*De Gustavo a Mesta; la decadencia

*Gasolina barata en cuarentena

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Gustavo, como la pongan, es una figura con presencia nacional y amplio camino recorrido en la vida pública: cómplice en primer grado de Peña Nieto en las famosas reformas, incómodo presidente del PAN durante la era de Felipe Calderón, autor intelectual de los moches cuando coordinaba a los diputados de su partido y hoy influyente senador de la República, responsable de negociar las reformas electorales que pavimentarían su arribo a la gubernatura. El cuate tiene lo suyo, aunque a veces no parezca.

Jesús Mesta, en cambio, es apenas un fifí con apellido de las buenas familias, burócrata que ha logrado relativa fama pública gastando a manos llenas el presupuesto de los chihuahuenses en viajes todo pagado –el dispendio es púbico-, eterno responsable de los asuntos sin importancia al que Javier Corral acaba de nombrar Jefe de Gabinete, una responsabilidad que no estaba en sus planes. Pretendía terminar el quinquenio como Secretario de Innovación.

Mesta es el tercero que ocupa el cargo en la presente administración, una oficina diseñada a modo de Mario Tarango durante el gobierno de Reyes Baeza. Cómo no tenían donde colocar al buen profe cuando dejó la diputación, lo pusieron por “encima” de los secretarios aunque sin responsabilidad legal y acomodaron el nombre del cargo a su satisfacción: Jefe de Gabinete.

Ahí  lo mantuvo César Duarte en atención a su trayectoria política, hasta que llegados los tiempos preelectorales lo sustituyó Teto Murguía, soñando que lo habían elegido prematuramente candidato a gobernador, inocente. “La oficina de Tarango no tiene ni baño”, dijo el insolente juarito para evidenciar la irrelevancia.

Así permaneció, sin sanitario privado y con sólo una secretaria y el chofer, hasta que llegó Madero y la transformó saturándola de gente a su servicio, al de él no del gobierno; un director general, tres direcciones ejecutivas, otras tantas subdirecciones, cinco jefes de departamento, jefes de oficina, personal especializado. Casi reventó la nómina con personal sin clara definición laboral pero sumamente leales a sus intereses, a pesar del discurso austero con que llegaron al gobierno.

Después llegó Ismael Rodríguez, un empresario sin ambiciones políticas que no le dio más importancia de la que realmente tenía, dejando en estatus de “aviadores” al extendido personal de Gustavo. Ismael no se metió en problemas, sabía que los jefes anteriores estaban prácticamente solos por que esa oficina adquiere la importancia administrativa que le dispensa el gobernador así como la capacidad ejecutiva y política de quién la ocupa.

De Gustavo, empresario y político ambicioso, e Ismael, de los pocos funcionarios con sentido común y hombre rico por derecho propio, a un funcionario de rancio apellido sin antecedentes políticos ni ejecutivos que lo respalden para una tarea así, hay un drástico cambio. Simplemente no existen puntos de comparación.

Yo como el burro chon cuando le informaron que no sería candidato por razones de género. “A mí no me la hacen”, dijo el burrito. La presencia de Mesta en la jefatura de gabinete sólo refleja que la decadencia administrativa en el gobierno de Corral llegó temprano, le falta un año y medio para terminar y no encuentra funcionarios con prestigio y reconocimiento público para sus cargos más elevados ¿Cómo está eso?.

Algo marcha mal, pues Mesta no es el primero, acaba de llegar Luis Aguilar a la Secretaría de Desarrollo Social, un oscuro diputado cuyo sueño mayor es la presidencia de Camargo y anteriormente un vocero sin respeto en el gremio ni credenciales para el cargo que sólo sabe moverse en la grotesca cultura del peor PRI que Corral tanto detesta.

Hagan una valoración sincera, comparen cuadros y si llegan a mejor conclusión que la mía, se admiten aclaraciones.

Rompeolas

Parece una pésima broma, la gasolina más barata justo cuando medio país está por entrar, o ya entró, en cuarentena. Pero el “Líder Amadísimo” estará muy contento; al fin cumplió su promesa de bajar el precio. Si, sólo díganle que en Estados Unidos, Canadá y Europa el precio de los combustibles bajó al 40 por ciento por el desplome del dólar y en México apenas bajó unos centavos. Algo es algo, bendito coronavirus, acaba de lograr lo imposible.