*El tsunami en cifras

* PRI, futuro incierto

* Corral guarda silencio

* Los empoderados ríen

Para una idea clara de lo que sucedió el domingo pasado con el tsunami de López Obrador, es necesario ponerlo en cifras. Impresionante el despunte de Morena, penoso el colapso del PRI y los panistas verán con preocupación que pierden terreno valioso, quedando relegados a segunda fuerza.

La población estatal es de tres millones 556 mil habitantes, de los cuales Morena gobernará el 47 por ciento, un millón 683 mil habitantes, dominando Juárez y Cuauhtémoc; PAN el 35 por ciento, un millón 278 mil, con Chihuahua y Delicias como sus mayores fortalezas.

Una primer observación es que Morena gobernará 300 mil habitantes más que Acción Nacional. Dirían, con razón, que la gubernatura pertenece a los azules por lo tanto gobierna el estado completo, sí, pero la ciudad de mayor jerarquía económica y poblacional, así como la tercera en importancia quedan en manos de la izquierda.

Como la pongan, ahí perdieron el PAN y el independiente Armando Cabada, quién por cierto decidió judicializar la elección en la frontera, a pesar de que los datos del PREP son contundentes, lo desfavorecen. Sólo un milagro lo dejaría tres años más en la oficina más importante del Malecón.

El resto del estado será gobernado por el PRI y otros partidos nanos –desde el domingo hay que incluirlo en esta categoría- alrededor 600 mil chihuahuenses que apenas alcanzan el 16 por ciento de la población. De ese tamaño es la derrota priista, el desplome debe ser aterrador para sus militantes.

Ahora el Congreso, se anticipaba ayer: Morena tendrá, por sí mismo, el 36 por ciento de los votos, con diez diputados de mayoría y dos plurinominales, el PAN 39 por ciento con once de mayoría y dos pluris.

Otra vez la penosa realidad del PRI, el lunes pasado amaneció con sólo un diputado de mayoría y aspira a tres plurinominales, si consigue hacer efectiva la clausula de la subrepresentación, propuesta por el PAN, cuando perdía la mayoría de las diputaciones. Cambian los tiempos, ahora podría beneficiar a sus antiguos adversarios.

Para tenerlo presente, Morena gana el senado con 367 mil votos, dejando al PAN en segundo lugar con sólo 311 mil, lo que significa 200 mil votos menos de Gustavo Madero comparados con los 517 mil que obtuvo Javier Corral hace sólo dos años. El PRI, a pesar de que Reyes superó por mucho a Meade, tampoco hay nada que decir, se quedó con 221 mil votos, 180 mil menos que Serrano.

En cuanto a la elección presidencial los datos son también de miedo para los perdedores: Andrés Manuel obtuvo 436 mil votos y Ricardo Anaya 295 mil. La diferencia es de 130 mil, ofensa mayúscula tratándose de un estado gobernado por el PAN.

¿Y el PRI? Arrastrando la dignidad. Meade quedó con apenas 165 mil votos, comparados con los 400 mil de Serrano, que hace dos años consiguió una pésima votación, obtuvo 235 mil menos. Visualice la catástrofe del PRI, los 165 mil votos del PRI es lo que obtuvo Maru campos tan sólo en la ciudad de Chihuahua. No hay antecedente, cuando alcanzó votaciones superiores a los 600 mil.

Otro dato a reflexionar: En la ciudad de Chihuahua el Bronco alcanzó 28 mil votos y Meade sólo 34 mil ¡el independiente sólo seis mil votos abajo del priista!  ¿Qué significa lo anterior? Simple, en Chihuahua capital hubo al menos 28 mil electores que rechazan al PRIAN, por verlos uno y la misma mafia, pero tampoco aceptan a Morena como su proyecto. Ese fenómeno debe ser mejor estudiado.

El hecho de ser la sindicatura de Jiménez la posición más importante ganada por el PRI, aparte del distrito 22, describe su colapso. Que espanto para los nuevos partidos opositores, el bipartidismo que caracterizó al estado desde 1983 quedó hecho añicos en una sola jornada de votación y podría desaparecer del mapa político al PRI.

Este es el tsunami en cifras, lo más aproximado a la descripción gráfica del hartazgo social. Es lo que dejaron las elecciones, después haremos la interpretación política, por ahora quedan los números en el ejercicio comparativo.

Solícito cuando se trata de hacer declaraciones que permiten engolar la voz, Javier Corral ha formulado sólo comentarios marginales sobre el resultado que dejaron las urnas el domingo pasado.

Sin sombra de duda es uno de los más incomodos con los resultados, pues no sólo pierde la senaduría con su principal asociado político, Gustavo Madero, sino que además su partido queda relegado a la segunda fuerza y sin posibilidades claras de gobernar el Congreso.

¿A quién, entre los integrantes de su equipo al interior del PAN, impulsar para la gubernatura en el 2021? Con decirle que su mejor exponente sería Miguel Riggs, es para darse una idea de la desesperación en que ha caído el gobernador. Lo decía ayer, los fantasmas del 95 lo siguen ¿será acaso su maldición? En tres años se sabrá.

Otro dato, será senador nada menos que su compadre más indeseado, Cruz Pérez Cuéllar, quién desde el domingo es un político resucitado, después de ir trastabillando en varios partidos desde que dejó el PAN. La prensa, con un dejo de mofa, preguntó ayer al gobernador si había felicitado al senador electo. Aguantó firme los dardos, sabe que no puede alterarse en público.

Cruz altera los nervios del Corral, se conocen tan bien que no pueden compartir un mismo espacio. Imagínelos compartiendo el mismo presídium ¿Se saludarían? Probablemente no, pero por dentro las apelaciones mutuas al diez de mayo serían recíprocas. Ese par no se puede ver, literal, ni en pintura.

Por lo contrario, quienes bailan en un pie son los de Morena, desde ayer las llamadas sobran a los futuros empoderados, los atosigan políticos oportunistas que buscan congraciarse con el futuro presidente de la república y sus operadores en Chihuahua.

Lo que cambia el escenario político en tan sólo una jornada electoral, cuando esto sucede se puede inferir que la democracia existe, por limitada y marrullera que la hagan los partidos, la verdad es que si existe.

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