* Decadente y prostituida partidocracia

* Cinismo y desvergüenza, la normalidad

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En las elecciones del 2001, Michoacán bullía por el cardenismo perredista. Allá estaba Artemio Iglesias como delegado general del CEN y le tocó manejar la renuncia de un tiburón en la política local, Sergio Magaña Martínez, expresidente municipal de Morelia y exsenador. Era uno de los favoritos del PRI para candidato a gobernador. El dedo no lo favoreció y renunció al Partido, una bomba política.

Cuando los medios preguntaron sobre la renuncia de Magaña, Artemio recurrió a una cita bíblica de Job: “El señor da, el señor quita, bendito sea el señor”. Así salió del paso frente al acoso mediático, sin embargo tenía poco que decir, se anticipaba el triunfo de Lázaro Cárdenas Batel, tercera generación del poderoso clan michoacano.

En aquellos tiempos que parecen tan lejanos, los episodios de fracturas internas y renuncias a los partidos, especialmente al PRI, eran noticia nacional y escándalo mayor, había cierto rubor político. Tres años antes el mismo Artemio pudo renunciar al PRI e irse al PRD, batiendo la elección de Patricio Martínez. En lugar de correr se tragó la derrota, sin pedir a cambio nada.

El deterioro de los partidos había empezado a mediados de los 90 y siguió sin pausa hasta llegar a la decadencia que hoy podemos observar. No tengo remordimiento en hablar de prostitución política; Partidos y aspirantes candidatos de lo que sea y con quien sea buscan acomodar sus intereses sin tener en cuenta, absolutamente para nada, a la sociedad que su falsa narrativa lisonjea. En ese punto estamos iniciando el primer año de la tercer década del siglo XXI.

Chihuahua es un caso en proceso de la decadente prostitución partidista. Morena, PRI, PAN y los nanopartidos ofrecen candidaturas como si estuviesen en subasta, fuesen merolicos en la Feria del Hueso o puesteros en el mercado de las especias, Estambul. ¿Y las ideologías? Me las hice ayer en la peluquería, dice Sabina ¿Y el compromiso ciudadano? ¿Ciudadano? El único compromiso es entre cliente y mercader, con el agravante de que ordinariamente prevalece una curiosa confusión de quien es uno y quien el otro.

Hasta hace unos años observaban cierto resquemor, hacían por disimular, ahora resuelven todo con un “renuncio por que ya no me identifico con ese partido” y el Partido no se toma la molestia de explicar por que hoy postula a un candidato del PRI, mañana a uno del PAN, después a otro de Morena. Mientras les sirvan a sus propósitos de la presente elección son bienvenidos, dándose vueltas como en licuadora y reciclándose unos a otros en el más complaciente de los pragmatismos.

Ah, pero eso sí, para efectos de prerrogativas –dinero del contribuyente- son considerados “entes de interés público”. Me pregunto que sucedería si los partidos tuviesen que financiar sus actividades únicamente con aportaciones de sus militantes. Seguro no había tanto sinvergüenza disfrazado de redentor social, mintiendo con la facilidad de quien se abrocha las agujetas de sus zapatos y sale cada mañana a trabajar.

El podrido sistema de partidos es una tara de la política mexicana que cuesta millones, miles de millones de pesos a los contribuyentes. Si son incapaces de mantener una militancia estable, si lo mismo da ser candidato de un partido que de otro, si resulta imposible contrastar metas, propósitos, objetivos ¿Cuál sería su razón de existir?. Ninguna más que el avieso interés económico de una casta parasitaria cuya cortedad de miras socaba el desarrollo nacional, mientras se burla de los ciudadanos a quienes su falsa narrativa dice representar.A propósito ¿Quiere ejemplos de la decadencia partidista en Chihuahua? ¿Empezamos por Morena, PAN, PRI o los nanos? ¿Lo circunscribimos a la elección en curso o vamos a las últimas tres? ¿Lo dejamos en la política local o nos ampliamos a la política nacional?. A los protagonistas de la prostitución les parece muy bonito y audaz ir de partido en partido y a los partidos ir de pesca y repesca en cada elección, no tienen vergüenza ni sentido de la convicción. Ejemplos sobran, póngalos usted, a mi me da weba recordar sus nombres y reseñar sus andanzas.