*Víctor y Pichú, son como niños

*Los hombres de Corral en Morena

* Sobre los pasos de César Duarte

0
1

A sus años, ambos bien instalados en el séptimo piso, Víctor Quintana y Pichú de la Rosa piensan que la gubernatura es cuestión de edad y ser candidato asunto de leyes o deseos. Son como niños creyendo que la luna es de queso y en su plateado manto trotan alegremente conejitos silvestres ¿O por qué proponen reformas constitucionales para eliminar el límite de edad?.

Si así fuese Carlos Armando Biebrich no hubiese sido gobernador de Sonora antes de cumplir 35 años, ni Manuel Bernardo Aguirre después de los setenta. A Biebrich lo eximió del requisito Luis Echeverría, Don Manuel no necesitó el guiño presidencial, discretamente alteró su acta de nacimiento en Baborigame, ajustándola a la necesidad constitucional. Y aléguenle.

Para que Víctor sea candidato no necesita modificar la Constitución ni alterar su acta de nacimiento, sólo requiere de un voto, el voto del gran Tlatoani, Líder Amadísimo y, desde hace unos días, Guardián absoluto de la democracia mexicana. En Morena él decide sobre leyes, edades, calendarios, vidas y haciendas.

¿Tiene Víctor ese único voto que vale para ser candidato de Morena? Quien sabe, el rencor de los autoritarios revestidos de mesías suelen ser para toda la vida, son incapaces de aceptar el menor desaire, el rechazo los ofende más que una mentada bien puesta. Son incapaces de soportar una opinión contraria, nadie puede contradecirlos menos aceptan verse cambiados por otros.

Víctor despreció a López Obrador cuando más lo necesitaba. En 2016 le insistieron que abanderase a Morena como candidato a gobernador y en vez de aceptar la postulación fingió estar enfermo, mientras complotaba con el candidato del PAN, Javier Corral, contra la campaña de Morena en Chihuahua.

¿Supone que ya olvidó el Tlatoani la traición? ¿Piensa que ha sido redimido con unos meses fura del gobierno panista? ¿Cree que su relación con Ramírez Cuéllar y la izquierda radical pueden exonerarlo de ese pecado capital? Supongo que sí, ha expresado su determinación de ser candidato por el partido que antes desprecio, siendo que fue expulsado, precisamente a causa de la traición.

Aquel no fue un desplante caprichoso, en pago de su traición Víctor recibió la Secretaría de Desarrollo Social, nómina que usufructuó hasta el último minuto, cuando no podía permanecer más tiempo en un gobierno panista si aspiraba a la candidatura de Morena.

Si confunden roles y prioridades, lo que ambos veteranos de mil batallas, Pichú y Víctor, están haciendo muy bien, es descubrirse como los hombres de confianza del gobernador Corral dentro de Morena. La traición del Pichú votando en sentido inverso al resto de sus compañeros diputados en la iniciativa electoral de Javier, se explica en esos acuerdos oscuros y retorcidos que luego tejen los hombres del poder, en su disparatada pretensión de intervenir en las decisiones dentro y fuera de su partido.

En Morena el candidato de Javier Corral es, sin sombra de duda, Víctor Quintana y el diputado Pichú de la Rosa oficia de anunciador. Lo que siempre se dijo, tampoco es que sean muy discretos para evitar las habituales murmuraciones en chat digitales y enlaces de zoom; que Corral y Víctor tenían una especie de pacto cuyo fin es formar una pinza electoral entre los partidos dominantes, Morena y PAN, con Víctor en el extremo de la izquierda y Gustavo en la derecha. Ya se vieron, puro ganar ganar.

¿Qué le recuerdan a usted estos movimientos preelectorales construidos sobre la mesa de café? A mi las mismas y alocadas pretensiones de César Duarte intentando debilitar al PAN con figuras de ese partido postulados por el PRD, Jaime Beltrán del Río, y Movimiento Ciudadano, Cruz Pérez Cuéllar.Así pensó Duarte en debilitar al PAN y garantizaba el triunfo de Serrano, el más impopular de los aspirantes priistas, a quién -con mil mentiras- vendió a Peña Nieto. Los resultados hoy los conocemos todos. A cinco años Javier recorre aquellos pasos ¿Cuáles serán sus resultados? El dos de julio sabremos.