Crítica e imitación

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Nueva York— Una espolvoreada de maquillaje compacto en tono anaranjado, una peluca cosida a mano y cejas postizas desaliñadas. El resto corre a cargo de Alec Baldwin: los labios haciendo pucheros, la manera torpe de caminar y la cautela de no humanizar a un hombre del que se está burlando.

La transformación del actor, un liberal vehemente, en el presidente electo de Estados Unidos Donald Trump para sus parodias frecuentes en ‘Saturday Night Live’ requiere una peluca rubia y un complicado acto de equilibrio.

Significa balancear la determinación de un actor veterano de imprimirle su identidad a un personaje aún al tiempo que, en la vida real, cree firmemente que el hombre que está a punto de asumir la presidencia estadounidense es una figura peligrosa.

El actor explicó que la clave para encarnar convincentemente a Trump son los «resoplidos», como él describe las pausas marcadas en la forma de hablar del presidente electo.

«Veo a un cuate que parece hacer una pausa y buscar el lenguaje más preciso y adecuado que quiere usar, y nunca lo encuentra», aseveró Baldwin en una entrevista en su camerino en el 30 Rockefeller Plaza, en Manhattan, horas antes de iniciar el programa, con las cejas ya alborotadas.

Mucho se ha dicho sobre las manos de Trump. Para Baldwin, son un punto de enfoque, pero por sus movimientos. Antes de su primera aparición, vio horas de mítines y actos de campaña para imitar su estilo.

Su Trump es tanto una crítica como una imitación. El actor no escribe los sketches y le pagan mil 400 dólares por cada aparición en el programa, reveló.

«No me interesa mucho lo que está dentro de él», comentó, sino la manera en que se mueve y ocupa espacio.

Interpretar a Trump como un bufón sin empacho en meter la pata en algunos momentos lo ha retratado casi como un bobo adorable en la pantalla. Tras las elecciones, recordó Baldwin, se sintió angustiado por recibir un correo electrónico de un amigo que le agradecía, de manera sarcástica, por humanizar a Trump y ayudarlo a ganar.

«Reconozco que ésa es una posibilidad», aseveró. «Pero creo que ahora que es el Presidente tenemos una obligación, igual que la tendríamos si fuera él o ella (Hillary Clinton), de subir la intensidad lo más posible».

Como resultado de sus participaciones muy vistas, su vida cotidiana se ha convertido en un estira y afloja entre la repulsión de los simpatizantes de Trump y la adulación de sus detractores: los fans lo abordan en la calle, a veces con lágrimas en los ojos.

Baldwin comentó que planeaba seguir interpretando a Trump en ‘Saturday Night Live’ y quizá en otros lugares, pero que su agenda de trabajo (está a punto de filmar dos cintas) significaría que sus apariciones serían intermitentes. Además, agregó, podría empezar a parecerle trillado al público.

Se ha insinuado que el actor, de 58 años, es singularmente hábil para imitar a Trump, e irritarlo, a raíz de las similitudes entre ambos. En el 2011, Baldwin consideró postularse a la Alcaldía de Nueva York.

Tratado con hostilidad por los paparazzi y sintiéndose acosado por lo que él dice que son acusaciones falsas de haber expresado insultos raciales, en ocasiones, el actor ha denunciado públicamente a los medios.

En Twitter puede ser combativo, sobre todo con Trump y con su hermano Stephen Baldwin, respecto a sus opiniones políticas divergentes.

Como candidato, Trump se quejó de la manera en que era personificado en ‘Saturday Night Live’, afirmando que era parte de una campaña de los medios amañados para debilitarlo.

La primera aparición de Baldwin interpretando al magnate en el programa fue el pasado 1 de octubre, poco más de un mes antes de las elecciones.

En ese entonces, improvisó sobre el mal genio de Trump y la manera en que pronuncia China. El actor repitió el papel cuatro veces más antes de los comicios, con cada aparición llevando a lo que muchos creían que era lo inevitable.

El triunfo de Trump tomó al programa por sorpresa, reveló Baldwin, dando al traste con las expectativas en el foro de Kate McKinnon de interpretar durante cuatro años a una Hillary Clinton levemente desquiciada como presidenta. (The New York Times)