*Consecuencias de la “Ley Marcelo”

* Tito Herrera en oficio de usurero

*Impostergable una Reforma Integral

* El coronavirus en la grilla del PRI

* Omar Bazán se reportó “enfermo”

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Seis años después de la llamada “Ley Marcelo”, votada a finales del 2013, las consecuencias de aquella insensatez revistada de intereses políticos, dejaron a Pensiones Civiles del Estado en la quiebra. El entonces director general, Marcelo González Tachiquín, vendió la reforma como una solución modelo; “Será ejemplo mundial”, decía con la convicción del vendedor de libros, y César Duarte se la creyó. Pensiones nunca les interesó.

Hoy el servicio médico de la Institución es deplorable, siendo que durante décadas fue uno de los orgullos chihuahuenses. Tener “Pensiones” era una distinción para los burócratas, era de primera calidad, al más alto nivel de las posibilidades que ofrecía Chihuahua.

Encima la crisis financiera puso en riesgo el Fondo de Pensiones, de modo que ahora se han dado casos en que los jubilados de la noble institución reciben su pago con retrasos y los que están por jubilarse o pensionarse tienen severas dudas de que les respeten sus aportaciones. Es la pésima situación operativa y financiera.

Ayer se manifestaron los trabajadores administrativos de la Universidad, desesperados por la mala calidad del servicio o, incluso, la ausencia del mismo, ciertamente agravado por la pandemia, y el rector Luis Fierro organizó un enlace radiofónico para hablar ampliamente del tema. Dio la cara.

No dijo más que lo que ya es público, la imposibilidad de la Universidad para cumplir satisfactoriamente con los compromisos impuestos en los términos de la Ley, a pesar de los esfuerzos realizados, y se pronunció por una revisión profunda que concluya en otra reforma legal, sin la cual no hay solución duradera.

Tiene razón Fierro, si en estos momentos el Gobierno Federal destina recursos suficientes para que la UACh pague hasta el último centavo de sus adeudos, la solución sería solo temporal, pues al cabo de dos o tres años estarían en las mismas condiciones, cargando una deuda impagable.

Una de las causas está en la misma Ley del 2013, que elevó del cinco al diez por ciento las aportaciones universitarias al Fondo de Pensiones y del tres al seis el servicio médico. Es decir le dobló la carga financiera sin proporcionarle recursos adicionales para cubrirlos. Recordemos, hablamos de una universidad pública.

Imposible negar la urgencia de una reforma legal como requisito necesario para una solución integral. En esa parte deben comprometerse el gobernador Corral, los diputados y las instituciones que forman parte de Pensiones; Sección 42, Uach, Poder Judicial, Junta de Aguas y otros.

Lo más importante darle viabilidad financiera para que pueda rescatar la calidad del servicio médico y garantizar la seguridad del Fondo. Acabar con la institución sería uno de los mayores retrocesos, signo inequívoco del fracaso absoluto de la presente administración. Con voluntad, amor por la institución e inteligencia pueden lograrlo. 

Rompeolas

En la crisis de Pensiones, agudizada en el presente gobierno, buena parte tiene que ver la conducta de burócrata bancario que asume Tito Herrera, director general. Se comporta como verdadero usurero, como si representase a una institución crediticia privada, llegando al absurdo de requerir pagos por causa de recargos. Uno de los problemas entre la Uach y Pensiones es, precisamente, la imposibilidad de conciliar saldos. Tito Herrera les presenta cargos por más de 400 millones de pesos por concepto de mora, una barbaridad en alguien que conoce desde adentro la complejidad del problema. Para él es como si un moroso común deja de pagar su tarjeta de crédito. Está fuera de sitio, en vez de ser factor de solución, empieza a verse como parte del problema.

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Hoy miércoles estaba programada una reunión en el CEN del PRI, a la que fueron convocados Graciela Ortiz y Omar Bazán. Se suponía que definirían al nuevo presidente del CDE y la candidatura al gobierno del estado. Graciela habría condicionado la candidatura a cambio de que le entreguen la presidencia del partido local; y Omar se resiste a entregarla, a menos que le garanticen la posición uno en la lista de plurinominales. Según las versiones ahí están trabados y ayer no pudieron avanzar por la sencilla razón de que Omar se reportó “enfermo”. Jajajaja, se las hizo con la clásica del coronavirus, así que deberán esperar hasta que se “recupere”. Lo hemos dicho, Omar no entregará el Partido sin recibir algo a cambio y para ser honesto lo merece, ha trabajado como pocos presidentes. Sería injusto, por más diferencias que existan entre ellos, despedirlo dándole simplemente las gracias y una patada en el trasero. Además el PRI no está para nuevas fracturas, otra más y desaparece.