*El ogro camina sin opositores dignos

* En la peor crisis, ausencia de lideres

* ¿Somos una sociedad enferma?

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Hoy que la oscuridad y el temor al enemigo invisible paralizan al mundo, en nuestro país la ausencia de liderazgos es tan aterradora como el virus. Hemos permitido que la voluntad autoritaria de un solo hombre tome las decisiones en la peor emergencia sanitaria y económica desde la Gripe Española y la Segunda Guerra Mundial, según especialistas.

Medios rendidos al contrato de publicidad, políticos de oposición antes contestatarios hoy replegados por temor a la Unidad de Inteligencia Financiera, gobernadores cuidando su parcelita y atentos al que dirán, Iglesia en silencio, Ejército humillado y siempre leal, universidades ausentes, organizaciones sindicales repechadas esperando sobrevivir a la catástrofe, oenegés guardadas. Las instituciones sometidas a su inflexible autoridad.

De la anodina complicidad del silencio escapa la comentocracia, los opinólogos orgánicos han sido puntuales y enérgicos al denunciar la negligente indolencia con que López Obrador decidió encerrase en sí mismo durante la emergencia, pero desentendidos con una clase política atolondrada, de cabeza mirando al piso, y generosos con los grandes dueños del pueblo, muchos de ellos cómplices y beneficiarios directos de la corrupción dispendiosa del pasado reciente.

A la pandemia y al colapso económico adosemos una crisis de liderazgos políticos dentro y fuera del régimen. Entiendo, la mayor responsabilidad de convocarnos a la unidad nacional recae en el líder de todos los mexicanos, pero siendo él fuente de discordia y desunión, parte del problema en vez de solución, uno esperaría el surgimiento de líderes bien plantados que suplan el vacío.

Temo que la nuestra sea una sociedad enferma, traumatizada por décadas de gobiernos irresponsables adheridos a un feroz capitalismo y la presencia avasalladora e ineficaz del nuevo tlatoani, incapaz de generar liderazgos sociales hasta en la peor crisis. Estoy de acuerdo, el sentido de culpa los dejó “moralmente derrotados”, sin ideas ni convicción, callan por que no tienen cara, ni credibilidad, ni ganas de levantar la voz.

Si ayer consumieron el poder en ofensiva corrupción, dispendios legendarios, gobernando sólo pendientes de los indicadores macroeconómicos entregados a capricho del “mercado” e indolentes a la profunda brecha que se abría entre una ambiciosa minoría hinchada de dinero y un pueblo paupérrimo subsistiendo en la miseria ¿Cómo presentarían hoy un frente organizado contra la soberbia sinrazón de un presidente que gobierna atorado en añoranzas del pasado y movido por viejos rencores?.

El vacío que dejó la oposición está siendo ocupado por los presidentes de cámaras empresariales, representantes públicos de multimillonarios cómplices en primer grado del sistema que favoreció la gran corrupción, al amparo del cual incrementaron sus fortunas fabulosas. ¡Prometen rescatarnos los cómplices de quienes nos hundieron! ¿Cómo?.

Nunca estuve y nunca estaré de acuerdo con un sistema económico que contribuyó a concentrar el ochenta por ciento de la riqueza mundial en un puñado de familias engreídas, sin compromiso social ni sentido de la empatía con los menos favorecidos, que apenas completan el uno por ciento de la población mundial. El neoliberalismo es un modelo injusto, cruel, inhumano que cancela la movilidad social y negocia con la salud, la educación y el derecho a una vejez digna. Es insostenible.

Y si, yo también lo he criticado sin cansarme, López Obrador hace hasta lo imposible por desfondar las finanzas nacionales y generar desempleo. Pero detengamos un momento, ampliemos la mirada y veamos fuera del país, la pandemia sólo detonó la crisis económica, la causa fundamental está en el modelo económico que nuestros gobernantes y empresarios acogieron felices.

Es el mismo modelo del que, años recientes, han renegado potencias económicas como Alemania, Inglaterra y Francia y al que nunca se adhirieron las democracias europeas más avanzadas. Suecia, Dinamarca, Noruega, Suiza, Holanda, entre otros países, construyeron su modelo basado en altas contribuciones, a cambio de envidiables sistemas públicos de salud, educación, laboral, pensionario.

Los veceros del gran capital no vengan a pedir trato excepcional en las contribuciones, chantajeando con que son indispensables para sostener los empleos de sus millonarios patrones. Quienes tengan capacidad para mantenerlos con recursos propios que muestren empatía y los mantengan, sin trasladar el costo al contribuyente. Muy sencillo, paguemos todos.

A eso se niega López Obrador y en esa parte tiene razón, no podemos hacer otro rescate de millonarios como sucedió con el Fobaproa. Su gran estupidez es tratar con la misma vara a pequeños y medianos empresarios, confundirlos con “la minoría rapaz”. Póngalos en otro cajón, las pymes generan el 80 por ciento del PIB,  para mantener los empleo éstos mexicanos emprendedores si necesitan trato preferencial; apoyos crediticios, consideraciones fiscales, etc. Les exige sostener los empleos y los abandona a la buena de Dios. Congruencia.

La mayoría son gente trabajadora, honesta, detestan la corrupción. Muchos de ellos, hartos de la desigualdad, votaron por un cambio, tienen conciencia social, pertenecen a la cultura del esfuerzo de la que hablaba Colosio. Al darles la espalda el Presidente compromete la estabilidad de su gobierno y nos lleva, por soberbia y obstinación contumaz, hacia el precipicio que tenemos enfrente.

La insolidaridad de la minoría rapaz y la cobardía de una clase política temerosa, incapaz de saltar sin red, son corresponsable del caos hacia donde camina el país. En la versión más reducida de López Obrador ¿Dónde está la mejor versión de la oposición?.