La falta de confianza de las niñas arruina sus vocaciones científicas

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Las niñas se creen menos capaces que los niños a la hora de alcanzar objetivos que requieran habilidades científicas, según los datos del último informe PISA de 2015 facilitados a EL PAÍS por la Unidad de Igualdad del Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP). Esta falta de confianza, denominada autoeficacia en ciencias, es común en la mayoría de países de la OCDE.

Los estudiantes con poca confianza en sí mismos corren el riesgo de obtener peores resultados en ciencias a pesar de sus habilidades, según el psicólogo Albert Bandura. Esta tendencia se ve reflejada en el informe PISA, ya que en España, los chicos, además de tener más confianza en sí mismos, consiguen mejores resultados que las chicas en este ámbito.

La OCDE realiza la prueba PISA a los alumnos de 15 años para medir sus competencias en ciencias, matemáticas y lectura. Pero los sesgos sobre las capacidades de las chicas empiezan mucho antes. En una investigación publicada en 2017 en la revista Science, se preguntaba a niños y niñas si, cuando se les hablaba de una persona especialmente inteligente, creían que era de su sexo o del contrario. Cuando los pequeños tenían cinco años, no se observaban diferencias, sin embargo, a partir de los seis, la probabilidad de que las niñas considerasen que la persona brillante fuera de su sexo descendía.

La proporción de chicas que cursa el Bachillerato científico desciende ligeramente desde 2012.

La autoeficacia en las ciencias ha sido relacionada por expertos no solo con el rendimiento de los estudiantes, sino también con su orientación profesional y su elección de cursos. “Las chicas en general tienen menor autoeficacia ante la ciencia, practican menos actividades científicas en su tiempo libre y se ven cuando son mayores trabajando en ámbitos tecnológicos menos que los chicos”, explica Montserrat Grañeras, responsable de la Unidad de Igualdad del MEFP.

En la OCDE solo el 5,2% de las chicas frente al 12% de los chicos espera trabajar en ciencia e ingeniería. También son menos las mujeres que quieren dedicarse a las tecnologías de la información y la comunicación (un 0,4% de chicas frente a un 4,7% chicos); y sobre todo, en España (un 1% de alumnas frente a un 7% de alumnos). Grañeras hace hincapié en que la falta de interés de las niñas “no es tanto hacia las ciencias en general como hacia lo tecnológico”. Prueba de ello es que en el país el 19,8% de las chicas espera trabajar en ciencias de la salud frente al 6,9% en los chicos.

El informe de PISA revela que en todos los países los chicos participan con más frecuencia en actividades científicas, es decir, ven programas, leen libros o visitan webs. Según los expertos, las diferencias en el interés por un tema determinado pueden derivarse de las diferencias en las oportunidades de acceso a la actividad. También influye el apoyo recibido para que esa atracción inicial se convierta en una motivación más estable.

 

“El primer momento en el que los alumnos toman una elección masiva en torno a lo científico es en Bachillerato o al escoger la Formación Profesional Básica, que está dentro de la Educación Secundaria Obligatoria. Ahí ya se ve la primera asimetría”, afirma. El 46,6% de los alumnos que escogen el Bachillerato científico son chicas frente al 53,4% de los chicos, según cifras del Espacio del Igualdad del MEFP. Este dato contrasta con otras modalidades como la de Arte, en la que el 67% son mujeres, o la de Humanidades, con el 62,4%. Además, la proporción de chicas que cursa el Bachillerato científico ha experimentado un ligero descenso progresivo desde 2012. En ese año un 46,6% de los estudiantes eran chicas frente al 45,7 de 2016. “Este descenso no es significativo, pero sí lo es la consolidación de este fenómeno no solo en los últimos años sino en décadas”, sostiene Grañeras.

La diferencia entre chicos y chicas es más pronunciada en la Formación Profesional Básica. Solo el 17,8% de mujeres escogen los ciclos formativos de Informática y Comunicaciones. Esta tendencia continúa en los mismos ciclos de Grado Medio y en el Grado Superior, donde apenas uno de cada diez alumnos es una mujer. Por el contrario, las chicas son mayoría en los ciclos de Química (un 56,1% en el Grado Medio y un 50,2% en el Superior) y Sanidad (un 72,3% en el Grado Medio y un 73,7% en el Superior).

En la Universidad, la tendencia es similar tanto en la elección de grados como de másters. Solo el 14,7% de los alumnos que empiezan Ingeniería Informática y el 30,5%, de quienes escogen los grados de Ingeniería, industria y construcción son mujeres. Mientras tanto, ellas son mayoría en las carreras de Ciencias (53,5%) y de la Salud y servicios Sociales (72,1%) son mayoría.

Una vez que finalizan sus estudios, también existe un techo de cristal que impide a las mujeres llegar a los puestos más altos. Esto se debe entre otros motivos los problemas de conciliación familiar y laboral, los obstáculos para que su trabajo sea reconocido y la dificultad a la hora de conseguir financiación para sus proyectos. Esa falta de confianza que el informe PISA ya detecta en los jóvenes de 15 años también puede afectar a las científicas a lo largo de su carrera profesional. “Las mujeres pueden tener una percepción de lo que son capaces de hacer distinta a la de los hombres. Los modelos de poder y de grandes científicos han sido hombres mayoritariamente. Eso va a cambiar porque la sociedad está cambiando”, concluye Grañeras.