*Tensa relaciones AMLO-Corral

* Loera tiene firmada su licencia

* Falomir se mide con Noroña

* Inadmisible la intimidación

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Los diputados del PAN asaltaron ayer la tribuna de San Lázaro. Protestaban por las reformas a la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, en particular lo relativo a los delegados únicos, a quienes los gobernadores han motejado de forma peyorativa “virreyes”, “jefes políticos”, “superdelegados”.

Colocaron al frente una enorme manta con la imagen de López Obrador tocado con una boina roja al estilo Hugo Chávez y la leyenda “No al la Dictadura de Obrador”, coreando el acto de resistencia con el estribillo “es un error estar con el dictador”. Lograron su cometido de reventar la sesión, aunque no podrán mover ni una coma a la reforma legislativa.

Entre los diputados más enjundiosos estaban los de Chihuahua, sobresaliendo Miguel Riggs y Mario Mata, responsables del operativo para posicionar la manta y activos en el griterío. Ambos no mueven un dedo sin autorización de Javier Corral, si encabezaron la protesta es por que recibieron instrucciones, de otra manera se forman calladitos en la parte posterior y dejan que otros agiten las matracas.

La figura del delegado único tensa las relaciones entre López Obrador y Javier Corral, a pesar de que el mandatario estatal intenta de diversas maneras llevar la fiesta en paz. Mal inicio, todavía no es presidente en funciones y ya puso a los gobernadores de rodillas, entre ellos al nuestro.

Juan Carlos Loera muere de risa, sabe que los pataleos de sus compañeros panistas son exabruptos de una oposición minoritaria y desorganizada que no merece mayor atención. Pasado el puente revolucionario pedirá licencia al Congreso para ocupar el cargo de delegado nacional, convirtiéndose de hecho y derecho en el mediador para que López Obrador distribuya miles de millones de pesos en programas asistenciales, sin que ninguna autoridad estatal pueda meter las manos.

Tiene razón Corral, como el resto de los gobernadores, en sentirse ninguneados, les pasarán los programas de apoyo por las narices y no podrán recomendar ni a la señora que limpia sus casas. Es la plataforma electoral de Morena y la cuidarán con esmerado celo.

Como dijo el Tlatoani a los empresarios y fifís que protestaron por la consulta del nuevo aeropuerto, “Váyanse acostumbrado”. No es que sea lo ideal, simplemente es la esencia de la Cuarta Transformación; al dictador lo que pida, cuando lo pida y como lo pida; los gobernadores que hagan antesala en las secretarías, esperando a ver cuando se dignan recibirlos.

Alan Falomir también tuvo su momento en la accidentada sesión del martes, celebrando un intercambio con el marrullero y desprestigiado Fernández Noroña, uno de los diputados más impresentables que ha dado la izquierda mexicana y vaya que se cuentan por docenas.

Poco que comentar, discutieron sobre el Impuesto Especial Sobre Productos y Servicios (IEPS), aplicado a las gasolinas. Desde luego Noroña guardó en la parte inferior de su cajonera las expresiones de “no al gasolinazo”, “derogación al injusto impuesto”, convencido de que ahora están muy bien, sólo por el cambio de gobierno. Estrellita a Falomiar, aprende a debatir entre tiburones de la más baja ralea.

Inadmisible que ninguna autoridad estatal haya condenado la intimidación al colega Barrientos, que agentes de la Fiscalía provistos de armas largas hicieron en su propio domicilio reclamando la publicación de un reportaje.

Pasan los días y el silencio sólo revela una clara complicidad de Palacio con las oficiales amedrentadoras, tres mujeres fuertemente armadas y sin identificarse, cuyas actitudes son idénticas a las de los grupos criminales.

Ya son varios días del atentado –esa intimidación no es sino un burdo atentado a la libertad de expresión- y el silencio prevalece en todo gobierno. Así se defiende la libertad de expresión en Chihuahua. Recuerden, les faltan menos de tres años, el gobierno no es para siempre.