De todos modos, Juan te llamas

* La foto de los cien años… de cárcel

* Duarte ¿Niño de pecho?

La foto fue recibida como insulto inadmisible, una provocadora ostentación de riqueza y poder reventada en el rostro del nuevo gobierno. Sentados en la mesa principal, en la boda de Mar Collado y Gonzalo Zabala, celebraban Peña Nieto, Julio Iglesias, el padre de la dichosa novia, Alfredo del Mazo, gobernador del Estado de México y en la de junto brindaban tres ministros de la Corte, el líder petrolero Carlos Romero Deschamps, Diego Fernández de Ceballos, Raúl Salinas de Gortari, Manlio Fabio Beltrones.

El primero en dar cuenta de las consecuencias fue Raymundo Riva Palacio, en su columna del Financiero. “Para que sigan tomándose fotos”, habría dicho un cercano colaborador de López Obrador, citado por el columnista. La boda fue el 18 de mayo y días después giraron órdenes de aprehensión contra Emilio Lozoya, uno de los blancos más débiles en la lista de “justiciables” del pasado régimen.

El martes en la tarde, como pretendiendo mitigar el escándalo por la estridente renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda, adelantaron la detención de Juan Collado, padre de la novia y uno de los abogados más prominentes de México. Entre sus clientes están Carlos y Raúl Salinas de Gortari, Enrique Peña Nieto, Diego Fernández de Ceballos, el empresario argentino Carlos Ahumada, el exgobernador de Quintana Roo Mario Villanueva y una extendida lista de políticos y empresarios de alto perfil.

El juez lo vinculó a proceso por los delitos de delincuencia organizada y operaciones con dinero de procedencia ilícita, dictando como medida cautelar que permanezca recluido durante el tiempo que dure el proceso, mínimo de dos años. En la investigación, por una presunta compra fraudulenta de un terreno en Querétaro, quedaron señalados los expresidentes Enrique Peña Nieto y Carlos Salinas de Gortari, el gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez, y el coordinador de los senadores del PAN, Mauricio Kuri.

¿La frivolidad de una fotografía de boda terminó rompiendo el frágil acuerdo de impunidad construido entre Peña Nieto y López Obrador? En política el celo es tan exacerbado como en los matrimonios de relaciones enfermizas, la sola imagen de ver festinando a los enemigos, con frecuencia es tenida como agravio por los nuevos detentadores del poder.

Sin embargo es insuficiente para dar por concluido el pacto impune, igual puede tratarse de un enérgico mensaje de López Obrador al grupo que identifica como “la mafia”, entre quienes están varios de los personajes retratados en esa boda y ahora detenido a su abogado favorito, Juan Collado.

Faltaba un manotazo así de fuerte sobre la mesa para cumplir con el ritual del cambio presidencial, la orden de aprehensión contra Emilio Lozoya y la detención, en España, de Alonso Ancira, dueño de Altos Hornos de México, era insuficiente al ver de los duros en el primer círculo de López Obrador. Necesitaban más, en la foto encontraron el pretexto y convencieron al presidente de apretar el nudo. Hoy cualquiera de ellos sabe que hasta su libertad peligra, hayan pertenecido o no al gobierno anterior.

Conociendo por experiencia propia manejo y alcances de los vastos hilos de poder, en previsión de lo que el tiempo encoja, días después de la boda Enrique Peña Nieto partió a Madrid, seguramente convencido de que sus garantías de libertad estaban reducidas. El otro expresidente odiado por López Obrador, Carlos Salinas de Gortari, consiguió la ciudadanía inglesa y, se ha dicho, hoy radica en Londres.

El estado de ánimo de López Obrador cambió mucho en sólo seis meses, pasó del amor y paz y el no juzgaré al pasado, como decía al inicio de su sexenio, al manotazo amenazante que dio con la detención de Collado, haciendo a los empoderados de ayer. Los de esa foto y otros se replegaron de inmediato, no quieren verse inmiscuidos en asuntos judiciales. Tienen razón en taparse, si en medio año dejó atrás el perdón y olvido, pregúntense que los espera a finales del sexenio, cuando los mandatarios empiezan a perder la cordura.

Rompeolas

El episodio de Collado, Lozoya, Encira, Peña, Salinas y demás asociados deja a César Duarte como simple niño de pecho. Fuera de Javier Corral nadie lo menciona, sería una lastima que se pierda entre odios políticos y corrupciones mayor a la suya. El reloj avanza, Javier, y cada día es un día ganado para el vulgar ladrón.

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