*Morena en su etapa más critica

* El “Pérez Acedo” arma su equipo

* ¿Quién paga la factura del agua?

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No hay forma de que Yeidkcol Polensky, impresentable presidenta de Morena, gane su batalla política por la dirigencia nacional. Pierde hasta recibiendo, por la vía del arbitraje legal, la presidencia. Su destino político está claro, será el primer desecho de alto perfil en la era de la “cuatroté”. Lo que no sabemos es dónde terminará el partido que fundó López Obrador, hoy investido de gran Tlatoani.

En la disputa jurídica Yeidckol recibió buenas noticias el cuatro de enero, al reconocer el INE su presidencia y la actualización de cuatro secretarias ejecutivas, en sesión celebrada el 20 de enero. Apariencia, nada significa, la discusión está en la validez del Consejo Nacional del 26 de enero que nombró presidente interino al diputado, hoy con licencia, Alfonso Ramírez.

La Litis sigue donde está: el INE recibirá oficialmente los resolutivos del Congreso y si los da por buenos retirará el aval de presidenta a Yeidkcol; si los considera ilegales rechazará el interinato de Ramírez Cuéllar. ¿Dónde quedamos entonces? Donde mismo, en ambos casos terminará resolviendo el Tribunal Electoral, sea por impugnación de unos u otros.

Vayamos más lejos y concedamos que el Tribunal otorga la razón a Yeidckol. En ese punto su victoria legal quedaría sellada. Cierto, pero hablamos de un partido político, donde todo aspecto legal queda supeditado al interés político ¿Desde qué posición negociaría con los grupos, si todos se han opuesto a que permanezca en la presidencia? Desde la posición más débil y así ningún presidente de partido tiene viabilidad.

En otras palabras, existe una posibilidad legal de que Yeidkcol conserve la presidencia del Partido, pero la suya sería una presidencia debilitada en grado extremo. Así no podría conducir el proceso electoral y menos tomar partido en las candidaturas.

Encima continúa vigente la amenaza de López Obrador de abandonar el partido y llevarse hasta el nombre, decisión extrema que sería una tragedia para los morenistas más radicales. En este caso todos pierden y recuerden lo que dijo Ricardo Monreal: “López Obrador puede vivir sin morena, pero Morena no vive sin López Obrador”.

Tiene razón el compadre de Jorge Esteban Sandoval, por lo mismo  ha tomado sus providencias y trabaja en la formación de su partido político. Y apenas llevan un año en el poder, imagínelos cuando deje la presidencia su “Líder Amadísimo”. Se harán pedazos.

Rompeolas

Es que no puede uno controlar la risa, quizás sean los habituales chismes de política en precampaña, esos que sueltan las mesas de café sólo por joder. El caso es que recibí, con un dejo de incredulidad, el dato de que Alejandro Díaz, motejado el “Pérez Acedo” de Morena, tiene muy adelantada la integración de su estructura de precampaña al gobierno estatal. Mencionan los nombres de Víctor Anchondo en la coordinación general, Jaime Galván en finanzas y relaciones empresariales, Gustavo Zabre en la coordinación electoral y un comunicador de formación duartista, cuyo nombre no recuerdo, en relación con medios. Todos tienen derecho a soñar, bien dice el dicho que “soñar no cuesta”. No sean así, eviten los comentarios hilarantes, si el Burro Chon pudo ser candidato en varios partidos ¿Por que no sería el doctor Díaz?. Muchas comidas tendrá que organizarle Jaime, lo que tampoco es problema; tiempo y experiencia tiene, lleva décadas moviendo el abanico.

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Quien debe pagar la factura electoral en la crisis del agua, por definición de responsabilidades administrativas, es López Obrador. Él ordenó abrir las compuertas, comprometiéndose a cumplir el Tratado. Sin embargo nuestro querido gobernador, Javier Corral, se tendió de salvavidas y puso a salvo la credibilidad del presidente. Ha tenido un manejo tan titubeante y errático que la factura correrá con cargo a los futuros candidatos del PAN, por simple asociación de partido. Y pagarán los candidatos, no Corral, él muy probablemente se marchará de diputado plurinominal en el número uno de la circunscripción, dejando a los candidatos del PAN con el desprestigio de su ambivalencia en tiempos que demandan definiciones claras. Para entonces que podría importarle, saldrá del gobierno pensando en el histórico “después de mi el diluvio”, yo ya fui. Morena olfateó sangre, ayer sus diputados hicieron la faramalla de pedir al presidente que no abra las compuertas. Vulgar recurso retorico para luego tener argumentos defensivos con el clásico “nosotros nos opusimos, aquí están las pruebas”. Si, la crisis de la Boquilla estará en las boletas, es el precio de la rendición incondicional y los acuerdos de trastienda firmados por el gobernador del PAN.