*Origen del atraco; impericia de Corral

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 En abril del 2007 la Cámara de Diputados hizo cambios a la ley general de participaciones, en los que modificó dos conceptos fundamentales como criterios de asignación federal de recursos a los estados; el ramo 28, de las participaciones federales, y el Fondo educativo. Ponderó el número de habitantes y la población estudiantil por estado, sobre las aportaciones estatales a la Federación.
Las sutiles modificaciones tuvieron un impacto desastroso en las finanzas de estados con escasa población y respetables aportes a la economía nacional, como Chihuahua. Siendo la quinta economía del país sus participaciones federales quedan reducidas al número de habitantes, donde está ubicado a mitad de tabla. Efecto inverso en economías como el Estado de México, la Ciudad de México, Veracruz, por ejemplo.
Desde entonces se ha dicho que las reformas fueron producto de un complot entre Ernesto Carstens, Secretario de Hacienda con Felipe Calderón, y Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México. Arturo Montiel dejó un enorme hoyo en las finanzas mexiquenses que Peña necesitaba resolver para evitar que lastrasen su precampaña presidencial.
¿Porqué permitieron los gobernadores perjudicados, la mayoría de ellos, un cambio que socavaba las finanzas de sus estados? Los del PAN por agachados, la propuesta provenía del gobierno calderonista; los del PRI por que veían a Peña muy afianzado hacia los Pinos. Todos guardaron silencio esperanzados en que recuperarían lo perdido por otras vías. El clásico luego me arreglo yo.
Tres años antes Patricio Martínez entregó una administración ordenada, quizás sea el gobernador que mejor organizó las finanzas públicas y redujo la deuda casi a niveles de cero. Así la llevó Reyes Baeza los primeros tres años, pero después de la reforma “Carstens-Peña” empezaron los sufrimientos, cargándose principalmente la nómina educativa mientras mermaban, en términos reales, las participaciones federales.
Quienes conocen las finanzas estatales desde adentro, apuntan un creciente déficit que inició con mil millones de pesos en 2008 y llegó hasta los tres mil al finalizar el sexenio de Reyes, en 2010. Con deuda mínima, el creciente déficit era manejable entonces.
Describen una escena que ilustra las maniobras financieras para tapar los boquetes, en la que aparecen de protagonistas Javier Garfio, Secretario de Obra Pública, y Cristian Rodallegas, Secretario de Hacienda, durante los primeros años de César Duarte.
Provisto de un amplio catálogo de proyectos acomodados bajo el sobaco, Javier Garfio llegó a la oficina de Cristian Rodallegas una fría mañana de enero, del 2013. Iba entusiasmado, sonriente de recibir aprobación de Duarte para “fondear” las obras propuestas, así que sólo necesitaba acordar los detalles con Cristian. El dinero no era problema, gobierno acababa de contratar deuda por tres mil millones de pesos. Todo estaba en su sitio.
Garfio desplegó los proyectos, uno a uno sobre la enorme mesa de madera en la sala de juntas, esperando que Cristian abriera la chequera sin resistencia. La respuesta dejó frío al entusiasta ingeniero: no tenemos dinero para obra. Es más no tenemos dinero para nada. ¡¡¡¡Qué!!!!! Habría preguntado Garfio destemplado, los proyectos están autorizados por el gobernador. Pues si, pero la realidad es que no hay dinero. ¿Y los tres mil millones que recibiste? El préstamo era para cubrir pasivos y ya se cubrieron. Fin de la discusión.
Con los tres mil millones –mil cien de Inbursa y dos mil de Bancomer- Cristian solventó desvíos de recursos federales para gasto corriente. Era el déficit de tres mil millones de pesos con el que cerró Reyes y por fuerza necesitaban dejarlo saldado, estaban siendo observados por la Auditoria Superior, a ningún gobernante le gusta ver su nombre inscrito en auditorias oficiales.
Si Reyes entregó la administración con un déficit de tres mil millones, en sus locuras y desvaríos megalómanos César Duarte la llevó hasta los diez mil millones anuales en los primeros tres años. De un presupuesto, pongámoslo en 50 mil millones promedio, Duarte se sobre giró cada año con un quinto.
Se alocó abrir planteles de bachilleres sin sentido, patrocinó dispendiosas campañas políticas dentro y fuera de Chihuahua, pagó servicios, obras, medicinas tres veces más caro de lo normal con tal de quedarse con una parte y distribuir entre sus amigos otra. La suya fue una borrachera administrativa perpetua y dispendiosa.
En ésta parte entró el ábaco mágico de Jaime Herrera, un mago heterodoxo de las finanzas dispuesto a satisfacer los apetitos incontenidos de dinero y poder que movían a su ensoberbecido jefe, quién pensaba que podía comprar la Presidencia de la República despilfarrando dinero de los chihuahuenses. Con tal despropósito hipotecó, como si fuesen de su propiedad, los bonos carreteros durante treinta años y endeudó el estado hasta límites apenas tolerables.
De ahí viene la deuda de cincuenta mil millones de pesos, en los términos técnicos que decidan ponerla. Sólo así lograron reducir de diez mil a cinco mil millones el déficit anual. Sigue siendo muy alto y sobre todo terminó el sexenio sin verse reflejados en el desarrollo estatal, se les esfumó como agua entre los dedos.
En esas condiciones desastrosas y limitado en las bursatilizaciones e imposibilitado para contratar más deuda, recibió Javier Corral el gobierno. Tiene razón cuando habla del enorme boquete financiero, cada año faltan cinco mil millones de pesos y las alternativas para proveerse de recursos son estrechas.
¿En que va hoy, luego de los primeros dos años? Son opacos en asuntos de finanzas, presumen cada nueva orden de aprehensión contra Duarte y sus asociados pero guardan, celosos, la información financiera, saben que han fallado en resolverlas y ocultan sus deficiencias.
A pesar de la nula obra pública y los programas de austeridad anunciados con esmero, la realidad es que no han conseguido bajar el déficit ni un centavo. Están en la peor situación; de Peña nada recibirán, tampoco de López Obrador en diciembre.
El 2016 lo cerraron con mil millones de apoyo federal, en 2017 proyectaron 64 mil millones y sólo ejercieron 59 mil, éste 2018 están desesperados sin saber que hacer. Por eso las medidas desesperadas de correr gente.
La administración de Corral entró en una de las etapas más criticas ¿Qué hacer si frente a sí tienen la quiebra y del gobierno nada pueden esperar? Aparte de las liquidaciones forzadas tendrán que contratar deuda pública y no “cortos” de mil millones, les resulta insuficiente.
El problema es que, si consiguen aprobación del Congreso, ante su evidente ausencia de pericia para manejar las finanzas, el nuevo endeudamiento sólo servirá de paliativo, el déficit seguirá creciendo y la obra en ceros.

Entiendo, da weba saber que Corral y en consecuencia Chihuahua está a merced de López Obrador ¿Cómo conciliar esa urgencia de dinero con la obsesión de meter a Peña y Duarte en prisión, si la nueva política es de amor y paz olvidando el pasado? Échete ese trompo a la uña.