*Circo en tres pistas ¿Y el pan?

* Cómo Emilio, César quiere cantar

* Gustavo estás ahí si o no

* Saqueo de agua, obstinada necedad

* Lalo Fernández, Secretario de Salud

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Durante décadas han robado por que pueden, era y es su “normalidad», la de un sistema político podrido hasta sus entrañas, cuyos altos integrantes saquean al país convencidos de hacer lo correcto. En esa parte tiene razón López Obrador; los de ayer se cebaron con la hacienda pública sin más consecuencia que las amenazas de llevar las investigaciones hasta sus “últimas consecuencias”. Sólo llegaban a esas instancias movidos por vendettas política o intereses electorales; Díaz Serrano, la Quina, Elba Esther, Jorge Lankenau, una selecta lista de caídos en desgracia que la cierra, de momento, Rosario Robles.

Así es la justicia mexicana tratándose de poderosos, sólo se mueve por venganzas o cálculos electorales. En el actual régimen nada cambió, en esa hipótesis pongamos el espectáculo de Emilio Lozoya, abierto ayer, César Duarte, a la espera de su acto, y Genaro García Luna, como permanente amenaza contra Calderón. Un circo en tres pistas sobre el cual López Obrador pretende afianzar, en dos vías, el éxito de los futuros candidatos de Morena; disuadiendo a posibles enemigos para que no se atrevan a desafiarlo y recordando a los mexicanos su hartazgo de la corrupción. Machaca sobre el tema altamente rentable.

Sabe que perdiendo la Cámara de Diputados cancela sus aspiraciones de trascender a la historia como el consumador de una “Cuarta Transformación” que sólo existe en su mente obsesiva, adosando en los libros de texto su nombre al de Hidalgo, Juárez, Madero y Cárdenas. No le importa más, su fijación de la historia lo trastorna, quiere trascender a cualquier precio, antes los pobres eran su prioridad, ahora es erradicar la corrupción, respuesta que daría “en lo que dura parado en un pié”, si llegan a preguntarle.

El suyo es un circo sin pan. Mientras convoca a los mexicanos a estar pendientes del juicio contra Emilio Lozoya, en el cual irán desgranándose algunos de los más ostentosos actos de corrupción en la era peñista, el país continúa desangrándose: Vamos por las cincuenta mil muertes a causa del Covid y los científicos estiman que esa cifra debe multiplicarse por 3,8, estaríamos entonces cerca de los 150 mil, más de 12 millones de mexicanos entraron a la vergonzante lista de nuevos miserables y  un millón doscientos mil trabajadores perdieron su empleo, cientos de miles de empresas han cerrado –muchas para siempre-, el PIB desplomado al diez por ciento, el crimen apoderado de amplias franjas del territorio nacional, programas asistenciales imposibles de verificar su eficacia, según Coneval. El país es una calamidad.

Siempre me pronunciaré a favor de la justicia, estoy convencido que su aplicación selectiva y con criterios como los señalados arriba -venganza o electorales – es una invitación franca a la corrupción en las altas esferas del poder. Los más encumbrados roban, saquean, sobornan con la tranquilidad del viejo cinismo que inspiró a una generación de truhanes: el que no tranza no avanza; yo no pido que me den, sólo que me pongan donde hay; llegamos al año de Hidalgo, pendejo el que deje algo. Imposible detener el sistemático atentado a las arcas nacionales si los responsables de administrarlas están convencidos en que lo mejor es llevarse todo “por que los que vienen son más corruptos que nosotros”, y encima confiados de que –con suerte- no serán puestos entre los ejemplos del combate a la corrupción.

Lo que rechazo y condeno, tercamente, es el uso de las instituciones de justicia para propósitos políticos o de revancha. Hoy lo hace López Obrador en el montaje circense que ayer presentó a Emilio Lozoya como actor estelar, pero en esa tarea farisea y vil no hay distingos de partidos, en Chihuahua César Duarte –hoy detenido- intento por todos los medios encarcelar, injustamente, a Marco Adán Quezada por que lo veía como posible candidato a gobernador, en estos momentos Javier Corral hace lo propio contra Maru Campos, quiere reventarla. Peña Nieto encarceló a Elba Esther por decir que “no era chacha de nadie” y Zedillo a Raúl para someter a Salinas. Son únicamente algunos ejemplos que me vienen de memoria, hay más.

La justicia mexicana entre poderosos es una perversidad. Nunca seremos un país democrático y desarrollado si permanecen esas asquerosas prácticas. Si, que Peña, Videgaray, Lozoya, Gamboa Patrón, Beltrones, los “duartes” y sus cómplices o beneficiarios y quienes tengan culpa sean presentados ante la justicia, pero con ganas de ser juzgados en acatamiento al Estado de Derecho y respetando el debido proceso. Y, muy importante, si el combate a la corrupción es sincero presentar ante los jueces también a los propios. Por que eso sí, tanto los de ayer como los de hoy son muy duros con los ajenos pero herméticas tapaderas con los suyos. Desahogada la frustración, venga el Show, es el turno de Lozoya, eso de la justicia ciega es un sueño, una quimera.

Rompeolas

No se, la veo muy ojona para ser paloma. Que Gustavo Madero haya desaprovechado la oferta de sobornos en la Reforma Energética, siendo uno de sus operadores y mayores cabilderos –sangraron sus manos de tanto aplaudir las reformas de Peña- lo encuentro tan difícil de aceptar, como si un león en ayuno de siete días deja pasar la oportunidad de devorar un tierno ciervo herido. ¿En serio la dejaste pasar, Gustavo?. Para mi que si escarban encuentran, quizá por ahí hubo contratillos en empresas petroleras.

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Saquear el agua de los agricultores locales se convirtió en una criminal necedad de algún funcionario empoderado del nuevo gobierno. Es un despropósito verterla sobre lechos de ríos secos, donde se perderán millones de metros cúbicos ¿Por qué no esperar a octubre, cuando haya pasado el ciclo de lluvias? No entiendo. Están jugando con fuego, no con agua, los productores tomarán represalias bloqueando vías del ferrocarril y autopistas, con el riesgo de brotes violentos. Cuanta sinrazón ¿Y Javier Corral? Bien, haciéndole al abogado de esos funcionarios caprichosos resueltos a desestabilizar Chihuahua.

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Lalo Fernández, exsubsecretario de Finanzas, protestará hoy el cargo como Secretario de Salud, en sustitución del fallecido Jesús Enrique Grajeda. Fernández se había desempeñado como asesor “externo” de la Secretaría, así que conoce por dentro el sector, a pesar de no ser médico. Es una posición de Ismael Rodríguez, el búlico jimenense y mayor confidente de Corral en asuntos de gobierno y actividades lúdicas. Éxito.