*La tregua del abrumado

* O cuando el virus te alcanza

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Ha sentido el peso de la crítica y ve, con recelo y temor, desafiada su pretensión a monopolizar la agenda pública y disminuida su credibilidad. Como la pandemia, su nerviosismo alcanzó la fase dos y avanza franco hacia la tercer etapa, donde domina un estado de ánimo iracundo. En ese punto suele perder la cordura, es cuando muestra su rostro autoritario, el jefe inapelable que sofoca toda voz disidente a la suya.

Encontré las siguientes definiciones de tregua: “Detención o suspensión temporal de una lucha o una guerra”, “Cese temporal de hostilidades” y “suspensión de las hostilidades entre dos bandos en el marco de una guerra y que dura un tiempo establecido entre las partes litigantes”. Por definición, tregua implica la existencia de un conflicto, rivalidad, guerra u hostilidades entre dos o más bandos que luchan entre si.

Así concibe López Obrador la Presidencia y, sin darse cuenta, lo exhibe en su discurso improvisado: “Llamo a la unidad, incluso llamo a la unidad a los adversarios, a los conservadores. La patria es primero. Que ya le bajen una rayita, porque está la campaña en medios, en redes, desbordada, abruma, fastidia, se hacen daño. Lo interesante es que busquemos la unidad en estos momentos. Es una tregua. Un mes”.

El hombre alcanzó el sueño de ser presidente y sin embargo continúa en guerra contra el conjunto de mexicanos que agrupa en conservadores, neoliberales, provocadores, fifís. Y en estos momentos que “la Patria es Primero”, se desprende de su habitual soberbia para, “incluso” también a ellos, llamarlos a la unidad y pedirles tregua.

No es sólo el rencor acumulado durante décadas de frustraciones luchando contra la “mafia del poder”, los sinsabores y desvelos de sentirse ninguneado lo que impulsa su narrativa polarizante. Es además la convicción personal de someter o acabar a sus enemigos, entre los que cuenta a los que piensan diferente o se atreven a criticar su gobierno. Conmigo o contra mi.

Uno pensaría que las confrontación terminó con su contundente y celebrada victoria, el uno de julio del 2018. No, en su caso la lucha sigue, hay que derrotar para siempre al enemigo, desaparecerlo, que no vuelva a levantarse o su proyecto de trascender en la historia junto a Juárez, Hidalgo y Cárdenas y Madero habrá fracasado.

Hoy que tiene el poder busca la historia, convencido de que la conseguirá sólo si derrota para siempre a los tiene por conservadores. Es su guerra personal, una confrontación del bien contra el mal, pobres contra ricos, liberales contra conservadores, honestos contra corruptos. El suyo es un mundo maniqueo que sólo admite buenos y malos, donde –obviamente- los buenos son aquellos que se han formado a sus espaldas y los malos el resto del país.

El llamado a la tregua lo define: es Presidente y líder moral de la mitad de los mexicanos; enemigo jurado de la otra parte ¿Cómo puede conducir así a un país tan complejo y diverso como el nuestro, donde conviven en el mismo territorio variedad de culturas, ideas e intereses y todos nos sentimos orgullosamente mexicanos enamorados de nuestra tierra.

Frente a los días más oscuros de la pandemia, por vez primera veo a un López Obrador inseguro, contenido. Se ha percatado que además de la suya hay otras voces escuchadas y sospechar que no podrá monopolizar por siempre los reflectores públicos. Hasta en las redes, donde radica parte de su fortaleza mediática, 

advierte que la realidad desbordó sus defensas y siente que necesita un respiro.

Dice Antonio Navalón que la debilidad de los argentinos es que en cada uno de ellos existe una Argentina y la fortaleza de Alemania es que pueden hacerse uno cuando las circunstancias de su país lo exigen. Supongo que cada nación tiene su personalidad, como los individuos, y con tristeza veo la mexicana no es de otorgar tregua ni ponerse complaciente con sus gobernantes.

La clase política seguirá despedazándose mientras avanza la pandemia, sin que se detengan a contar el número de muertos, con sinceridad. Esa tregua no llegará para el Presidente aunque uno de sus mayores opositores, Felipe Calderón, le haya tomado la palabra. En el mismo tweet de aceptación, Calderón hace una oferta inaceptable, al poner su experiencia con el H1N1 al servicio del nuevo gobierno. Con que guarde silencio es suficiente.

Me gustaría creer que, como los alemanes según Navalón, somos capaces de hacernos uno en estos momentos de crisis sanitaria y ponernos al servicio de un país cuyo presidente gobierna para todos. No, temo que el primero en romper la tregua será el propio López Obrador, es incapaz de aguantar más de 72 horas sin referirse despectivamente a los conservadores. La cabra tira al monte. Es rana y por tanto salto.