Después de Duarte qué, Javier

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Extender su bono democrático hasta el 2018, es una de las prioridades electorales de Javier Corral.

Sin duda recuerda la derrota del PAN en las intermedias de Francisco Barrio, cuando siendo diputado local sufrió la dolorosa experiencia de regresar el control del Congreso a la mayoría priista.

Esa historia la conoce al detalle, sabe que ahí empezó una seguidilla de fracasos políticos, el mayor de todos la derrota de Lalo Romero a la candidatura del PAN, extendido el sinsabor hasta su fracasada campaña contra Reyes Baeza. Observó como su equipo se derrumbaba en Chihuahua, a pesar de que Vicente Fox sacaba al PRI de los Pinos.

No es lo mismo perder el poder, a nunca haberlo tenido, antes del 92 sólo imaginaban su sabor, quizás podían olerlo, soñar que lo tenían. Pero una vez que probaron carnita con Barrio, cuando experimentaron por primera vez la sensación de tener las instituciones del Estado a su servicio y supieron lo que significa mandar y que todos obedezcan, debió dolerles hasta el alma perderlo.

Tras el relámpago de éxito de Barrio regresaron a lo suyo, recogiendo bajo la mesa las migajas del ganador: plurinominales –Javier sabe mucho de eso-, dos o tres alcaldías menores, seis o siete diputados locales, cargos menores en Congreso, organismos electorales, transparencia, regidurías, el descuento del predial, la proveduría cómplice.

Se habían acostumbrado a que así es la política, hasta que llegó el cinco de junio y otra vez al olimpo del poder local. He dicho en columnas anteriores que las asimetrías entre el 92 de Barrio y el 2016 de Corral son muchas: Barrio ganó a consecuencia de su legendaria campaña del 86 y el falso espíritu democratizador de Salinas, buscando reconocimiento internacional; Corral es beneficiario del hartazgo social contra “el vulgar ladrón”, como llama despectivamente a César Duarte. Aquella victoria fue consecuencia de una larga lucha social contra el régimen, ésta un castigo al gran corrupto.

No obstante el resultado final es el mismo, el PAN gobierna de nuevo Chihuahua, con una diferencia, hoy conocen la sensación del poder y llevan la experiencia acumulada en más de dos décadas de fracasos y frustraciones electorales. No querrán dejarlo, al contrario, intentarán sentar las bases para un imperio que dure mil años.

Para mantenerlo y trascender Javier necesita cumplir su promesa de encarcelar a Duarte, la gente quiere verlo retratado tras las rejas, burlarse y hacer mil memes, disfrutar sabiendo que aquel gobernante abusón, prepotente que circulaba por las calles protegido por un convoy artillado, al que Juan Gabriel cantaba despacio y al oído, el que usaba helicópteros y aviones del gobierno como si fuesen de  su propiedad, el que hizo un “balconsote” en Palacio y destruyó una casa histórica en Parral buscando la utopía escultórica de la mayor estatua ecuestre de Villa e intentó profanar la capilla del Centaur…

La descripción anterior representa la carga emotiva de un pueblo que se siente ofendido, harto de los excesos, cansado de ver como una pandilla de insulsos parasitaba las finanzas públicas mientras los grupos de poder guardaban silencio, convirtiéndose en cómplices del saqueo.

Por eso la necesidad política del Javier en cumplir su promesa de cárcel. Necesita refrendarla en los hechos o se verá sometido al desgaste electoral. Si falla quedará reducido a calidad de un gobierno anodino y mentiroso como muchos en este país, otro más de los muchos de los que él mismo ha renegado durante décadas.

Empezó bien, recuerde el aplauso generalizado durante el acto donde protestó el cargo, al momento preciso en que refrendó la promesa de cárcel. Además hoy vemos que de los discursos iniciales pasó a los hechos, reabriendo los expedientes archivados por González Nicolás contra César Duarte y Carlos Hermosillo, Herrera les importa poco, que desestimó la Federación, carpetas a las que agregarán 60 expedientes –lo declaró el jueves- entre los cuales al menos la mitad podrían ser desahogados por la vía penal, según complementó la información Peniche.

No cumple los tres meses y ya arrimó a Hermosillo y a los abogados de Duarte a los juzgados locales, está concentrado en su propósito fundamental. Si alguien lo compara con Miguel Ángel Yúnes dirá que actúa despacio, en Veracruz recuperaron casi mil millones de pesos y están liberadas varias órdenes de aprehensión, entre ellas una contra Javier Duarte. Cierto, no obstante los casos son diferentes, allá la Federación entró con todo, acá es omisa.

Con independencia de interpretaciones personales o de gusto, el escenario para el circo está montándose, estamos frente a los “maxiprocesos”, el show de la corrupción en acción y Javier oficia de gran fiscal. Seguro varios irán a prisión o terminarán huyendo de la justicia, pero mientras Duarte siga en libertad “disfrutando sus millones”, la audiencia quedará frustrada y el fiscal, a los ojos de los electores, será un fracaso.

La expectación crece pero no lleva prisa, intentará extender el espectáculo hasta las elecciones del 2018, si puede hacerlo, perfecto, hay que recordar a los electores que los priistas son corruptos y él brazo justiciero de los ciudadanos, que no erraron eligiéndolo.

Abusados, el desenfreno justiciero tiene límite, pronto la gente pedirá respuestas de su gobernador y cuando lo hagan únicamente los paleros o fanáticos del PAN aceptarán la tesis de falta obra por que “no lo dejan hacer nada”, pues Duarte se robó todo el dinero y en México no lo apoyan por que quieren verlo derrotado. Esta historia que la compren en Oaxaca, Veracruz o Chiapas, Chihuahua necesita respuestas.

En la parte de gobernancia Javier está confundido, no sabe qué hacer. Apelar a las fundaciones internacionales, a la buena disposición de los empresarios para conseguir dinero es de tal superficialidad que cae en irresponsabilidad.

No soy de los que piensa que Javier espera que la gente llegase con guajolotes, gallinas y redes de frijol para ayudarlo en salvar la patria, pienso que su inusual discurso de auxilio es para exhibir la corrupción de Duarte y eventualmente justificar sus inacción, argumentando que no puede hacer nada por que lo dejaron sin un centavo.

Como dije arriba, ese argumento le servirá poco tiempo, si quiere credibilidad necesita adoptar medidas eficientes que estén en su poder de decisión.

Por ejemplo aplicar una disciplina en gasto operativo, concentrado en reducción de nómina, sobre todo en áreas de bajo impacto en resultados, es decir las que no contribuyen a las actividades sustantivas, salud, educación, seguridad, ni a los ingresos estatales.

Ajuste la plantilla de personal eventual sin funciones claramente definidas, por lo menos 3 mil plazas de las 17 mil existente, pues el Congreso tiene aprobadas sólo 12 mil.

Apretar la nómina de los organismos descentralizados con duplicidad de funciones con el gobierno central, delegaciones federales y municipales, programas asistencialistas, donde el tiradero de dinero es inmenso y los resultados magros.

Reducir o eliminar el gasto corriente relacionado con recursos materiales, como pagos de arrendamientos de inmuebles. La dispersión de oficinas es increíble, lo mismo que la inversión en suministros, donde por lo regular favorecen a sus amigos.

Diseñar una reingeniería para los 47 organismos descentralizados cuya dependencia económica corresponde al Estado y donde la contribución federal es ridícula, como los programas de la Tarahumara, DIF, Desarrollo Social, Desarrollo Rural entre otros.

Y algo muy importante, de lo que siempre reniega el PAN cuando es opositor, acabar con la transferencia de recursos a los organismos con capacidad de generar ingresos propios: JCAS, Transporte, Salud, Ichisal.

Reestructurar pasivos bancarios para mejorar tasas de interés, plazos, montos, pagos, que impacten en menor medida a los flujos de pago periódicos que el Estado debe realizar.

Multiplicar los esquemas financieros a partir de los programas federales; obtener nuevas concesiones carreteras, aprovechar los remanentes carreteros siempre que los restrinja a su periodo de cinco años.

El pasivo del Estado es de 3 mil 500 millones de pesos, según Fuentes Vélez, quién por cierto envía datos contradictorios, pues también declaró que era de siete mil. Es obligación de Javier reducirlo sin paralizar las actividades de gobierno.

Por desgracia hace exactamente lo contrario, creo tres nuevas secretarias, lo que significa más burocracia, despide a los burócratas de Duarte y contrata a los suyos, no tuvo dificultades económicas en aprobar el Fideicomiso para Repechique, por que beneficiaba a su amigo Ávila y a empresarios de apellido Elías.

El afán de Javier por encarcelar a Duarte lo puede perder, si en el camino se olvida de gobernar, la eficiencia se demuestra en los hechos, no en las declaraciones. Que weba, los chihuahuenses no podemos tener un buen gobernador, en que momento nos cubrió la maldición gitana. Espero que no sea para siempre.

Autor: Luis Froylán Castañeda