En moto hasta donde la tierra se acaba

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Lo más decente que le han dicho a Bernardo López García es que está loco. Se lo dijeron los amigos de la prepa, los maestros, los vecinos y hasta su papá. “Ni un peso tendrás de mi parte”, le dijo Juan Manuel López, administrador de empresas, cuando su hijo de 18 años le reveló: “Quiero darle la vuelta al mundo en moto”.

Parte de culpa la tienen el padre y el abuelo de Logar (Juan Manuel y Emanuel), quienes le contagiaron al otrora chico de 14 años la pasión por tomar distintos rumbos en motocicleta. Como aquel viaje de regalo al quinceañero que tuvieron por la Sierra Gorda de Querétaro. Bernardo en su nueva Yamasaki KLR 650, el papá en su Ducati Multistrada y el abuelo de 75 años en una BMW modelo 81.

La cosquilla por los motores llegó a la vida de Bernardo cuando tenía cuatro años. Competidor en go karts, intentó seguir en carreras de autos hasta donde la economía de la familia le permitió. Después se metió a trabajar en un taller mecánico y a estudiar la prepa, hasta que el padre le regaló a Isabela, su moto, y comenzó a crecer esa loca idea de llegar hasta el fin del mundo. Y de regreso.

Cuando se lo comenté a mi papá, lo primero que me respondió es que no me daría un peso para el viaje. Pero sí me dejó renunciar al taller mecánico y dejar la prepa. También me ayudó a planear el primer viaje y a buscar los patrocinios”, comenta Bernardo López García, mejor conocido en las redes sociales como Logar.

 

Bernardo tiene 20 años y ya cumplió su primera gran aventura: viajó desde León, Guanajuato, hasta Ushuaia, Argentina (donde la Tierra se acaba) y de regreso. “Se trató de un viaje de 13 meses, salí el 17 de agosto de 2017 desde mi tierra León, Guanajuato, hasta Ushuaia. Pasé por Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. De regreso recorrí Uruguay, Paraguay, Brasil, Perú, Ecuador y Colombia; ahí tomé un barco hasta Miami y luego un vuelo a México”.

Lo comenta y se escucha fácil, pero la travesía comenzó un año antes. “Tuvimos que buscar patrocinios, tocar muchas puertas, meterle equipo a Isabela y hacer la planeación del viaje”. Su papá Juan Manuel López lo acompañó en su moto hasta Panamá.

El plan era realizar el viaje en siete meses y lo acabé en 13. Pensaba recorrer 45 mil kilómetros y en total fueron 78 mil”, explica el ahora joven de 20 años, quien confiesa que muchas veces tuvo ganas de abortar el viaje. Repetir la frase: ¡qué carajos estoy haciendo aquí!”.

La primera vez que lo pensó fue en Ecuador, cuando “iba mirando el cielo y la camioneta de adelante frenó. Me estampé y salí volando. Me lastimé la mano y el doctor que me atendió en el hospital me dijo que tendría que parar un mes. La moto (Isabela) se averió y encontré un taller mecánico donde me prestaron herramientas para arreglarla, en la banqueta. Tardé 10 días en repararla, a la siguiente mañana ya estaba arriba de ella para seguir mi camino”.

No olvida el día que le dio salmonella en el Amazonas, con vómito constante y más de 15 veces cayendo de la moto en el fango. “Estaba a 38 grados y en un pueblito de tres casas. Una de ellas tenía un cuarto que la dueña rentaba como hotel para aquellos que se cruzaran por el camino. Tomé suero, medicinas (otra casa hacía las veces de farmacia) y dormí por 12 horas. Y, otra vez, encender el motor y seguir por la carretera”.

Logra sonríe y confiesa: “Dicen que soy suicida. Yo respondo que soy muy miedoso, pero trato de seguir mis sueños”. Después, abriendo los ojos como platos, narra cómo es que en territorio brasileño han muerto decenas de motociclistas, la mayoría extranjeros. “En la carretera, los ladrones colocan hilos de nylon con fibra de vidrio a la altura de la cabeza. Es para que te cortes el cuello. Te matan y te roban la moto. La misma gente de Brasil te advierte y te vende un ganchito con una navaja para cortar el hilo. Yo traía uno en Isabela y varias veces escuché cuando se rompía el hilo. Me dio pavor”.

Sin embargo, argumenta que se queda con las cosas buenas del viaje. Conocí mucha gente, amigos que te daban comida o alojamiento. En Colombia yo tenía miedo del narcotráfico, de la gente de Pablo Escobar y las FARC. Encontré personas amables”. También platica que en Bolivia la gasolina se vende al triple de precio a los extranjeros y no en todas las gasolineras.

¿Mujeres en moto? Durante el viaje vi muchas, como aquella menudita que encontré en el Amazonas y viajaba en una Yamaha. Iba más rápido que yo”.

 

Hacia Alaska

El próximo fin de semana inicia la segunda de las seis etapas con las que Logar planea darle la vuelta al mundo: Llegar a Alaska. “Voy a salir de nuevo de León, Guanajuato, tomar la Ruta 66 por la Trans American Trail, de Nueva York a Oregon y llegar a Vancouver. De ahí subir hasta Prudhoe Bay. El viaje lo terminaré en Montreal. El viaje planeo terminarlo en nueve meses y con ocho mil kilómetros en motocicleta”.

Logar utilizará una segunda compañera llamada Rebeca. Se trata de una KTM 690, más ligera y poderosa. Y varias mochilas para cinco mudas de ropa, herramientas, repuestos para la moto, tienda de campaña, colchón inflable, una cocineta, computadora para enlaces y una cámara.

¿Qué sigue? Planea cuatro etapas más: Europa, Asia, África y Oceanía. Un total de 94 países y más de 300 mil kilómetros. Espera lograrlo en siete años. Después, regresar a la escuela. “Quiero estudiar ingeniería automotriz en Stuttgart, Alemania, y crear mi propia empresa de autos”.