Otra vez el gobernador Corral dio la nota nacional, esta vez no cargó contra Peña Nieto, el vulgar ladrón o la “coneja”, ahora soltó su diatriba contra los suyos, el PAN, y de pasada arrastró al candidato de ese partido a la presidencia, Ricardo Anaya.
No le gustó, en absoluto, el acomodo en las listas de candidatos plurinominales al senado, pues enviaron hasta el penúltimo lugar de la cola, prácticamente sin opción alguna, a César Jáuregui, su empeñoso y profesional secretario general de gobierno, al que dejaron en el lugar número doce de trece espacios asignados.
Y más debió dolerle por que en el tercer sitio, es decir asegurada la posición, quedó Índira González San Román, cercanísima colaboradora de Miguel Ángel Yunes, gobernador de Veracruz, y en el sexto Rafael Moreno Valle, exgobernador de Puebla, quién tiene posibilidades amplias de conseguir el anhelado espacio.
Moreno Valle gana por partida doble, ya que su esposa Martha Alonso es candidata del PAN al gobierno de Puebla. Preciosa familia, como destrozó Anaya al partido con tal de asegurar la candidatura a la presidencia. Es una pena, si volvieran los viejos fundadores volverían a morir mil veces al ver el monstruo en que lo convirtieron mientras invocan sus nombres en cada discurso doctrinario.
Es interesante que Ricardo Anaya, jefe del “reducido grupo de cinco personas que ahora dirige al PAN”, haya puesto los intereses de Yunes y Moreno Valle por encima de los de Javier Corral, siendo que el gobernador de Chihuahua les hizo buena parte de la precampaña con la famosa caravana. No lo ven confiable, la ruptura es inminente, la duda es cuando llegará, si durante la campaña o cuando haya terminado.
Por eso el berrinche, al verse ninguneado tronó contra la dirigencia, lo que huele a franco rompimiento con Anaya e incluso con el PAN. Desde luego son coyunturas del momento, pero un político de la estatura que tiene Corral conoce los acuerdos bajo la mesa, las negociaciones ocultas, sin embargo reacciona iracundo al verse ignorado.
Un observador de pensamiento proclive al PAN hizo un apunte interesante: “Corral es mentalmente inestable”. Aguda y certera la observación, es lo que describe su feroz reacción contra el partido que todo le ha dado, como el niño que reniega de sus padres por no recibir el regalo que supone merecido.
Seguramente no escuchó al presidente local del partido, Fernando Álvarez Monje, cuando invocó una clásica de Artemio Iglesias, aquella de que “hay que estar preparados para ser y para no ser”, ante decenas de aspirantes panistas relegadas de las candidaturas.
Con esa misma debería consolar al gobernador y recordarle de pasada otra del Filosofo de Rubio, “a puñaladas iguales llorar es cobardía”, pues deberían preguntarse quién decidió en Chihuahua las candidaturas a senadores, diputados federales, diputados locales y alcaldes? Todas, incluso algunas forzadas como la de Lolita Acosta en Jiménez, fueron decididas por el dedo del señor gobernador.
Es decir en el CEN del PAN abusa un reducido número de cinco personas, son cuatro más que en el CDE de Chihuahua, donde sólo se escucha una voz.
Por lo demás es una lástima que César Jáuregui haya quedado fuera, el Senado necesita voces sensatas y experimentadas como las del secretario general de gobierno, o quizás debería ser el “ex”, dado que deberá presentar su renuncia.
Pero así es la política, ahora deberá poner a todos los santos de cabeza y esperar que suceda un milagro, lo cual es francamente improbable, pues se supone que por esa vía llegan los primeros seis o si acaso siete apuntados.
Pero hay que verlo por el lado positivo, también en Chihuahua hace falta –siempre que decidan conservarlo- si construye una relación sólida y armoniosa con Ismael Rodríguez, nuevo jefe de gabinete, sería de enorme utilidad para Chihuahua.
Juntos pueden tomar las riendas de la administración y concentrarse en los asuntos de gobernanza, mientras Corral levanta las más alocadas banderas a nivel nacional, recuerde que ahora va contra la Ley de Seguridad Interior, es decir contra el Ejército.
Ojalá que no lo sacrifiquen para que se pongan a trabajar, Chihuahua necesita un gobierno ocupado en sus asuntos, Jáuregui e Ismael tienen la gran oportunidad de revindicar la presente administración.
Sin mayores aspavientes y rompiendo resistencias de viejos cotos de poder creados en las facultades, el rector Luis Fierro ha conseguido empujar con fuerza la esperada reforma académica, una necesidad en la Universidad Autónoma de Chihuahua que se ha frustrado, por diferentes motivos, desde la rectoría de Sergio Piña Marshall.
El esquema de escuelas que se sienten casi autónomas, aisladas entre si, está muy superado actualmente, por eso la importancia de la reforma emprendida desde la rectoría que encabeza Fierro, ya que provoca una integración que permite aprovechar de mejor manera los recursos docentes, económicos y la infraestructura de la Universidad.
Es bueno mencionarlo por que luego suelen criticar al rector sin fundamento alguno, sea por intereses de esos cotos que rechazan la modernidad, que por fortuna son unos cuantos, dado que la mayoría de los directores la recibieron con entusiasmo, pues ellos mismos son testigos de los beneficios. Tiene tiempo para seguir adelante y así, con discreción para evitar hacer olas, seguramente avanzará con mayor rapidez.
Que dato más desalentador, la misma Fiscalía General del Estado reconoce que la violencia creció al doble en los municipios serranos, del 2016 al 2017. Eso refleja la inoperancia de la misma Fiscalía, está claro que no saben de que manera enfrentar a los grupos criminales.
A lo más que llegan es a reconocer el problema y con enormes reticencias, pues desde el gobierno estatal intentan forzadas explicaciones como esas de que calientan deliberadamente la plaza e insinúan que podría ser el mismo régimen, es decir el gobierno de Peña.
Cuanta frivolidad, la gente no quiere explicaciones, sabe exactamente cual es el problema y el origen del mismo, lo que desea es vivir en paz, que sus gobernantes, en cualquier nivel de competencia, hagan el trabajo en lugar de buscar excusas absurdas.
