el Ejecutivo ¿Casualidad o estrategia electoral? Ninguna de las dos, es un propósito de minar ante los ojos de sus seguidores a los posibles adversarios futuros que pudiesen limitarlo en el ejercicio del poder.
Me decía un panista inteligente y de amplio recorrido que, si ganaba López Obrador, su presidencia sería de doce años. No creo, respondí, pero si estas en lo cierto sería de por vida, no estaría medida en sexenios.
Desde entonces me pregunto que hace diferente a México de países hermanos como Bolivia, Venezuela, Perú, Ecuador, Argentina, Brasil, donde el populismo de izquierda llegó para quedarse o, como en Brasil y Argentina, que salió expulsado y envuelto en señalamientos de la peor corrupción ¿Nuestra cercanía con Estados Unidos? ¿El trauma de los 34 años del porfiriato? ¿La tradición antirreeleccionista?
Soy renuente a bordar en terrenos de tamaña especulación, para empezar todavía no gana y es probable que, como en el 2006, se quede arañándolo. Dado el tiempo que falta de campañas, 138 días, no descarto a nadie y estoy convencido que si Meade logra superar a Ricardo Anaya, sería un adversario formidable en la recta final.
Sin embargo veo de vuelta al caudillo que lleva dentro, repaso la historia de otros países y advierto que no somos inmunes a los efectos perniciosos del populismo. Ni el Imperio, ni Porfirio Díaz ni la cultura antirreeleccionista nos ponen a salvo.
Estamos errados si nos asumimos provistos de un antídoto contra el populismo empoderado, es decir el antidemocrático que suprime o reduce las instituciones, el corrupto que enriquece a una casta de gañanes y empobrece a la mayoría del pueblo, el que cancela las libertades, empezando por la libertad de expresión. En eso se convierte el populismo opositor cuando asume el poder. Ahí está la historia.
Conocí a dos venezolanas, madre e hija, mientras María y yo hacíamos un viaje en Israel. No puedo olvidar la vergüenza de las honestas señoras al verse sorprendidas mientras ocultaban en sus bolsos pan del desayuno, para tener alimento en la comida. Desde luego no cenaban.
Preguntamos por qué y la respuesta de la joven fue de entre rencor e impotencia, el gobierno de Venezuela, los últimos meses de Chávez, había decretado que no saliese dinero del país, entonces bloquearon sus cuentas como las de miles que en ese momento estaban fuera de su patria.
Otra vez, en el aeropuerto de Frankfurt, Alemania, se nos acerco un venezolano. Quería hacer plática con alguien de su idioma. Era un ingeniero que trabajaba en campos petroleros de Dubai, con salario de cincuenta mil dólares mensuales y prestación de dos boletos de avión al mes para visitar a su familia en Caracas.
Su equipaje eran botes de leche en polvo y medicinas de uso común para su hijo de meses. Pudiendo comprar cualquier alimento y pagar el mejor servicio médico, debía transportarle quincenalmente de un país al otro lado del mundo, pues en Venezuela los estantes estaban vacíos.
Recuerdo a los venezolanos que conocí en el extranjero e imagino lo que sería de mis hijos bajo un gobierno dictatorial en los próximos quince, veinte, treinta años o más si consigue hacerse del poder, perpetuarse y además heredarlo a su hijo favorito.
Pónganme entre los periodistas al servicio de la mafia, vendido al vulgar ladrón, táchenme de peñaboots, pero no pude apartar ese mal pensamiento durante los últimos días, quizás por eso sufría pesadillas soñando en que enjambres de abejas emergían del pavimento y atacaban a mis amigos que se negaban a subir en autos y huir. Maldita weba, imagino un país sin libertades e, inconsciente, quiero salir corriendo.
A Peque Doctora en Ciencias, juarense que construye su historia en Seattle y a su esposo Bobby, el único inglés que conoce los íntimos secretos del mole oaxaqueño y canta rancheras sin perder el tono.