Migrantes centroamericanos huyen de la violencia

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CIUDAD DE MÉXICO.-

Huyen de la violencia familiar y machista, solas o acompañadas de sus hijos, tienen asumido que en algún momento del camino las van a violar y llegan a un país que tampoco las protege».

Éste es el retrato, según Andrea Villaseñor, directora del Servicio Jesuita a Migrantes en México, de miles de mujeres de Honduras, El Salvador, Guatemala o Nicaragua que cada año deciden emprender un largo camino de miles de kilómetros para buscar una vida mejor que pocas veces encuentran.

En 2018, 26.566 migrantes de países centroamericanos pidieron asilo en México, de los cuales un 48 por ciento eran mujeres, la mayoría entre los 18 y los 40 años y con escasos estudios.

Hace unos años apenas llegaban a un 10 por ciento, pero el éxodo ha ido creciendo empujadas especialmente por la pobreza y la violencia.

Un movimiento migratorio que lejos de tener fecha de finalización se ha intensificado en el último medio año con una nueva forma de movilizarse: las caravanas de migrantes, un movimiento espontáneo que desde octubre ha puesto el foco en una grave crisis humanitaria que afecta a centroamerica y que ha suscitado una importante corriente de solidaridad a su paso en las llamadas ‘caravanas de la solidaridad’.

La primera fue en octubre, fue una caravana autoconvocada que salió de Honduras y se fueron sumando a ellos cientos de personas», ha explicado a Europa Press Villaseñor quien se ha mostrado convencida de que ésta es otra «forma más de organizarse» sin que se hayan abandonado las otras rutas utilizadas tradicionalmente por la población migrante. Desde entonces, han sido otras dos las caravanas que han llegado a México. La última salió de Honduras el 15 de enero.

¿DE QUÉ HUYEN Y QUÉ ENCUENTRAN EN EL CAMINO?

Pero, ¿de qué huyen y a qué se enfrentan las mujeres en esta escapada hacia México? Las organizaciones sociales como Entreculturas y Medicos Mundi han alertado del grado de invisibilidad de la mujer en sus países de origen en los cuáles los índices de violencia son muy altos, así como la impunidad de los delitos que sufren las mujeres como el maltrato intrafamiliar y de género.

Mi familia me golpeaba y me trataba mal. Mi hermano me quiso casar con un señor mayor cuando yo solo tenía 11 años. Fui testigo de un asesinato. La mara Salvatrucha me hizo una foto y estoy amenazada por ellos. Me buscan para matarme. Por eso no puedo volver a mi país».

Este es el testimonio de Wendy, una de las migrantes hondureñas atendidas por el Servicio Jesuita de Ayuda al Refugiado en México. Y las que no huyeron de su país a causa de la violencia, se han topado con ella a lo largo de su camino de huida, en el que las mafias y grupos organizados encuentran en las personas migrantes
víctimas con las que lucrarse. En la ruta viven situaciones que las revictimizan de forma constante.

Las rutas por México son cada vez más inseguras, tienen mucho riesgo desde ser secuestradas para pedir rescate a sus familias, ser víctimas de trata para explotación sexual, para vincularlas al crimen organizado o ser violadas», explica Villaseñor quien ha puesto también el acento en la situación de las niñas y adolescentes que
viajan solas.

María Guadalupe, migrante hondureña de 33 años, ha relatado a Médicos Sin Fronteras cómo fue violada durante la ruta después de salir de su país en el que las bandas organizadas amenazan con su secuestrar a su hijo a quien agredían. La mayoría de estas mujeres tienen tan asumida una agresión sexual en la ruta que antes de partir toman la precaución de inyectarse anticonceptivos para prevenir un embarazo, según las organizaciones.

Empezamos a caminar y en el primer pueblito nos salieron tres hombres y uno de ellos quería abusar de mi niña; me puse de rodillas y le pedí que, por favor, no la tocara. Me agarraron del pelo y me llevaron a un monte donde abusaron de mi, en presencia de mis dos niños«, ha narrado María Guadalupe quien asegura ahora sentirse
contenta en México porque, «le gusta ayudar sin recibir nada a cambio».

¿QUÉ ENCUENTRAN CUÁNDO LLEGAN A SU DESTINO?

Cada vez son más los migrantes que deciden quedarse en México, especialmente las mujeres debido a que muchas viajan acompañadas de menores y los riesgos y dificultades para continuar la ruta hasta Estados Unidos son prácticamente insalvables.

Además, a los migrantes que llegaron a la frontera del sur de México en la caravana del 15 de enero, el nuevo Gobierno, que tomó posesión en noviembre, les concedió tarjetas por razones humanitarias para que puedan transitar por el país de forma legal e incluso trabajar durante un año. Sus compatriotas, las personas migrantes que formaron la primera y segunda caravana, no tuvieron tanta suerte y se enfrentaron a la contundencia policial y a los gases lacrimógenos.

Pero la mayoría de las mujeres migrantes buscan sobre todo mayor seguridad y llegan a a un entorno que también es violento y que que no les ofrece protección debido a la complejidad para conseguir el estatus de refugiado por violencia de género.

Es díficil que te den asilo por ser víctima de violencia machista porque hay que acreditarlo muy bien y cuando inician la solicitudes la ley establece que tienen que permanecer en el lugar donde lo piden, no pueden salir de ese estado, y muchas veces las mujeres se desesperan, se sienten en riesgo y les impide ir rehaciendo sus vidas», ha indicado Villaseñor.

La del 15 de enero fue la última caravana que salió de Honduras y que fue haciéndose grande a su paso por El Salvador y Guatemala. Las ONGs que trabajan en centroamérica no tienen hasta el momento conocimiento de que se estén organizando otros movimientos similares, aunque están seguras de que el éxodo migrante en Centroamérica no se detendrá aunque se construyan más muros.

Cada año 400.000 personas cruzan de forma irregular  la frontera sur de México rumbo a Estados Unidos, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).