*La receta mexicana de Durazo

* Un gobernador cortesano

* González Mocken, ungido

* Mario ¿Comisión de qué?

Un foro de paz muy politizado el que ayer presidió López Obrador en el teatro Gracia Pasquel, de la UACJ. Además del “olvido no perdón si” del futuro presidente y las buenas intenciones de Olga Sánchez Cordero, al prometer que las víctimas van al centro, destacó “ la receta mexicana” de Alfonso Durazo, un sobreviviente del viejo sistema propuesto para Secretario de Seguridad.

En la guerra de Calderón contra el crimen no quedaron familias chihuahuenses intocadas por la violencia, el dolor ha sido mucho pero tiene razón AMLO, es hora de pensar en el perdón, nada regresará los muertos a sus familias. En esa parte hay poco que hacer aparte de mantener la exigencia de poner fin a la violencia.

En cuanto a la receta de Durazo, donde obviamente radica la estrategia para la pacificación, tampoco hubo esbozos o trazos de lo que puede ser. No describió los ingredientes de la receta ni cómo mezclarlos para la preparación del platillo de la paz.

A lo más el secretario de seguridad en potencia habló de amnistía e indulto, sin precisar alcances ni mecanismos para la pacificación del país, prioridad pospuesta por los dos últimos tres presidentes mexicanos.

Es de suponer que Durazo prepara o tiene para consumo interno algún documento rector, una estrategia general con objetivos, acciones y metas definidas. Mantenerlo en reserva es entendible, pero si los foros quedaron inaugurados lo deseable es que socialicen la propuesta, de otro modo las 20 -19 ya- reuniones serían una pérdida de tiempo ¿Para que la escenografía si han decidido qué hacer antes de conocer la opinión de la gente?

Mientras el documento –si existe- permanezca entre los nuevos empoderados, guardará pertinencia la pregunta de diversos especialistas en seguridad ¿Qué debemos entender por amnistía e indulto? A la que desde ayer deberíamos incorporar otra ¿Cuáles son los ingredientes de la receta mexicana y qué platillo prepararían con ellos?.

Un apunte de sentido común, también planteado a manera de pregunta ¿Esperan amnistiar o indultar a criminales que tomaron anchas franjas del territorio nacional como “sus plazas”, en las cuales trasiegan toneladas diarias de diversas drogas y asesinan por cientos o miles durante un año?.

En el plano de la esperanza, es alentador que López Obrador recuperase la crisis de inseguridad como tema prioritario en su agenda de gobierno. No hay nada más importante, en estos momentos, para el país que terminar con los ajusticiamientos callejeros entre grupos criminales, donde las muertes de inocentes son frecuentes.

Ese gesto en sí mismo genera optimismo, ninguno lo abordó anteriormente con la misma diligencia. Nada más en Chihuahua, por ejemplo, Javier Corral no ha dispuesto un minuto de su tiempo para escuchar, ya no se diga atender, a las víctimas de la violencia. Para el gobernador la inseguridad es un tema de la Fiscalía, ni por descuide lo asume como problema de su gobierno.

Por lo mismo ayer sintió el ácido reclamo de la gente, cuando llegó al teatro y al concluir su mensaje. Ha sido negligente hasta la desesperación en la crisis de inseguridad que vive Chihuahua y su indiferente parsimonia explica la valía de López Obrador; uno cierra los ojos durante dos años y el otro coloca el problema entre sus prioridades meses antes de jurar el cargo. Son los hechos.

Lo mismo sucedió con el bodegón que César Duarte “entregó” como hospital de especialidades oncológicas. Ese dichoso hospital vienen arrastrándolo desde Reyes Baeza, han puesto tres o cuatro primeras piedras y otras tantas aperturas, sin haberlo montado jamás.

¿Porqué Javier Corral no hizo las gestiones necesarias a fin de recuperar el galerón, equiparlo y entregar el nosocomio al servicio de los juarenses? Pues por que nada le importa, viniendo del “vulgar ladrón”, insensible a que su negación y absurda contumacia perjudique a los chihuahuenses.

Eso sí, desde que recibió a López Obrador en el aeropuerto –lunes en la tarde- Corral mostró un rostro de cortesano que no le conocían sus paisanos. Usualmente adusto, retador o de gesto burlón, durante la jornada de ayer ensayó su mejor sonrisa, comedimiento y obsequiosidad, intentando agradar en todo a la poderosa visita. Ahí están fotos, videos, testigos.

A Peña Nieto no le concedió ni seis meses de gracia, antes de aporrear la puerta de los Pinos exigiendo la extradición de Duarte, y poco más de un año antes de la marcha por la dignidad chihuahuense, desafío abierto al presidente ¿Cuánto tiempo concederá a López Obrador, si Duarte continúa disfrutando sus millones en lujosos hoteles y exclusivos complejos vacacionales de los Estados Unidos?

Como dicen los rancheros, donde aprietan no chorrea. No es lo mismo Juana que Chana ¿Para cuando la nueva marcha o al menos las asambleas informativas mentadoras de madre? Es pregunta, sólo por mortificar.

Pregúntese por un momento qué habrá pensado –o sentido- Armando Cabada cuando vio en el presídium del teatro a Javier González Mocken, siendo que los tribunales electorales no han resuelto la impugnación municipal. Nada, aparte de tragar saliva y aguantar el “espérame tantito, ya viene Javier”, fingió compostura.

Cabada ha ido a fondo con la impugnación, el último conteo dejó la diferencia en menos de mil votos, pero los números finales son lo de menos, ayer González Mocken quedó ungido por el gran tlatoani.

Es sólo cuestión de aguardar a que los tribunales ratifiquen su triunfo, los litigios electorales nunca quedan resueltos en acatamiento a las leyes, sino en razón de la política y la política habló ayer.

Sobre el PRI un comentario marginal, refrendando que han perdido rumbo y brújula. Mire usted que poner a Mario Trevizo como responsable de la “Comisión de Diagnóstico” para la reconstrucción del partido.

Va un esbozo del diagnóstico que presentaría Mario: “En buena medida la causa del fracaso en la primera elección fue la corrupción de César Duarte, en cuyo gobierno desempeñé la honrosa responsabilidad de secretario general y la segunda, la del mes pasado, –hay que enfatizar- por que Javier Corral manoseó la operación justicia para golpear al PRI, operación en la que participé activamente como testigo protegido.

Pero hago una puntual aclaración: en lo personal voté por todos los candidatos del PRI, consciente de que no me corrompí con Duarte y sólo dije verdad a los jueces y abogados de Corral. Eso, me gustaría, dejarlo subrayado”. Los priistas no saben si reír, cantar, llorar o pedir las otras.

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