Rencores permanentes; la parálisis

Contra tiempos de oscuridad, prudencia y fe. Prudencia para no alimentar campañas sucias que contribuyan a la desestabilización del país, ni dar por cierto el cúmulo de información falsa que corre en las redes; fe pensando en que tenemos capacidad de sobreponernos a todos los problemas, si recordamos que México es un país que se ha desarrollado en perpetua crisis y ha salido adelante. El trago amargo pasará.

No quiero verme ridículo, tampoco soñador o romántico, la ingenuidad no me sienta bien y detesto la utopía. Pero ciertamente creo que muchas desgracias del país se deben a una sociedad opaca, poco participativa y muy tolerante. Reconozco, con desgano, que tenemos los gobiernos que nos merecemos; los dejamos devastar al país y callamos por dádivas o indiferencia.

Por eso los señores “viven en su mundo”, divorciados de la realidad social, de las necesidades del pueblo sobre el cual gobiernan. Parece un maleficio que ciudadanos ordinarios olviden los problemas de la gente, en cuanto ocupan algún cargo público, por menor que sea, se dan cuenta de que vivir fuera del presupuesto es un error. Ese divorcio sucede casi en automático, algo tiene el poder que hipnotiza.

En el límite de la desesperación, el presidente Peña preguntó “y ustedes que harían”, ante la disyuntiva de aumentar el precio de las gasolinas o mandar por el caño los apoyos sociales. A su ver la respuesta es bastante obvia: aumentar el precio de la gasolina en previsión de que el país se desbarate.

Lo más sencillo sería descargar contra el señor presidente, es la moda. No lo haré, sin embargo me cuesta trabajo aceptar la simplicidad con la que observa los grandes problemas del país. Sinceramente pienso que miente intentando ganar la compasión ciudadana, pues aceptar que no ve más opciones me causa pavor.

La omisión no es exclusiva de Peña, tampoco Calderón, Fox, Zedillo ni los anteriores dieron importancia a la construcción de refinerías. Es inaceptable que un gobierno con vastos recursos petroleros haya optado, durante décadas, por vender el crudo e importarlo refinado.

Hoy compramos a precio internacional, es decir en dólares y en razón de la oferta y la demanda, más de la mitad de gasolina que consume el país. Pasaron décadas y ningún gobierno pensó en la construcción de refinerías, no recuerdo el dato, pero creo que la última fue construida por López Mateos.

El daño ya está hecho, regresar el tiempo es sólo posible en la mente de ciertos físicos teóricos que postulan como reales los universos virtuales. Viendo para delante pregunto ¿En qué momento los mexicanos pondremos al país en el centro de nuestros intereses?

Es una tarea que Peña no asume, su erosionado liderazgo le impide lanzar la convocatoria y aunque lo hiciese, la historia nos enseña que los mexicanos hemos obrado con mezquindad, anteponiendo intereses personales a las necesidades del país. Los ejemplos sobran, desgraciadamente en ese tema no hay excepción.

No sólo Peña es responsable del tiradero, ningún partido político tiene cara con que protestar por el gasolinazo, el PAN votó y promovió la reforma energética, con Gustavo Madero en oficio de cabildero mayor, y todos aprobaron la Ley de Ingresos que contenía el IEPES en los combustibles.

No hay solución, todos son parte del problema, por eso a la pregunta de Peña respondería que yo eliminaría el financiamiento público a los partidos, deshonran su definición de “entes de interés público” que justifica la enorme cuantía de recursos públicos que recibe,  también desmantelaría el Instituto Electoral, dejándolo operativo sólo en temporadas electorales, es un oneroso nido de parásitos y eliminaría organismos creados por moda, refugio de políticos en desgracia, reduciría a la mitad el presupuesto del Congreso, pues no justifican lo que ganan ni lo que gastan.

Pero lo más importante, impulsaría un “pacto anticorrupción”, aunque fuese temporal. La clase política necesita contenerse, empezando por el presidente, los gobernadores, y sus gabinetes. No quiero pontificar, pero estoy seguro que un porcentaje muy alto de los problemas de éste país tienen que ver con asuntos de corrupción.

Y en esa se baten todos, siempre he dicho que algún justo habrá en esta Sodoma nacional, conozco a políticos decentes, pero como clase gobernante admiten sin disimulo el calificativo de corruptos, lo que genera incompetencia y mezquindad,  ejes sobre los cuales corre el desgobierno.

Hoy en Chihuahua tenemos ejemplos que pasman, acabamos de sufrir una de las eras más oscuras en las última décadas; la corrupción institucionalizada al más alto nivel ¿Qué ha hecho el PRI? Callar y justificarlo ¿Qué hace la PGR? Ignorar las tropelías de Duarte y protegerlo ¡Cómo diablos quieren que la gente crea en ellos, imposible! Por favor, despierten.

Y para nuestra desgracia, tenemos un gobernador de rencores permanentes, ocupado en denostar a los sectores, los medios como su blanco favorito, sin ocuparse de gobernar y buscando en el pasado corrupto las justificaciones de su inacción.

Javier Corral quiere gobernar teorizando sobre democracia, transparencia, buen gobierno, como si estuviese en campaña, o bien a la conquista de su chica soñada. No, la etapa del coqueteo y el caimebien quedó atrás, ya consiguió el si, casó con la señorita y la llevó a la cama, sin importar el orden en que lo haya hecho, el matrimonio está consumado con su toma de protesta.

En estos tiempos de dinamismo informativo tres meses son muchos para la luna de mil, ya la disfruto, que se la crea, es el señor gobernador del estado. En adelante necesita saber que el matrimonio llega con obligaciones; hay que poner comida en la mesa, pagar los recibos, la hipoteca, llevar los niños a la escuela. Se trata de proveer y generar armonía que contribuya a la tranquilidad y bienestar del hogar.

En campaña comprensible, pero desde que llegó al gobierno no ha dejado de hablar mal de los medios, generalizando, sin ponerle nombre y apellido al entreguismo interesado que postula; también consume su tiempo hablando mal del “vulgar ladrón”, como tratando de profundizar su descredito social. Duarte no puede estar más abajo, es apestado de la sociedad, lo único que falta es ir a prisión. En lugar de hablar, llévelo a juicio.

Sería muy interesante hacer un ejercicio sobre el tiempo que invierte Corral en denostar a los medios y cargar contra Duarte. Quizás un estudio psicológico arrojaría que la suya es una conducta obsesiva. Necesita dejar el pasado y concéntrese en gobernar, le estamos pagando deoquis.

En Veracruz el gobernador Yunes, que sólo va por dos años, ha recuperado casi 400 millones de pesos del otro Duarte corrupto y en Chihuahua la Fiscalía no ha podido traducir ninguno de los 60 expedientes en una orden de aprehensión. O no saben o administran perversamente la justicia con fines electorales o no hay tal corrupción como la hemos sospechado.

Tomando el cargo las palabras quedaron atrás, en adelante se esperan hechos, acciones concretas, pero la realidad en los primeros cien días es que no ha podido con su prioridad, meter a Duarte a la cárcel, menos con la responsabilidad de gobierno.

Aparte de su código de ética, recetario de lo que debe hacer cualquier gobernante que se apegue a la ley, y los discursos denostativos, qué acción de gobierno puede presumir en los primeros cien días. Ninguna, y lo peor es que tampoco nos ha informado sobre el programa de gobierno, nadie sabe que pretende hacer durante los cinco años ni hacia dónde va. La incompetencia también es corrupción, cuesta muy cara.

Con sinceridad digo que prefería escribir, criticando o avalando, sobre acciones de gobierno en lugar de sumarme a la campaña negra contra Peña, hacer corajes viendo al vulgar ladrón que disfruta sus millones o desparramar la bilis por la negligencia de un gobernador iluminado incapaz de hacer tierra.

El problema es que no dan material, haz algo Javier, por tu propio bien y el de Chihuahua construye un puente, una carretera, un hospital, desplieguen un programa alimentario, algo digno de criticar. Empieza a gobernar, por más prudencia y fe que se tenga en estos tiempos de oscuridad, resulta desesperante ver que tu gobierno transita sobre teorizaciones sin referente en obras y programas.

Que weba ¿los cinco años serán como los cien días? Dios nos libre, la gente empezaría de pedir que regrese Duarte. Horror, a correr, yo me voy al Acebuche con María y que se arreglen como puedan.

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