CARTAS DESESPERADAS A SANTA

*Patricio pidió una resortera

*Corral quiere sesenta autos

*La Barbi y el Ken de Maruja

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Este 2016 que fenece, las cartas pusieron a prueba paciencia y bondad de Santa: de humildad y contención personal unas; de rebeldía pidiendo carbón o habas, otras; refrendando el nacionalismo, unas; mejor que nada traiga y se olvide de mi las más desesperadas. Recibió desde Chihuahua una diversidad sin cabeza ni pies.

Véalo usted, amable lector.

El niño Patricio Martínez, estudioso de la historia desde los cinco años, describió con detalle su cartita: Querido Santa, sólo te pido una “onda”, quizás necesite explicar de que se trata, es un instrumento primitivo que al ejercer sobre él fuerza centrífuga dispara proyectiles de piedra con extrema precisión y a gran distancia.

-¿Una onda, pequeño Patricio?

-Como escribí, sólo una onda. Pero que sea la usada por el pequeño David cuando derrotó al gigante Goliat, en la batalla definitiva de judíos contra filisteos. Con esa me conformo, quiero disparar justo bajo el copete de un tal Trump que pretende robarnos territorio nacional y si fuese sólo eso estaría bien, pero el infame eligió una parte de Chihuahua, un agravio así calienta a cualquier niño informado de la historia. ¿Me la traerías?

Imposible –razonó Santa en su interior- ni los judíos más ortodoxos y sabios la encontraron. Ese no es un deseo, ni siquiera aspiración de un milagro, es una quimera y como el niño parece inteligente, le regalaré una resortera de mezquite oriundo de Satevó, seguro lo hará feliz.

Y lo hizo hasta que comprobó que la resortera sólo servia para cazar lagartijas, su alcance no despeinaba el copete de nadie, menos al otro lado del muro. En ese momento se frustró el precoz infante.

Otra carta desquiciante la del niño maravilla. Pidió sesenta autos nuevecitos de paquete.

-¿!Sesenta autos nuevos, pequeño brillante!?

-Mínimo, barbón pasado de peso, menos no me sirven, respondió ufano el infante.

-Pero Javiercito, hay niños que no reciben ni un solo auto y tu quieres sesenta, podrías ser generoso y esperar una bicicleta.

-Este gordo no comprende, se enfadó Javiercito, lo que pido son sesenta autos de formal prisión, para los niños que ocuparon mi casa antes de llegar mi familia. Mira, querido Santa, eran muy malcriados robaban pelotas, ropa de los tendederos, bicicletas. Es más, un día despojaron del mandado a doña Chona, la anciana al final de la calle. Quiero sesenta autos y no acepto menos. Tu sabes, lo tomas o lo dejas.

-Si esos niños eran malos y rateros ¿Por qué pedir sesenta autos?

-En serio que no entiendes ¿Eres tarugo o te haces? Hablo de sesenta autos de formal prisión ¿capichi?

-Te diré como al pequeño Patricio, dijo Santa haciendo acopio de paciencia, milagros no hago, esos autos pídalos usted a su amigo penichito, yo entrego regalos no soy fiel de disputas en barrida, los dejo con sus pendencias y voy a otra carta.

-Querido señor Santa, usted siempre atento y servicial, amante de las instituciones y la buena conducta, quiero pedirle únicamente un cernidor acompañado de una licuadora, si decide que sea batidora igual: Atentamente su leal amigo y seguro servidor Reyitos, el siempre bien portado.

-Vaya, por fin encuentro a un niño sensato en ese pueblo remoto, sencillo conseguir un cernidor y una licuadora. Pero que extraño, porqué un varoncito pediría instrumentos de cocina.

-Señor Santa, pequeño descuido, olvide decir que el cernidor debe parecerse a la aguja bíblica por cuyo agujero puede pasar un ser humano. Mi cernidor sería igual, pero en lugar de uno que sean mínimo diez.

-¿Queeeeeeee? Un cernidor mágico mayor a la aguja bíblica!?

-Pues si, señor santa, y la licuadora también. Quiero que por el cernidor pasen los mejores diez prospectos para dirigir mi casa del árbol, entienda que me falta tiempo de regresar al parque donde nací, así que busco a un niño que me cuide la casa y su banca principal.

-¿Y la licuadora, pequeño reyitos, veo que creciste mucho de un año para otro?

-Comprenda, una vez que pasen los diez elegidos, necesitaré ponerlos en una licuadora para que de todos se haga uno antes que se despedacen entre ellos, es mi obligación cuidarlos. Me han dicho que en el parque pelean unos contra otros sin tener razón. Hay que ponerlos en cintura  ¿Lo crees santa?

-Querido Reyes, búscate otros regalitos, te has portado bien, si quieres te pongo de astronauta en Marte, pero no me pidas esos utensilios de concina.

Muchos varoncitos en las cartas, buscaré niñas, dijo santa. Ufff, otra de Gustavo Madero, ya le mandé los moches ¿Quiere más? Fernando Álvarez, no moleste, sus peticiones de armonía y felicidad para el 2018 enfadan; de Arturito Fuentes ¿!La chequera más grande! Del mundo? Hubiese pedido mejor el ábaco de Jaimito; Armandito el independiente quiere una silla que no lo vuelva loco, otro imposible, la quemaron Teto, Serrano, González Mocken y los cincuenta anteriores; Marco Adán un rancho con nogalitos, le traeré una trocka de llantas grandotas, para que aprenda a pedir con propiedad. Cesarito, no hay mayor imposible, esas cartas diríjalas a los santos de los asuntos imposibles y desesperados.

Veo que al fina llegó una carta de niña, la pequeña Maruja, de sonrisa tan linda que me estruja. Oooooh que tierna, expresó el bonachón.

-Querido Santa, escribió marujita, como este año me has dado dicha, salud, felicidad y nueva oficina –sobre todo eso- la oficina, pues salud y dicha pueden esperar, sólo quiero pedirte una Barbie, la más austera y bien portada que sepa caminar entre calles sucias y colonias deshabitadas como siempre he soñado, aunque me produzca urticaria cuando pasó por ahí.

Pero eso sí, la Barbie vestida de princesita o mejor de china poblana con lentejuelas y toda la cosa. Corrijo, con traje de tarahumara -Margarita  se molestaría si la vistiese poblana- siempre que su blusa sea azul y la falda morada. Eso sí, un Ken perfecto y buen mozo, alto, fornido, mensón, de modo que nunca busque otra razón.

-Concedido, pequeña maruja, sonrió Santa, pondré tu carta en el arbolito de mi cabaña como ejemplo de lo que se debe pedir, es bueno saber que hay que Chihuahua una niña prudente y sensata ¿Cómo describiste al Ken?

Esta columna abrevió el Guadalupe –Reyes, empieza este viernes y termina hasta el dos de enero. En esa fecha regresa la columna. Feliz Navidad y prospero año a todos sus lectores.