El PRI de Meade tomó a Juárez por su sede preferida en la entidad, primero la visita del candidato y ayer el seguimiento de Claudia Ruiz Massieu, secretaria general del partido, para dar seguimiento a la oferta de regularizar autos ilegales.
Estimulados por que en la pasada vista de Meade les fue bien, los priistas intentan generar expectativas que les permitan recuperar espacios perdidos en aquella plaza dominada por el independiente Armando Cabada y coqueta hacia López Obrador.
Cada vehículo chueco un voto, es la consigna del CEN para la frontera, con lo que intentan reposicionar a Meade en esos dominios que va perdiendo. Hasta que los priistas empezaron a pensar con el padrón electoral en mente, encontrando nichos de clientela que les reditúen en votos.
Juárez no es todo Chihuahua, en algún momento tendrán que visitar la capital y dos o tres municipios importantes de la sierra. No tengan miedo, convenzan a Meade de que se de una vueltecita a fin de que mida medir con mayor certeza el ánimo electoral de la entidad.
Por ahora todo bien para sus dirigentes y candidatos, que al interior del PRI se hable del candidato y de propuestas populistas para incrementar la aceptación, es ventaja enorme, pues hasta hace poco las noticias que surgían de la Dale y el resto de sus sedes en la entidad, eran de mentadas unos contra otros.
Finalmente Javier Corral y Pablo Cuarón, su enérgico secretario de Educación, se apersonaron en el Centro de Convenciones, donde la sección 42 celebró ayer el Día del maestro.
Había dudas sobre su asistencia, debido a los enfrentamientos entre ambos, pero dejar pasar una celebración así era confirmar en público la ruptura con el SNTE, y en estos momentos el gobierno del Nuevo Amanecer está para cualquier cosa, menos para abrir nuevos frentes.
Si embargo la visita sirvió para demostrar que las heridas siguen abiertas, Corral y Cuarón fueron recibidos como cualquier vecino, sin las fanfarrias propias de estos actos lustrosos y mucho menos el aplauso que reconociese su autoridad.
Gobernador y secretario llegaron hasta el presídium ocuparon sus lugares en medio de una romería que simulaba un salón de clases indisciplinado que no repara cuando se presenta el maestro al que los alumnos no respetan. Ni más ni menos.
El frío recibimiento se debe a la severa política contra los maestros sindicalizados, enderezada desde la secretaría de Educación y avalada por el gobernador, sin contar que sigue pendiente el cumplimiento de varias demandas.
No hay química, y no habrá mientras Cuarón y sus asesores en Educación quieran tomarlos por aviadores, corruptos y activistas del PRI, siendo que la enorme mayoría de los maestros cumplen satisfactoriamente su trabajo en beneficio de la educación.
Ever Avitia, líder de la sección 42, claramente está perdiendo el control, pues los avances desde que levantaron el paro son mínimos, sólo resolvieron el pago a interinos y nóveles, el colmo hubiese sido mantenerlos pendientes luego de años de retraso salarial.
Pero las prestaciones reclamadas a plazas de dirección y tiempos completos, siguen estando en discusión y el único ofrecimiento de Cuarón es acompañar al sindicato a la ciudad de México, para reclamar ante la SEP su cumplimiento.
¡Noooo! por favor, mejor vayan solitos, en cuanto sepan que están en tratos con el gobierno de Corral, en México son capaces hasta de cancelarles la quincena. Ven los misiles en ambas direcciones y todavía se le ocurre al buen Avitia aceptar la insensatez. Hay que estar y no sólo parecer.
Además prevalece una sorda disidencia política en esa sección usualmente institucional. Grupos importantes de maestros, estimulados por exsecretarios leales a Elba Esther Gordillo, tales como Miguel Ramírez y Jesús Aguilar, agitan la base con tal de conseguir votos para Morena, cuendo el SNTE –vía Panal- tiene alianza con el PRI.
La maestra es aliada de López Obrador y en esa alianza mueve cuanto resorte a su alcance tiene para desbarrancar la campaña de Meade. En esa batalla interna, como en las exigencias contra el gobierno estatal, Avitia luce debilitado a causa de sus inseguridades y temores.
Con el tema de la coneja, Javier Corraly César Jáuregui hacen el juego del policía bueno y el policía malo, invirtiendo los papeles habituales. Generalmente el gobernador suele ser el policía bueno y el secretario general el policía malo, ellos ahora invirtieron roles.
Corral mantiene el tono de la confrontación contra Peña, con los adjetivos que ha desgastado: brutal atropello, absurda decisión, romper cerraduras, y la guerra particular contra el presidente, a quien puso en el centro de su actualizada campaña contra la corrupción.
Jáuregui, en cambio, se muestra mesurado, aceptando incluso que el reo más famoso de San Guillermo sea trasladado al penal Federal de Ciudad Juárez, donde a su juicio estaría a disposición del juez local y del juez federal.
Trasladándolo a ese reclusorio sería lo mismo que enviarlo a México, pues allá las autoridades responden a las ordenes de gobernación, no de Peniche. De ser el caso entraría de pisa y corre ¿Porqué Jáuregui se muestra conciliatorio? La respuesta es sencilla, sabe que la liga entre Corral y Peña ha sido rota y espera que las consecuencias sean lo menos dolorosas para Chihuahua.
No hay forma de que ésta batalla pueda ganarla el rebelde gobernador. Así llegue a la presidencia Ricardo Anaya, lo que es francamente improbable, el desacato por la orden de traslado está vigente, lo que sin sombra de duda acarreará consecuencias negativas para los funcionarios responsables y de pasada los coscorrones en la cartera, donde duelen. Chihuahua seguirá en quiebra, sin la menor expectativa de generar desarrollo.
Jáuregui sabe que las declaraciones de Corral, estableciendo que reclaman a la coneja dos jueces, uno federal y otro local, donde el federal lleva un asunto y el local cinco, son argumentos jurídicamente inválidos, dado que un Tribunal Colegiado pidió en sentencia inapelable, trasladar al interno disputado.
Punto no hay más, el resto son sofismas chicaneros y Jáuregui los comprende y además conoce las las consecuencias, por eso se muestra mesurado, enviando una solución ambigua que deje satisfecha a la Federación.
Corral no cejará, si ayer aceptó que jamás enfrentaría al Ejército, fue porque sabe que nunca intervendría en el conflicto y además está claro que una medida desesperada de tal magnitud lo confronta contra Cienfuegos, por si faltaba abrir otro frente.