*Fiel devoto al librito sagrado del tlatoani

*Loera se asume regente, no gobernador

*¿Se atrevería el PAN a expulsar a Corral?

*Lozoya reducido a vulgar golpeador

*Pablo Serna operador activo de Maru

Temprano en la campaña, pensando en fijar agenda, Juan Carlos Loera presentó el proyecto de gobierno. Es la fiel narrativa electoral de López Obrador hecha gobierno, su guía, su libro sagrado, su esperanza de triunfo.

Acompañado de Víctor Orozco, la mayor figura de la izquierda chihuahuita adherida a su campaña, el candidato de Morena describió varios ejes de acción en los que asoma sin velo la demagogia populista del Presidente: ampliar la base de ancianos que reciben apoyos; el bla,bla,bla, de turismo y desarrollo económico sustentable, añadido el tonó cuatrote con el remate del “como detonador de bienestar social -¿Podría tener otro objetivo general?-; incorporarnos al Insabi, una “especie de alebrije que no se sabe si vuela o se arrastra”, según definición de Federico Reyes Heroles, dotándolo de una perspectiva de género y respeto a los derechos humanos.

Su propuesta es un enorme salto demagógico de regreso a los años setentas, el feroz nacionalismo populista de Luis Echeverría matizado de una visión humanista no demostrada en los hechos. Pero Loera es congruente, recuperar cada renglón, cada palabra que, como mantra tibetano, postula de López Obrador, es su apuesta definitiva hacia la victoria. Ahí está y de ahí decidió no moverse ni un milímetro, pues para evitar cuestionamientos a su fidelidad, invocó que sus valores son “no robar, no mentir y no traicionar”. López Obrador habla a sus acólitos, Loera a López Obrador, teniendo en mente agradarlo siempre.

No me extraña, es un político que soportó la feroz resistencia de los agricultores durante la crisis del agua, que defendió un asesinato sabiendo el descrédito en que caía y que ha tenido la entereza de formular declaraciones como esa de que el “agua no es de Chihuahua, sino de los texanos”, sin otro fin que congraciarse con el Presidente. La presentación de ayer es una consecuencia lógica de su actuar, un repetir el discurso mil veces escuchado.

En esa parte muy bien, no pretende engañar a ningún chihuahuense, sabe lo que hace y le importa tres cacahuates quienes desaprueban su visión de gobierno. Él no duda, estableció nítidamente las dos visiones de país en pugna: la de un México con López Obrador y su autoritarismo populista mirando al pasado; la de un país con libertades, oportunidad de movilidad social y apuesta por el futuro. Ambas son mutuamente excluyentes.

Loera no tiene confusiones de qué lado está y yo lo justifico plenamente, todo en su campaña, en su discurso, en su agenda, nos dice que se asume como enviado, como regente, representante personal de López Obrador en Chihuahua. Eso quiere ser y en eso trabaja; en construir la regencia no en gobernar un estado soberano. Sin embargo, apurado en agradar el Tlatoani pierde enfoque; está pidiendo el voto de los chihuahuenses, no del Presidente.

Lo importante de la presentación de ayer es que ha definido la narrativa del debate en los próximos dos meses reduciéndolo a buenos y malos ¿Quién le toma la palabra? Loera sabe de que lado está ¿Lo saben también los otros candidatos?. Es pregunta.

Rompeolas

¿Y que resulta menos dañino, expulsar del PAN ahora mismo a Javier Corral o esperar que siga destruyéndolo desde adentro? Esa pragmática pregunta me hizo un lector, reflexionando sobre la entrega de ayer. Se la dejo a los panistas, a los santones, ya que si por la militancia fuera hace tiempo que Corral estaba fuera del Partido, pero como en todo hay cálculos políticos y momentos electorales, pues lo más seguro es que siga jodiendo desde adentro. Sin embargo para efectos de militancia, ahora están convencidos de que Javier la perdió antes de ser candidato a gobernador, que sólo usó al PAN como un instrumento para llegar al poder, de otra forma no hubiese traicionado a tantos compañeros de partido que prestaron sus servicios desinteresadamente en campañas anteriores. Cría cuervos.

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En lo que vino quedando Alfredo Lozoya, candidato de Movimiento Ciudadano a la gubernatura, en vulgar y deslucido golpeador contra Maru Campos. Para eso le alcanzó habiendo comprado a precio de oro las siglas de MC. Eso demuestra su inexperiencia y la falta de oficio, pues pudiendo construir una tercera opción viable, se creyó las adulaciones de sus empleados y se montó sobre un proyecto sin futuro. Dejó ir la diputación federal segura por una candidatura que no prenderá, especialmente ahora que está francamente desacreditado. No conseguirá ni el seis por ciento de los votos, al paso que va.

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Pablo Serna, líder del sindicato de Salud, está convertido en uno de los operadores externos más confiables de Maru Campos. Siguiendo la línea de Joel Ayala puso el sindicato a las ordenes de la candidata el PAN, eso sí, cuidándose de que los agremiados trabajen de forma “voluntaria”, pues en esos términos giró un oficio a los centros de Salud en todo Chihuahua, firmado por su puño y letra. Pero estuvo bien asesorado, pues especifica que se trata de una recomendación a titulo personal. Así se cubre para evitar infligir las leyes electorales, pero el sindicato está volcado a las campañas del PAN. Ha crecido Pablo Serna, sin duda, desde aquellas primeras escaramuzas para deshacerse del vulgarcillo ladrón, hasta llegar a operador en una campaña triunfadora a la gubernatura.

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