*¿Muerta la corrupción?

* El cómodo autoengaño

* Culpen al mensajero

* Patricio, operador de Cruz

* La República del perdón

0
2

En su segundo Grito de Independencia, el gobernador Corral refrendó el estribillo de “muera la corrupción y la impunidad… y viva la justicia”. El año pasado cayó de perlas entre los asistentes, quienes esperaban justicia por los abusos y corrupciones de Duarte y creían que pronto llegaría. Ese legítimo anhelo ha mutado en frustración, la justicia ha sido pospuesta hasta hoy.

Sin embargo ayer sonó a discurso hueco por que el gobernador ha sido permisivo e indulgente, tratándose de burdos y palmarios hechos de corrupción cometidos por sus funcionarios. Mientras combate la corrupción del pasado, solapa la corrupción del presente.

El caso más reciente, ofensivo incluso para las conciencias más sensibles del Nuevo Amanecer –ahí está la renuncia de Memo Luján y la semilla de un cisma en gobierno- es de su vocero, Antonio Pinedo. Hizo lo mismo que los duartistas; favorecer con dinero público a familiares, amigos o compadres. En su caso particular a su pareja sentimental.

También están los negocios de Gustavo Madero con la venta injustificada de software para la Secretaría de Hacienda, 20 millones, las asignaciones directas a la hermana de Miguel Riggs, los bonos ilegales y licitaciones sospechosas del depuesto Ávila y el negocio en proceso de Madero –eso han dicho- con las plantas tratadoras de agua.

Sobre esos y otros temas Corral no sólo ha sido omiso, justifica y perdona a los suyos. No, señor gobernador, su discurso de honestidad y transparencia choca con la realidad; corrupción e impunidad siguen viviendo en su administración y en consecuencia la justicia está muerta. Un estribillo “patrio” nada soluciona.

Hay signos inequívocos de que en gobierno viven en cómodo y placentero autoengaño, construyendo su propia realidad, una que choca con los hechos y la que observan los ciudadanos.

Tras la noche del grito, el gobernador publicó en sus redes que “ni las calumnias ni las insidias nos alejarán jamás de nuestra gente”.  Tiene razón, las calumnias caen por su propio peso y los insidiosos carecen de credibilidad, lo que verdaderamente lo distancia de “su” gente es la inseguridad, la corrupción de sus funcionarios, algunos, los gravísimos problemas en salud, la falta de obra, la inacción del gobierno, la ausencia de justicia en el caso de Duarte.

Ese culpar a fantasmas de una realidad que les disgusta tiene consecuencias nefastas entre los funcionarios. En la mayor insensatez Oscar Aparicio, jefe de la policía estatal, responsabilizó a los medios de crear un clima de violencia: “nada ha importado a medios poco serios, esto ya es una extorsión como lo ha comentado el señor gobernador, la verdad es que distorsionan la información y están creando una atmósfera de inseguridad ellos mismos”, declaró el viernes pasado.

El jefe de policía llama extorsionadores y poco serios a los medios y encima los acusa de ser responsables de la violencia por “estar creando una atmósfera de inseguridad ellos mismos”.

Por Dios ¡En qué mundo viven!, acaban de asesinar a cuatro policías sin que haya responsables, por suerte vive un edil electo, son decenas de agentes asesinados en diferentes hechos, sin contar las muertes y balaceras diarias a lo largo y ancho del territorio estatal. Pero, según ellos, son los medios responsables de tan funesto estado de cosas. Asuman su responsabilidad en vez de culpar al mensajero.

La versión de los medios extorsionadores que tergiversan la realidad es hoy el escudo oficial de corruptos e incompetentes funcionarios de gobierno, para protegerse de la información que los exhibe.

Con ese propósito la reproducen cientos de veces en los espacios radiofónicos pagados por el gobierno. Es claramente una estrategia comunicacional para ocultar su deshonestidad, auspiciada y promovida por el gobernador Corral.

No se engañen, eso les funcionará un rato, como a Duarte cuando decía que quienes osaban atacarlo apostaban contra Chihuahua. Falso, la terca realidad los alcanzará muy pronto o es que se ven inmunes al deterior propio de ejercer el poder.

Si alguien piensa que, tras dejar el senado y con su partido en ruinas, Patricio Martínez se tiraría en la mecedora, está equivocado. El inquieto exgobernador está convertido en uno de los cabilderos más eficientes de Cruz Pérez Cuéllar, aspirante más aventajado a la candidatura de Morena al gobierno estatal.

Tómelo con reserva, considere que se trata de voladas o chismes propios de fin de semana, pero entre personajes cercanos a López Obrador ha trascendido el cabildeo de Patricio para que Cruz sea el próximo gobernador de Chihuahua. Como la ve. Desde luego no andará en cruceros pegando engomados ni con la matraca en ristre, pero el hombre mueve en México sus influencias con ese propósito.

¿Cuál sería su objetivo, sabiendo que no es improvisado de la política y entiende lo que hace? Probablemente acabar de empinar al PRI en Chihuahua y comprar en preventa con alguien que puede sustituir a Corral ¿O será que apoya a Cruz para cerrar el paso de otro? ¿Su cabildeo ayuda o perjudica al senador Moreno?. Son preguntas.

López Obrador va en serio, cada vez queda más claro que la suya será un República del perdón. Sin que nadie le preguntase dijo que Rosario Robles, señalada por desfalcar cientos de millones de pesos en la llamada “estafa maestra”, es un chivo expiatorio y que las acusaciones sobre los desvíos millonarios son “un circo”. Así o más claro el perdón.

No hay vuelta hacia atrás, además lo ha dicho reiteradamente sin que nadie lo desmienta, que no rebuscará en el pasado. Dulces noticias para los gobernadores en fuga o detenidos, la absolución del nuevo tlatoani es plenaria y que nadie la cuestione.

Peña Nieto disfrutará de su casa blanca y en Miami el “as de oros” baila en un pie, brincando de alegría mientras espera que la Cuarta República se instale para volver a su amado Saucito. Aquí el único tarugo es la Coneja, pues el Duarte jarocho está por salir y a Borges no le han hecho ni cosquillas.