En busca de otros planetas donde se podría vivir

Las probabilidades de descubrir nuevos planetas se multiplican. La detección de astros no solo está en manos de los científicos gracias a la nube de Microsoft y al algoritmo que ha desarrollado el equipo de investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). Más de 15.000 personas de todo el mundo han comenzado a buscar exoplanetas (planetas fuera del sistema solar) durante la celebración de Global Azure Bootcamp, un evento sobre el almacenamiento de datos y la búsqueda de cuerpos celestes. La sede de Microsoft de Madrid ha albergado unas 30 conferencias y talleres. En una de las charlas, los responsables del proyecto han enseñado a los asistentes a ejecutar el programa mediante el cual analizarán el 85% de nuestra galaxia.

La jornada de Global Azure Bootcamp ha contado con un público mayoritariamente masculino dedicado a la I+D+i o a la computación. Sin embargo, han acudido al evento profesionales de otros sectores porque cualquier persona (no solo los astrofísicos) tiene la posibilidad de buscar astros mediante la computación distribuida (el uso de miles de ordenadores repartidos por todo el mundo, que procesan al mismo tiempo los datos que se almacenan en la nube de Microsoft). Cada ordenador procesa una cantidad determinada de datos, que cuando se suman se produce un gran avance en poco tiempo.

“La investigación de exoplanetas es una de las áreas que más rápido se está desarrollando en el área de astrofísica moderna”, asegura Enric Pallé, investigador del IAC. El satélite Kepler (lanzado al espacio en 2009) orbitó alrededor del sol durante casi 10 años. Buscaba astros extrasolares, especialmente aquellos de tamaño similar a la tierra. Su misión concluyó el año pasado con un balance de 1.500 planetas nuevos detectados.

Sin embargo, Kepler se quedó desfasado. En julio del año pasado, la NASA lanzó al espacio a TESS (Transiting Exoplanet Survey Satellite). Un mecanismo de observación de exoplanetas que estará en funcionamiento durante 18 meses. TESS tiene cuatro lentes que capturan imágenes con una resolución bastante elevada. El satélite divide el espacio en grupos y los analiza al detalle. “Examina trece sectores por cada hemisferio, y fotografía cada sector cada 30 minutos durante un mes”, explica Alberto Marcos, responsable de universidades de Microsoft. Este nuevo sistema, más innovador y potente, podría ser capaz de descubrir multitud de planetas gracias a su campo de visión 400 veces más grande que Kepler.

TESS detecta el movimiento reflejo que los planetas dejan a la estrella madre y el oscurecimiento que causan cuando están en movimiento. “A partir de las imágenes se mide el brillo de luz. Si el planeta y la estrella están alineados con la tierra se produce una bajada casi imperceptible en la imagen”, asegura Sebastián Hidalgo, Doctor en Astrofísica e investigador en el IAC.

En los últimos 25 años, se han descubierto más de 4.000 nuevos mundos alrededor de estrellas mediante la detección del movimiento reflejo que estos planetas causan

Desde el sábado, todos los que hayan ejecutado el programa (unas 15.000 personas) analizarán millones de datos usando algoritmos de machine learning. “No solo buscarán candidatos a ser nuevos planetas, también astros que se están desintegrando o estrellas binarias (una estrella girando alrededor de otra)”, añade Hidalgo.

En los últimos 25 años, se han descubierto más de 4.000 nuevos mundos alrededor de otras estrellas mediante la detección del movimiento reflejo que éstos causan en sus estrellas o durante el tránsito (atenuación periódica de la luz estelar si el planeta cruza el disco estelar durante su órbita).

Además, los científicos han descubierto que de media hay más de un planeta por estrella y que las estrellas pequeñas (las más abundantes en nuestra galaxia) tienden a tener varios planetas de naturaleza rocosa como la tierra. El gran reto de TESS es la localización de planetas similares. “Primero con las mismas características atmosféricas y más adelante, la búsqueda de señales de vida o marcadores biológicos”, concluye Diego Hidalgo, astrofísico del IAC.

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