Malas críticas para ‘Like a Boss’, nueva película de Salma Hayek

ESTADOS UNIDOS.

Mia (Tiffany Haddish) y Mel (Rose Byrne) son dos mujeres treintañeras que no necesitan de hombres que las hagan felices, aunque los usan gustosamente para divertirse. Son mejores amigas y compañeras de piso, cómodamente solteras, enfocadas en un pequeño negocio de cosméticos que crearon juntas.¿

Por ahora todo bien, ¿verdad? Quizás en los albores de la nueva década hemos encontrado una manera de limpiar las telarañas de la comedia romántica tradicional, eliminando las fórmulas estereotípicas de género y empezando de nuevo en la era de #MeToo.

O quizás no.

Pese a un breve comienzo prometedor, «Like a Boss» pronto demuestra que es decepcionante y superficial, una aspirante a película de empoderamiento femenino con una trama tan pobre que parece que fue elaborada en 20 minutos en el revés de una servilleta.

La verdadera pena es cómo «Like a Boss» desaprovecha el gran talento para la comedia y química de sus protagonistas, Haddish y Byrne, quienes son merecedoras de un guion mucho mejor. Lo mismo ocurre para la villana interpretada por Salma Hayek, una caricaturesca magnate del maquillaje. Y para los personajes de reparto interpretados por la veterana humorista Jennifer Coolidge y el astro Billy Porter, como empleados de Mia y Mel.

Porter tiene quizá toque cómico más genuino de la cinta cuando, en un momento de gran humillación, les ladra a sus dos jefas que «¡sean testigos de mi momento trágico!» y entonces le saca al jugo a su hilarante salida. La verdadera tragedia, sin embargo, es que Porter pudo haber recibido muchísimo más en esta iniciativa mal concebida.

Cuando uno conoce a las amigas de infancia Mia y Mel, las cosas parecen marchar suficientemente bien. Ambas se cepillan los dientes por la mañana y discuten los beneficios de tener sexo con hombres en sus sueños en lugar de en la vida real. «¡Cuando acabo, ellos se van!”, dice alegre Mia.

En su pequeña boutique de maquillaje se han hecho de una buena reputación al favorecer la calidad por encima de la cantidad y por valorar la belleza natural de las mujeres en vez del artificio. Mia está acostumbrada a dar descuentos por amabilidad.

Pero lo que no sabe, en parte porque no sabe hacer negocios y en parte porque Mel no se atreve a decirle, es que su empresa está endeudada por casi medio millón de dólares. Para cuando Mel lo confiesa están por quedar en la ruina.

Ahí es donde llega Claire Luna (Salma Hayek), una mujer tipo Cruella Deville que se impone en las salas de su imperio corporativo con un palo de golf, lista para romper todo lo que le parece que se puede romper. Todo lo relacionado con Claire es exagerado, desde el color de su cabello hasta su acento pronunciado y las dimensiones de su sique. Cuando Mia le dice a Claire que no “preocupe su pequeña cabecita” por algo, Claire le responde: “Mi cabeza no es pequeña, lo que pasa es que mis pechos son enormes”.

Claire le dice a las mujeres que quiere invertir en su empresa y pagar su deuda. Ella recibirá 49% de las ganancias, pero obtendría 51% si la relación entre Mel y Mia se ve afectada y una de ellas renuncia. En esencia Claire apuesta porque Mia y Mel se terminen separando.

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