*De la Ley Banderas a la Ley Madero

* Álvarez-Issa; a obrar su “magia”

* La indiscreción de Chuy Velázquez

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En la LVIII Legislatura, segundo trienio de Barrio, la mayoría del PRI coordinada por Miguel Etzel aprobó una ley electoral a la que, de sorna, los diputados llamaron “Ley Banderas”. Aquella Reforma Electoral definió el número de diputados, nuevos distritos, incorporó la figura del síndico y avanzó sustantivamente en la equidad electoral, a cambio de renombrar el organismo electoral para relevar de la presidencia al notario Armando Herrera, de afinidad panista evidente.

Duraron meses cabildeándola entre partidos políticos y grupos de la sociedad civil el articulado de la Iniciativa. Hasta los grupos empresarios tomaron parte activa en la discusión. Etzel sólo necesitaba un voto, aparte de los del PRI, sin embargo por experiencia sabía que una Ley electoral impuesta no conduce a ningún lado. Fue la primer ley de avanzada en Chihuahua.

En el lapso de treinta días –por ley debe estar aprobada antes de que termine el mes-, Javier Corral pretende imponer a los partidos políticos una Ley Electoral que satisfaga su interés personal y abra las puertas de la manipulación externa en las decisiones más importantes de los partidos, justificándose en el siempre atractivo concepto de la “ciudadanización”.

Con una Ley como la que propone, los ciudadanos elegiríamos doblemente a nuestros futuros gobernantes; primero al interior de cada partido, después en la campaña constitucional. Y si aprueban la segunda vuelta, serían tres votaciones ciudadanas. No hay truco, estamos frente al más robusto empoderamiento del ciudadano contra la histórica corrupción y verticalismo de los partidos.

¿Será? En la letra supongo que si ¿Entonces por qué los intentos de imposición en vez de socializarla? ¿Por qué el rechazo de Morena, el PRI, la mitad del PAN y el condicionamiento económico de los nanopartidos?. 

La respuesta es obvia: tras ese falso compromiso ciudadano asoma un interés avieso de Corral en imponer de candidato en el PAN a Gustavo Madero e interferir en las decisiones internas de otros partidos. Es tan burda su maniobra que el coordinador de la Iniciativa, Carlos Olson, es a la vez coordinador de la precampaña de Madero.

Además, un tema viene con el otro, la imposición genera división en los grupos panistas, justo a un año de ir a las urnas. Los militantes saben que al fracturarse sus dirigentes el Partido se debilita y en consecuencia facilitan el camino de Morena.

¿Porqué esperar hasta el último momento en vez de hacer un sincero ejercicio deliberativo buscando consensos? Existe un segundo propósito; alimentar el ego de Javier ante un reducido club de intelectuales orgánicos. Anhela escuchar al “coro” llamándole el gran reformador democrático que “ciudadanizó” las decisiones de los partidos. De las loas, el incienso y el confeti nunca se cansan.

Por eso su Iniciativa carece de credibilidad, tras la gomina superficial de la ciudadanización subsisten el interés de favorecer a Gustavo Madero y el regustillo de la soberbia intelectual haciéndose pasar por el gran reformador democrático del país. Sus pretensiones ocultas y la imposición descalifican el documento.

Rompeolas

Pero es muy probable que consiga el objetivo, hasta hoy sólo Morena y el PRI han hecho público su rechazo, el resto de los partidos representados en el Congreso hacen el número mágico de 22 diputados para las dos terceras partes. Sin embargo las “negociaciones”, que no consenso, serán onerosas para el erario. Estamos frente a otra tarea titánica de Fernando Álvarez Monge, coordinador del grupo panista, y Jorge Issa, poderoso administrador, en la que ambos tendrán que obrar su “magia”, como lo han hecho en otras leyes de interés para el gobernador. Imagino a Rubén Aguilar y al resto de los nanodiputados exigiendo hasta las perlas de la virgen a cambio de su voto. ¿Cuánto costará? El dato se filtrará, recuerden los cañonazos de Duarte. Es el gran negocio legislativo, los diputados reciben más en cada votación importante que en la suma de su dieta.

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Y como ejemplo el primer botón: Chuy Velázquez anda que salta en un pie de puritito gusto y no se aguantó la risa. Reportan que confesó, eso sí “muy en corto”, que a cambio de su voto le ofrecieron la diputación del noveno distrito y “apoyo” para la campaña. Esas revelaciones indiscretas también empañan la Iniciativa, pues por una parte la presumen como democrática y ciudadana sin par y por otro algunos diputados van por ahí hablando de negociaciones sobre acuerdos oscuros que implican, vea nada más, postular a un priista con las siglas del PAN o apoyarlo de manera fáctica. Se exhiben solos. Chuy Feliz, nada le importa, sabe que sólo él puede aguadar la fiesta del Caballo en el noveno distrito, se deja querer y después que venga el diluvio. Este es otro tema interesante, impacta indirectamente en futuras negociaciones hacia la gubernatura. Por lo pronto el buen Chuy ya se vio ¿A poco se conformó con la promesa y dejó pasar otros ofrecimientos inmediatos? Es pregunta.