Hace un par de días Enrique Krauze, probablemente el intelectual mexicano más reconocido fuera del país, publico un articulo en The New York Times, el diario estadounidense de mayor influenza mundial. ¿“Puede Biden ayudar a contener el declive democrático en México”?, es el titulo del texto, enmarcado en el próximo aniversario de las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos.
“El año 2022 marcará el doscientos aniversario de las relaciones oficiales entre México y Estados Unidos. Pero antes de que podamos celebrar esta importante fecha, debemos trabajar para salvaguardar la libertad, la democracia y el Estado de Derecho, bajo el régimen personalista del presidente Andrés Manuel López Obrador”. Escribe Krauze a manera de contexto.
Después hace una critica habitual en la prensa nacional, a la que nos hemos acostumbrado, pero dicha en el Times adquiere otra dimensión: “López Obrador, sencillamente, no cree en el Estado de Derecho, para resolver los problemas de México. Por el contrario, se comporta a veces como si él encarnara al Estado y a la ley”. Cierra con una conclusión incómoda y amenazante al régimen de López Obrador: “Biden puede limitar las tendencias autoritarias de López Obrador y promover un enfoque de moderación que sería mucho más benéfico para las relaciones bilaterales y para los propios mexicanos”.
La respuesta de López Obrador, en la mañanera de ayer, fue de prudencia extrema, inusual en un asiduo golpeador contra aquellos que osan contradecirlo o criticarlo. A uno de los periódicos más importantes del país lo ha llamado pasquín de conservadores y frecuentemente desmiente su información con el estribillo de los “otros datos”.
Con el editorial de Krauze se contuvo y ordenó a su legión de seguidores hacer lo mismo: “No hay que mencionar denuncia contra nadie, no hay que testerearlos, no hay que tocarlos ni con el pétalo de una rosa, por que si no imagínese”, dispuso desde el púlpito matutino.
¿Porqué la respuesta medrosa en un presidente habituado a denostar, burlarse, condenar, amenazar a sus adversarios?. ¿A quien teme, a Enrique Krauze, al The New York Times o al Imperio?. La pregunta es pertinente por que de su declaración mañanera se infiere que “le propusieron presentar denuncias”, pero resolvió dejar las cosas en paz, no hacerle testera.
Su forzada y falsa aceptación a la crítica de quien acuñó el concepto de “mesías tropical”, haciendo como Salinas con los perredistas, que ni los ve ni los oye, explica el temor –pavor- al Imperio. Sabe que si alguien puede cancelar su delirante régimen de populismo autoritario, es el gobierno de los Estados Unidos, con independencia de quien lo encabece.
Es un miedo bien fundado, si la sociedad fracasa en la elecciones de junio seis, los únicos frenos al anhelo de la dádiva y el nacionalismo setentero que postula como “Cuarta Transformación” serían el Ejército y el gobierno de los Estados Unidos. Al Ejército lo tiene de su lado, comprado a precio de oro, con los Estados Unidos no sabe qué hacer. Ahí está su mayor temor.
Rompeolas
Marco Adán Quezada, hoy defendiendo los colores de Morena, consiguió registrar su candidatura a Presidente Municipal de Chihuahua, una experiencia que conoce muy bien. Y digo consiguió por que reportan que las dificultades para integrar la planilla han sido de locura, pues los morenistas se pelean los espacios con mayor ferocidad que las hienas una magra porción de carne en proceso de descomponerse. Todavía es hora que no completan la planilla de regidores, así son. Sin embargo a Marco Adán Quezada le ha ido bien, cosecha adhesiones donde menos se lo imaginaba, pues existen grupos importantes de la Iniciativa Privada que han arropado su proyecto. Es un político profesional, muy cuajado, hecho para la campaña electoral, que sabrá dar la pelea. Las primeras encuestas hablan de que sumó a la Marca de Morena y que Morena tiene importante aceptación en colonias populares. Como dice Julio César Chávez, hay tiro entre los marcos.
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En duelo de sotaneros por la gubernatura tenemos al “Huachicolero Díaz contra el bribón Arrieta”. El huachicolero va por las siglas del Panal y el Bribón por las del PES. O algo así, ni siquiera estoy seguro de los partidillos a los que representan, en todo caso son satélites de Morena, un voto para ellos es un voto a favor del autoritarismo populista y contra la democracia. Pero su protagonismo los hace felices, con ver su retrato en un par de espectaculares ya se sienten realizados, ambos se creen galancetes.
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A los Aguilar les dejaron las peores posiciones, digamos que migajas. Según reportan Morena les entregó en Chihuahua los distritos 16 y 17, ambos considerados de mero trámite por el PAN, es improbable que los ganen. La única forma de recuperar la dignidad “partidaria” es que Lilia Aguilar sea apuntada en la lista de los plurinominales. Veremos, con Morena nada se sabe.
