*Loera-Maynez, cinismo

* La improvisación cuesta

 En el episodio legislativo que confrontó a Juan Carlos Loera, representante del gobierno federal, y el diputado Misael Maynez, coordinador del Partido Encuentro Social en el Congreso, prevalece un tufo de cinismo y desvergüenza del que ninguno escapa. Ambos quedan cubiertos de lodo hasta el pescuezo y de pasada contaminan a los legisladores de Morena, incluido el Pichú de la Rosa, promovente de la demanda por el tema de la camioneta.

La trama es ordinaria tratándose de negociaciones legislativas: en medio de la ríspida discusión por aprobar una segunda reestructuración a la deuda estatal –el aumento a las tasas envió al caño la primera- un renuente diputado Maynez cambió su postura radical por el NO y, dócil, se avino a la propuesta gubernamental. Detalle menor, el súbito cambio sucede tras estrenar una camioneta cuyo valor comercial ronda el millón de pesos.

Las sospechas de un arreglo económico a cambio de su voto eran más que justificadas: el Congreso sin planes ni dinero para comprar vehículos, cierre de año, votación de alto interés para el gobierno y una Legislatura sin fracciones ni mayorías definidas. Cuadro perfecto para el medro con chantajes de votación.

Estimulados por la retorica moralista del Pichú, veterano activo de la izquierda, la bancada de Morena promovió una acción legal contra el diputado y coordinador del PES, acusándolo de cambiar su voto por dinero mientras, radiante, conducía una Yukón del año.

El desencuentro empezó a mediados de diciembre sin embargo la demanda quedó formalmente presentada hasta el martes pasado, tenga presente que los señores diputados respetan los tiempos festivos, necesitaban espacio para brindis, congratulaciones mutuas y extenuantes sesiones de tamales.

En Morena jamás calcularon la reacción de Maynez. En vez de tragarse el sapo sin hacer gestos desdobló su ira contra Loera, a quién supone jefe político de los diputados, acusándolo en público de pretender “negociar” los votos de Morena a cambio de prebendas. Está molesto por que le eché a perder un negocio, dijo insinuando que Loera encabezaba una negociación económica y por tanto vergonzosa para entregar los votos de la reestructuración a Corral.

Loera, Maynez y los diputados de Morena causan pena; muestran una cara de honestidad que los delata a simple vista y lo hacen con el cinismo de quién se mueve en los círculos de la perversidad y las negociaciones políticas amparadas en la oscuridad.

Si quieren combatir la corrupción, los representantes de la Cuarta Transformación en Chihuahua necesitan empezar por ellos mismos, transparentar su actuar, decir verdad y conducirse en apego a los lineamientos de la austeridad republicana dictados por López Obrador. La honestidad valiente cuesta ¿se han percatado?.

Si el descaro de Loera y los legisladores de Morena es inaudito, los remedios de Maynez para evadir la demanda y sofocar las críticas mediáticas carece de nombre. Tras aceptar el soborno –es lo que parece- hace cambio de propietario y deja la camioneta en cuestión a nombre del Congreso. Está como el niño que responde “yo no fui”, cuando la madre pregunta quién quebró tal o cual bisutería.

Encima el insensato promete entregar la Yukon si alguien muestra la generosidad de regalarle un auto, pues el inocente se mueve entre Juárez y Chihuahua sin tener vehículo propio. ¡Una coperacha para el diputado! No seamos así, lo necesita con urgencia ¿Cómo es que llegaron a ser diputados estas personas? Su ligereza me asombra, los sitúa fuera de la realidad.

Vea usted el condicionamiento de Maynez a los electores: Si quieren que viaje y los represente como legislador, entonces regálenme carro o dejen de joder por la Yukon que me regaló el Congreso. Hubiese dicho lo mismo en campaña, a ver quien vota por él. Confunde a los electores con sus feligreses.

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