Onerosa e inútil “valentía” de Corral

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Tenía previsto entregar mi visión personal sobre los “candidatos” de Acción Nacional para la elección 2021, teniendo en cuenta que corren tiempos de juntar varas, es decir de precampaña. Así de alocada y previsible es la política, no hay espacio para la tregua.

Lo haré después, hoy encuentro imposible ignorar la fría visita de López Obrador a Ciudad Juárez, el sábado pasado, y el desencanto que Javier Corral afirma tener con el presidente. Expresa, en cuanto foro le resulta propicio, que Chihuahua jamás había sido tan mal tratado por la Federación.

La relación de los gobiernos locales con la Federación usualmente ha sido compleja, la distancia y falta de un grupo político consolidado y fuerte de chihuahuenses en la escena nacional suelen ser determinantes en ese trato injusto del que habla el gobernadores. NO sucede lo mismo con el estado de México, Veracruz, Puebla, o Hidalgo, por ejemplo, por que de ordinario están más cerca del poder.

Pero estoy de acuerdo con Javier Corral, nunca la entidad había sida tan maltratada con el presupuesto. Sólo agregaría que eso se debe a que nunca habíamos tenido un gobernador tan belicoso, desafiante, retador de la autoridad federal y desentendido de los asuntos domésticos como él. Pone más empeño enemistándose con los presidentes que en los asuntos sustantivos del gobierno.

Por alguna extraña razón Javier Corral no se entera que sus dichos, hechos u omisiones repercuten, para bien o para mal, de manera directa en la entidad por él gobernada. Cómo esperaba recibir de Peña Nieto un trato amable, comedido y de respaldo a la entidad si pretendía meterlo en prisión. Imposible, es la mayor insensatez que haya visto en mis 31 años de periodista. Cualquiera que se pele con la cocinera come sopa de calcetín.

Peña Nieto dejó la presidencia, es pasado, su diferendo con Javier Corral hoy es parte de la historia, pero habiendo tenido esa mala experiencia el señor la desestima y reincide. Otra vez se ha instalado en el discurso desafiante, declara con desparpajo que no le tiene miedo al presidente y, haciendo pasar a sus colegas por cobardes, que otros gobernadores están en desacuerdo con AMLO pero no se atreven a declararlo. !Pues claro que no! ¡Por el amor de Dios!, se mantendrán callados por que les importa más el estado que gobiernan que su protagonismo y cuando hablan fuerte, como el gobernador de Jalisco, lo hacen abrazados por la sociedad que gobiernan y en tono comedido. Lo cortés no quita lo valiente.

Tenemos una larga tradición de políticos hechos a la “yes men”, formados en la cultura del gran tlatoani: ¿Que hora es? la que usted diga, señor presidente. Dijo el presidente que los cocodrilos vuelan, desde luego, bajito pero vuelan. Ah, pero al señor gobernador de Chihuahua nadie lo doblega, jamás lo verán inclinar la cabeza ante nadie, para hincarle de rodillas hay que córtale las piernas.

Pues si, admirable su verticalidad, su valentía de siempre decir verdad, expresar lo que siente. El problema es que esa dignísima verticalidad que profesa y de la cual siente orgullo inconmensurable –de otra forma no la presumiría como lo hace- le están pasando una factura muy cara a la entidad, a todos los chihuahuenses. Para empezar mil millones de pesos que deberían ser invertidos en la tan necesitada obra pública, tomando e  cuenta que en los dos años que lleva ha sido incapaz e poner un ladrillo sobre otro o tirar medio kilómetro de pavimento para nueva carretera.

Su valentía huele, de lejos, a una prematura precampaña presidencial intentando encabezar la oposición al nuevo régimen. Hay un pero en su legítima ambición de ser presidente, si fuese el senador o el diputado Corral estaría muy bien, pero en este momento tiene la más alta responsabilidad ejecutiva con Chihuahua, no se pertenece, su compromiso es superior a los cálculos de futurismo político.

Nadie quiere verlo de rodillas ni puesto cuatro para que pasen sobre él y lo pisoteen, sólo se le pide un mínimo de sentido común, que guarde para sus amigos los comentarios que duelen en la Federación. Tiene muchos momentos de esparcimiento, fuera de reflectores, para desahogarse ¿Por qué hacerlo en público sabiendo las funestas consecuencias?.

Es muy obvio, sólo un necio negaría que López Obrador está creando, aceleradamente, una plataforma electoral con los programas sociales sobre la cual planea hacer perdurar el régimen. Aspira que dure cien años, pasar a la historia como Juárez, Madero, Cárdenas. ¿Supone Corral que los otros gobernadores no se han dado cuenta de las intenciones electoreras? Desde luego que si, pero guardan silencio. Y eso no es indigno ni humillante, sólo una actitud mesurada.

Eso de usar dinero del gobierno para sus planes electorales puede decirlo cualquier analista político, yo lo he citado en innumerables ocasiones. También le es dable criticarlo a diputados, senadores, líderes de la oposición, presidentes de un partido político y hasta Juan de las cuerdas, pero no a un gobernador. El costo de hacerlo no va con cargo a su persona o imagen. Como está visto en Chihuahua, lo pagan los ciudadanos.