*El tsunami viene y siguen babeando

* Para que quiero el virus, si no hay exámenes

* Negación, negligencia criminal

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Vivimos en el mundo perfecto. Para estar seguros en la peor pandemia de las últimas décadas, México es un refugio envidiable, una isla blindada por un halo protector que nos resguarda del exterior o nos hace inmunes. Los datos son irrefutables, somos el único país del mundo donde la velocidad de contagio es apenas perceptible; menos de mil casos confirmados desde que inició la pandemia, el 27 de febrero, en una población de 120 millones. Ciudad Juárez y Chihuahua son también ejemplos admirables ode excepción, son las únicas ciudades medias en el mundo donde la curva de contagios se estabilizó en los últimos cinco días, manteniéndose fija en seis enfermos confirmados desde que detectaron el primer caso.

El milagro es portentoso si además tenemos presente nuestra vecindad con Estados Unidos, el país con más contagios en el mundo, 153 mil hasta ayer y 2,800 muertes confirmadas. Con esa capacidad de blindaje que vengan mil crisis más, al cabo ya lo dijo nuestro “Líder Amadísimo” cuya fuerza es moral no de contagio: “La pandemia nos hace lo que el aire a Juárez”, pues “los mexicanos somos más fuertes que italianos y españoles”, por que allá están muy viejos. Con defensas así, blindados por la fuerza moral y la juventud colectiva, nada debemos temer.

Hemos resuelto la emergencia como los indígenas la necesidad de abrigo, en los largos meses de invierno. “Para que necesito frío si no tengo chamarra”, dicen los infelices mientras enseñan su piel ceniza y reseca. Así nosotros, “para que necesitamos coronavirus si no aplicamos exámenes”. La forma de controlar la pandemia era muy sencilla; reducir al mínimo el número de pruebas y en automático bajan los contagios. Como no se les ocurrió la misma solución en China, Italia, España o Estados Unidos, se hubiesen ahorrado miles de muertos.

La indolencia de nuestros gobernantes espanta, intentan hacernos creer que negar el problema es la mejor forma de resolverlo. La suya es una desidia criminal, pues además confían en que la ignorancia de la gente amortiguará el golpe sanitario y en consecuencia reducirá el doloroso impacto económico. Ajá, los pronósticos financieros son que el Producto Interno Bruto podría caer más de seis por ciento, similar a los errores de diciembre que nos heredó Salinas.

Hasta ellos han tenido que variar su narrativa negligente, si ahora el abyecto de López Gatell nos recomienda permanecer en casa por que tenemos la “última oportunidad para frenar la pandemia”, es que estamos entrando a los días críticos. Sufrieron para ir de los tréboles y amuletos a recomendar el aislamiento y aún así el Tlatoani sigue repartiendo saludos indiscriminadamente.

Nunca como ahora había deseado tanto que López Obrador y Javier Corral, juntos en la estrategia de la simulación, tengan razón. Quisiera pensar que ven el futuro o “tienen otros datos” y saben sin sombra de duda que en dos meses la vida se normalizará y seguiremos adelante sin mayores consecuencias.

Ojalá, les aplauda hasta que me sangren las manos, dado que situarnos en un escenario de hospitales saturados implicaría miles y miles de muertes, la mayoría de ancianos diabéticos o hipertensos, como hemos visto en países europeos y ya está sucediendo en el poderoso Imperio, con toda su fortaleza económica y avanzado sistema de salud.

Quisiera ser optimista y confiar en ellos, pero no encuentro a un solo especialista que tome la pandemia tan a la ligera como nuestros lindos gobernantes. Al contrario, de las más variadas formas nos advierten que debemos permanecer en casa, cuidarnos unos a otros con las medidas de higiene mil veces repetidas, apercibidos de que no hay país en el mundo que tenga capacidad de asistir a sus enfermos, una vez llegado el tsunami.

¿Nos acercamos al momento de la verdad? Los especialistas mexicanos dicen que sí, que las primeras oleadas de enfermos podrían llegar a los hospitales en Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara en los próximos días y después en Juárez y Tijuana, los ciudades fronterizas más pobladas donde la comunicación con los contagiados vecinos es frenética.

Y otra vez el optimismo del presidente y el gobernador, ambos sostienen una narrativa de solvencia, seguridad y confianza en las instituciones de salud, presumiendo que los hospitales cuentan los recursos necesarios, tanto equipo como personal médico. Se engañan y pretenden engañarnos, el Sistema de Salud en México es insuficiente hasta para atender a los enfermes ordinarios, especialmente desde que lo debilitó la falta de inversión, al inicio del presente gobierno.


Pero estaremos bien, el halo y la fuerza moral seguirá protegiéndonos. Si acaso vemos que aumentan las muertes no serán por causa del virus pandémico, como ya dijimos está muy limitado en nuestro país, sino por “neumonía atípica”. Su prioridad será demostrar que estaban en lo cierto, por eso jamás aceptarán la gravedad de la pandemia, cambian los certificados médicos y se acabó, para todo hay una solución.