*Gustavo entre dos mujeres

*Un proyecto de salto al vacío

Gustavo Madero ha definido a su esposa, Eugenia Falomir, como “una chingona!”, alejando señalamientos de nepotismo cuando la señora era directora de grupos vulnerables, en el gobierno de Javier Corral. Es la defensa de alguien que la quiere y nadie mejor que su marido, está obligado.

Hoy que Madero apuntó su nombre en la lista de aspirantes panistas a la gubernatura, necesitará más que el apoyo de su “chingona” esposa para conseguir el cargo anhelado. Las circunstancias políticas lo han colocado entre dos mujeres y ninguna es niña de pecho ni se chupa el dedo.

A un lado está María Eugenia Campos, presidenta municipal y amplia favorita en las encuestas, al otro Alejandra de la Vega, acaudalada por fortuna propia, conyugue de un multimillonario con influencias en la Casa Blanca y favorita de Javier Corral para la candidatura del PAN al gobierno.

¿Cómo deshacer el sándwich político que lo atenaza? Tarea compleja para alguien acostumbrado a operar desde las sombras y negociar apalancado en el poder, y además ingrata; cada batalla de varón contra mujer empoderada es casi misión imposible, más tratándose de dos que actúan sin complejos.

Si Gustavo realmente quiere romper esas ataduras que frustran su crecimiento electoral e inviabilizan su proyecto, necesitará más que intrigas palaciegas y conciliábulos de acuerdos interesados, donde se mueve con soltura ejemplar. En corto es negociador formidable, aseguran.

Precisa bajar a tierra y enfrentar en su hábitat a la militancia panista que lo tiene por un político de pecados imperdonables que, con su historia de moches y ambiciones económicas desordenadas, lastimó al partido como pocos de sus presidentes nacionales. Y eso que algunos jefes han sido funestos para la credibilidad del partido, Ricardo Anaya el más pernicioso de todos.

En esa parte crujen las aspiraciones de Gustavo. Rehúye cualquier relación estrecha con los votantes, en ellos ve sólo el número de su credencial de elector y considera indigna la tarea de granjeárselos para conseguir el voto. Deja ese trabajo en manos de los “operadores electorales”, para eso se les paga.

El senador es una definición exacta de lo que decía Manuel Bernardo Aguirre, llamado el sabio de la política por José López Portillo: “le gusta el poder, no el sinuoso camino para conseguirlo”.

Quiere ser gobernador, pongámoslo así, comprando el cargo vía internet, sin salir de su casa, como una pizza de franquicia y además exige que le sea entregado en menos de media hora. A quienes asumen actitudes así, en el barrio de las chivas les hacen burla diciéndoles “la quieres pelada, sin semilla y en la boca, huevón”

Quizás Javier jamás logre convencer a la señora de la Vega, hasta donde hay noticias cada que sugiere la candidatura recibe de Alejandra un no por respuesta, aunque la posibilidad del sí estará presente hasta que haya una definición. Pero la esposa del millonario Foster, uno de los más ricos de Texas, no se prestará para repartidora de pizzas.

Maru tampoco, ella no sólo está dispuesta a formarse en la fila y esperar su turno, también a trabajar con denuedo para escalar posiciones y hasta colocarse el delantal, batir la masa y hornear el pan con tal de que nadie le arrebate la pizza. Además hoy está de moda jugar a la panadería, el responsable temporal de la pizzería puso el ejemplo, aunque fuese con rayadas.

Javier si podría oficiar de repartidor, ofreciéndose a llevar la entrega si Alejandra resiste hasta el final sus aproximaciones políticas. Es el único capaz de ablandar las férreas presiones femeninas y llevar el encargo hasta su domicilio en el tiempo convenido.

Su problema sería cuando aparezcan otros comensales, decididos a quedarse con la pizza y embarrarse sin complejos las manos en cada rebanada, comerse el peperoni dejando a Gustavo con el PAN maltrecho y destrozado.

Gustavo Madero no registra, su candidatura sería un salto al vacío y así lo tienen advertido panistas leales a Javier, saben que con él no hay destino. Ahora, para convencer a Alejandra tendría que ilusionar primero a Paul Foster, trabajo extraordinario. Aplícate Maru, ponerte un delantal y amasar el pan te vendría bien. 

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