*Pérez Cuéllar a todo o nada

* PRI ¿Quién recoge los despojos?

* Omar Bazán, un presidente feliz

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Si por activismo y tesón fuese, Cruz Pérez Cuéllar ya sería candidato a gobernador por Morena o cualquier partido que acepte postularlo. No pasa un día sin que el inquieto senador se haga notar: organiza cumples a manera de prematuros destapes, promueve a Ricardo Monreal –otro adelantado- se reúne con diversos grupos, sean de tres, diez o veinte personas, dispara contra Javier Corral, defiende los programas clientelares de López Obrador, con cualquier motivo realiza micro-informes, ofrece entrevistas a cuanto periodista la solicita.

Es un polvorín, un frenesí de activismo nunca visto en precandidatos a la gubernatura. Da la impresión que intenta recuperar el tiempo que perdido cuando los resultados electorales del 2016 lo dejaron fuera de reflectores, obligándolo separarse temporalmente de la vida pública, castigo severo para quién admite el calificativo de “animal político”. Es como si hubiesen puesto a un pez fuera del agua, mantenido con respiración artificial, así Cruz, lo alejan de la política y tiene dificultades para respirar.

Faltan dos años para que los partidos elijan candidatos y cualquiera en Morena sabe que López Obrador no permitirá que le secuestren la candidatura ¿Hace bien Cruz, entonces, en forzar así los tiempos? Es la pregunta formulada por observadores y políticos que siguen sus andanzas.

A pesar de su corta edad –ronda los 50 años- y de transitar siempre en la oposición donde no se adquiere experiencia de gobierno, Cruz es un político experimentado. Sabe que la ruta del “espera señales del jefe” no es la suya y opta por la libre, seguro de no estar en el caprichoso corazón del Tlatoani.

Su razonamiento es simple: si voy a perder que sea jugando y con ese desparpajo, el de quién nada tiene que perder, apuesta al todo o nada. Además ya le resultó una, saltó del banquillo a senador, lo que venga después será ganancia. Esa condición, la de quién apuesta sin miedo a perder, es lo que hace de Cruz un prospecto a tomar en cuenta, dentro y fuera de Morena.

Tiene más posibilidades Cruz de llegar al gobierno que cualquier candidato del PRI. Tras la derrota pasada éste partido quedó desmoralizado, con una sangría constante de militantes, desprestigiado ante la sociedad, sin base ni dinero para construirla y arrastrando el estigma de gran corrupto.

Es optimista uno de sus tiburones emblemáticos, Francisco Labastida, cuando dice que para recuperar al PRI se necesita una tarea gigantesca. Más que una tarea enorme se requiere un milagro y los milagros no existen en los terrenos donde la moral es un árbol que da moras.

Entre los más serios aspirantes a gobernador por el PRI apunte usted a Tony Meléndez, Alejandro Cano, Teto Murguía, Lilia Merodio y, aunque lo dude, Enrique Serrano. ¿Cuál le gusta para gobernador? A excepción del vocalista y exdiputado federal, la mera mención de los nombres anteriores provocaría en los electores un impulso súbito de salir corriendo con las manos presionado fuertemente la cartera. No lo tomen literal, es la imagen que se construyeron los priistas en décadas de corrupción.

Aparte del desprestigio social que arrastra éste partido de vocación suicida –hizo lo imposible por perder y hasta hoy sus militantes siguen empeñados en destruirse unos a otros- arrastran el problema de los relevos en la dirigencia nacional y los comités estatales.

Antes de pensar en una candidatura por lo menos presentable, ya no se diga competitiva, necesitan renovar la dirigencia estatal y, como dijo Peña, en esta parte les pregunto ¿Quién recoge los despojos de un partido en decadencia sin perspectiva de triunfo? ¿Quién inyecta dinero a un proyecto sin destino? ¿Qué militante sale a las calles a pedir el voto sin pago previo?.

Contra todo lo que digan de Omar Bazan, que cierra los espacios, que genera el divisionismo, que no sabe ni donde está parado, que no controla ni a sus diputados, que se burla y reniega en público de sus adversarios, mal que bien el hombre está empeñado recuperar la confianza de la gente. No pasa una semana sin que convoque a Kenya y a sus últimos leales para organizar reuniones, así sea con cinco o siete militantes y además envía boletines como loco, esperando hacer presencia mediática. Es un presidente feliz.

Cuando logren quitarlo del CDE ¿Quién dará la cara por el PRI? ¿Alejandro? ¿Teto? ¿Lilia? ¿Tony? ¿Serrano? Se me hace muy gorda Antonia, son de los que la quieren pelada y en la boca. Vean desde hoy la realidad, no sea que las nuevas elecciones les resulten más traumáticas que el pasado tsunami de AMLO.