¿Con la dignidad intacta?

* Celebrando la claudicación

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Cerrados los acuerdos del viernes en Washington, de los que salimos “sin aranceles y con la dignidad intacta”, el mitin por la unidad y la defensa de la dignidad mexicana, al que convocó López Obrador el sábado en Tijuana, terminó en festiva concentración patriotera y cínico desfile simulador. Nada tenemos que celebrar, el imperio nos ha pisoteado, nuevamente.

Durante una conferencia matutina -16 de enero- a sólo mes y medio de protestar el cargo y cuando la mayor caravana migrante de Centroamérica ingresaba al país, el presidente mexicano declaró que “todo el Gobierno Federal” estaría encargado de garantizarles protección y los recibiría con respeto y acompañamiento para que no hubiese violación a sus derechos humanos. Matizó con que lo ideal sería encontrar en sus países formas de trabajo, pero una vez en México serían bien recibidos y acompañados hasta la frontera norte.

Ese discurso humanista lo mantuvo hasta el 31 de mayo, día en que Donald Trump envió el ofensivo tuit de los aranceles. No es que la ingenuidad de López Obrador tentando al engreído presidente estadounidense con el tema de mayor sensibilidad, los migrantes, haya despertado su furia. No necesita pretextos, tiene su ruta electoral bien trazada y eligió a México como fuente de odio para mantener galvanizado su voto blanco, como sucedió durante la primera campaña con el muro que nuestro país pagaría.

Si embargo la política de brazos abiertos a los migrantes centroamericanos, implementada por López Obrador, facilitó el humillante chantaje. Con un texto menor a 280 caracteres Trump sometió al gobierno mexicano, obligándolo a militarizar su frontera sur, lo que ningún presidente del neoliberalismo hizo, y encima lo responsabilizó de recibir a los solicitantes de asilo en su país, mientras resuelven su situación migratoria, exigencia que habían considerado inadmisible.

Eso fue lo que celebró la 4T en Tijuana y ahí estaba Marcelo Ebrard como el héroe que regresó triunfante de la batalla, el campeón nacional de los derechos humanos, Alejandro Solalinde, festejando la militarización del sur, el gobernador de Querétaro y el presidente de Coparmex hablando de la gran fortalece nacional cuando estamos unidos.

Todos simulando, haciendo pasar la derrota por triunfo cuando conocen los términos humillantes del acuerdo y sus implicaciones. Excepción, debo aceptarlo, de un anciano como Porfirio Muñoz Ledo que puso la voz discordante y en coherente discurso pidió pasar de la celebración a la reflexión, recordando el viejo axioma popular “nosotros tenemos la fuerza de la razón, ellos la razón de la fuerza”.

La enorme asimetría de las economías y nuestra dependencia del mercado estadounidense nos hace un país sumamente vulnerable. No hay forma de salir airoso, por sí mismos, de sus históricas felonías y menos si las proscribe un presidente inmoral, irresponsable y abusón cuyo propósito es reelegirse, sabiendo que de fracasar peligra su libertad.

En esa lucha no estábamos solos, importantes grupos empresariales de aquel lado mostraron angustia, los demócratas querían frenar el oportunismo electoral del futuro candidato, a los republicanos los incomodó la medida, por que no valerse de las coyunturas.

¿Porqué Marcelo Ebrard nunca habló de ilegalidad, siendo que los aranceles iban contra el TLCAN y el acuerdo firmado –tercer país seguro- violaba sus leyes migratorias?

¿Porqué guardó silencio sobre el tema oculto, el interés reeleccionista, si de esa manera exhibía las motivaciones del felón?

¿Porqué no proponer contramedidas arancelarias, como China, y esperar la reacción del sector estadounidense perjudicado?

¿Porqué no aliarse con los opositores electorales de Trump, demócratas y empresarios afectados, antes de aceptar las condiciones impuestas?

Busco respuesta y por más vueltas que doy sólo atino a concluir que somos un país más débil del que los mexicanos comunes imaginamos. Si durante una negociación nos autocensuramos y rechazamos el derecho a mencionar en público las motivaciones reales –conocidas por todos- del diferendo, a la mesa de acuerdos llegamos de rodillas, implorando perdón.

Nancy Pelosi, representante demócrata en la Cámara Baja del Congreso Norteamericano, se pronunció más categórica que cualquier funcionario mexicano, incluido López Obrador. “Esta no es la manera de tratar a un amigo. No es la manera de lidiar con la migración ni con las necesidades humanitarias en la frontera”, dijo la influyente congresista.

En una declaración anterior había expresado su rechazo a los acuerdos firmados: “Estamos profundamente decepcionados por la expansión de la fracasada política de la Administración, conocida como “Quédate en México”, que viola los derechos de los solicitantes de asilo bajo la ley de EU y falla en atender las causas de la raíz de la migración centroamericana”.

La reacción de nuestro gobierno, en cambio, es la del timorato que piensa en justificar su cobardía. En Tijuana López Obrador reconoció que “hubo voluntad para buscar una salida negociada para el conflicto de parte de Donald Trump, por eso no levanto un puño cerrado sino una mano franca”. Y Marcelo Ebrard estuvo muy orgulloso del informe presentado: “No hay tarifas, presidente, y salimos con la dignidad intacta”.

¿¡¡¡¡¡La dignidad intacta!!!!!? Si Marcelo decide verlo así es porque ha caído en insultante cinismo, perdido todo sentido del decoro y la vergüenza o pretende engañar a los mexicanos haciéndoles creer que hubo una negociación exitosa. Bendita dignidad, cuanto nos ha costado.

La mejor prueba del sometimiento está en el ufano discurso del ganador: Para Nancy Pelosi Trump tuvo palabras ofensivas, llamándola “nerviosa que no hace nada”; López Obrador y Ebrard recibieron elogios. Agachar la cabeza y claudicar incondicionalmente tiene beneficios; el halago ruin del humillador al humillado ¿Cuánto le gusta que les dure, antes de recibir otra andanada?