Disyuntiva del opositor perpetuo

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Como si de pronto una mano poderosa y extraña, de súbito, sustrajera el reparto de viejos y conocidos actores que trabajan en la obra mil veces ensayada, situándolos sin aviso en otro teatro, frente a otro público, provistos de otros libretos y a las ordenes de otro director. ¿De qué manera reaccionar si el objetivo es satisfacer a la exigente audiencia y avanzar en el traicionero escalafón de la industria?

Aunque la improvisación es lo suyo y son conscientes de que, en su negocio, las reglas cambian, los azorados actores sufren un desventurado trauma en su fuero interno y necesitan habituarse rápido al nuevo y desconocido entorno, conectar con el público e interpretar correctamente las instrucciones del director, mientras la obra está en marcha. Son profesionales pero les han jugado una broma pesada que los dejó atónitos.

Esa impresión da, en particular, Javier Corral. Desde los resultados que dejaron las urnas el uno de julio su conducta es la de un político inseguro, el calculador que no encuentra su lugar, confundido y sin saber que hacer o decir, o en quién recargarse. Ve que sus compañeros de reparto improvisan al vuelo y desdoblan el libreto asignado sin perder el aplomo ante su público, mientras él sigue cavilando,  decidiendo que papel conviene desempeñar.

En la oposición hizo una respetable fama de parlamentario, algunos han dicho que la mejor del país; en la oposición consiguió penetrar y ser aceptado en el engreído círculo de intelectuales y analistas de la ciudad de México; en la oposición –si, también al interior de su partido- se convirtió en uno de los panistas críticos más enérgicos del país; en la oposición avanzó hasta los escalones superiores de la política nacional.

Javier Corral ha sido campeón de la oposición y lo sabe. Así construyó sus dos candidaturas al gobierno de Chihuahua, la segunda y exitosa sobre el robusto Movimiento Ciudadano detonado por la denuncia de Jaime García Chávez contra César Duarte y Jaime Herrera, el caso Unión Progreso.

Una vez instalado en gobierno mantiene discurso y conducta opositora, ahora en abierto desafía al presidente Peña Nieto, al que responsabiliza de proteger a César Duarte y obstaculizar los trabajos de “La Operación Justicia para Chihuahua”, prioridad de su gobierno.

Marchas, mítines en la plaza del Ángel, declaraciones y estridencias ahí están como testigos del desafío lanzado contra el Gobierno Federal, a cuyo titular quiere ver en prisión, lo ha dicho. Apedreando puertas y ventanas de los Pinos y mentando madres al presidente intentó, sin éxito, traer a César Duarte y dejarlo en San Guillermo. En esa tarea ha consumido buena parte de su tiempo como gobernador de Chihuahua y puesto sus esperanzas de trascendencia nacional.

La otra prioridad en sus primeros 18 meses de gobierno, ha sido consolidar una plataforma política que le permita incursionar con mayor dinamismo en la vida pública del país. El llamado grupo Chihuahua, conformado con personajes de la izquierda, intelectuales y politólogos en cuya compañía está cómodo, lo arropan y lisonjean.

La identidad de los integrantes ya la conoce usted, algunos han parasitado durante décadas al sistema que critican, otros son eternos inconformes a cualquier iniciativa que no les pertenezca o amigos con los que departe y sueña en su tiempo de relax. Su ideario es la teorizacion de lugares comunes: evitar la regresión autoritaria, profunda la reforma del Estado, hacer un gobierno de libertades, combatir la corrupción y generalizaciones así.

Desde los primeros días en gobierno trazó por nota acciones y líneas discursivas que lo acercaran a la presidencia de la república en el 2024, esperando convertirse en el nuevo gran opositor al régimen, trasladar sus activos de parlamentario de discurso impostado e ideas articuladas, hasta que la mañana del dos de julio encontró al país cambiado y desajustados los principios sobre los cuales busca trascendencia nacional.

El opositor al régimen se hizo gobierno con una votación histórica, 30 millones, que lo empoderó a niveles de los presidentes absolutos en la era del partido hegemónico, respaldado por “el pueblo bueno” y a su disposición ambas cámaras del Congreso y 19 legislaturas locales en gobiernos del PAN y PRI.

Amanece se da cuenta que su recomendación estratégica, pedir cárcel a Peña Nieto, condujo a Ricardo Anaya al más estrepitoso fracaso electoral del PAN; confirma que la mafia pactó con el nuevo tlatoani y el resto de los gobernadores se forman, solícitos, al besamanos; que perdió la mayoría en el Congreso del Estado y, lo peor, los electores han dado la espalda a sus candidatos e indirectamente a su gobierno, mientras sus enemigos internos terminan de grandes ganadores en la entidad.

Nada de lo anterior estaba en el libreto conocido, y mucho menos el cambio de escenario, pues  -al igual que todos los mexicanos- se ha percatado que el país es otro y maltrató sus prospectivas en una sola jornada electoral. En su descargo hay que decir que un cambió así de brusco trastorna a cualquiera y acaban con su aplomo.

¿Cómo lidiar con el nuevo estado de cosas que desfavorece su proyecto? Sólo puede actuar de dos maneras, o traiciona su conducta de siempre y, rendido, concurre al besamanos del nuevo tlatoani, como han hecho sus compañeros de viaje, esperando que por las buenas haga el favor de entregarle a César Duarte y ayudarlo con la pesada carga financiera del estado; o conserva su tradición de opositor e intenta en acatamiento a lo planeando- ocupar el espacio dejado por López Obrador, que de gran opositor al régimen pasó a gobierno y rompe con la Cuarta República.

En circunstancia menos compleja ni siquiera hubiese valorado la respuesta, si la oposición es lo suyo porqué cambiar, está satisfecho pues le ha dado resultados desde que, siendo muy joven, acompañó a Francisco Barrio en la icónica campaña del 86, hasta quedarse con la gubernatura de Chihuahua. Impertinente sería plantear la disyuntiva.

La duda radica en que hoy enfrenta a un presidente con el poder absoluto del viejo PRI, cuando nadie discutía que ejercía todo el poder, durante todo el sexenio –no le vaya a dar por la reelección, ojala- y en todo el territorio nacional. Es diferente mentarle la madre a López Obrador como se la mentó a Peña Nieto, no es lo mismo cargar contra un líder en decadencia, sin credibilidad que marcha de salida, a uno poderoso cuya palabra es ley hasta el punto de hacer girar la política en torno a su persona. Morena es AMLO y AMLO es Morena.

El jueves hubo reunión de gobernadores con el futuro presidente. Dos apuntes: Corral fue el único que vistió sin corbata y saco casual, siendo que se trataba de un evento formal, y para la foto se ubicó en la esquina más lejana, donde apenas podía verse.

Entre políticos profesionales no hay casualidad, quiso poner y puso el toque disidente en el encuentro de regentes. Antes eran virreyes, en adelante serán regentes, como sucedió hasta el 2000, cuando Fox llegó a la presidencia y los gobernadores del PRI crearon el sindicato conocido por Conago. Claramente está incómodo.

Sin embargo asistió, pasó lista de presentes, obediente y en silencio se apersonó ¿Calcula el momento y la intensidad con que habrá de manifestarse?. Seguramente. No traicionará su esencia, la condición de opositor perpetuo, es lo que sabe hacer así que regresará al libreto mil veces ensayado y no lo detendrá ni un Congreso adverso, asumiendo que Morena consiga las alianzas necesarias para dominar la Legislatura local.

Su fortaleza está en la denuncia, el histrionismo, necesita enemigo que justifiquen las nuevas marchas y nuevas asambleas en plazas públicas, que lo hagan emprender la segunda versión de la “Operación Justicia para Chihuahua”. Sólo tiene que definir cómo y cuando reactivar el plan originalmente trazado y entonces pedirá, a puntapiés, la extradición de César Duarte e incluirá en la lista de los justiciables a Enrique Peña Nieto, Chihuahua y el país merecen la justicia que sólo un disidente como él puede ofrecer.

Tendremos una frágil y temporal tregua en la lucha de Javier Corral contra el triunfante régimen de la Renovación, la cabra tira al monte. La paz oxida espadas y consume la voluntad de los luchadores, disfrutémosla, será corta y con sobresaltos.

Ojalá en el inter se ocupe de los asuntos importantes de Chihuahua y redefina las relaciones con grupos y actores de la política doméstica, la pendencia perpetua no es buena para nadie, pero es lo que hay.