*Liberación de los presos políticos

*Indudable triunfo de Maru Campos

*Nueva relación estado-federación

*Voceros de la 4T guardaron silencio

*La Universidad retoma el rumbo

Cuando negaron la libertad a Andrés Valles, los voceros certificados de la 4T se apresuraron a descalificar el acuerdo pactado entre la gobernadora Campos y el secretario de gobernación, Adán Augusto López, que ponía fin al conflicto del agua y sentaba las bases para la liberación de los presos políticas.

Fue una tomadura de pelo, la chamaquearon, dijeron ufanos en tono de morbo. Pues nada, el viernes en la noche se concretó la liberación de los tres jornaleros de la Cruz, como parte de ese acuerdo político entre estado y federación, poniendo fin a una gran injusticia. Falta la liberación de Andrés Valles, seguramente llegará pronto.

¿Qué hizo la vocería de la 4T, concretadas las liberaciones? Guardar silencio, incapaces de reconocer el positivo resultado de las gestiones hechas por la gobernadora, prefirieron minimizar el hecho o darlo como producto de una casualidad. El caso era restar créditos a la gobernadora.

Es parte del juego político, desde luego, hay algunos que están suscritos en los intereses de la 4T, la vulgar politiquería, como suele decir el tlatoani. Sin embargo nadie con sentido de la justicia puede objetivamente negar que aquel acuerdo firmado en gobernación es un éxito político de la gobernadora Campos, que se remite a los hechos.

Igual de importante, a la liberación de los presos políticos, es el nuevo tono en la relación estado-federación. Sin estridencias, sin fanfarrias y sin comprometer la dignidad, Maru Campos ha sabido sortear con éxito la siempre compleja relación de los gobernadores con los presidentes del país.

La historia de Chihuahua con el poder central ha sido siempre compleja, pero nunca había sido tan contrastante como la de los últimos dos gobernadores, Duarte y Corral. “Si con Calderón me metí hasta la cocina, con Peña seré parte de la cocina”, presumía César Duarte y, efectivamente, construyó una solida relación con los dos presidentes, pero a la postre esa relación fue perjudicial para Chihuahua; la administración quedó endeudada y él enriquecido pero desprestigiado y en prisión.

Javier Corral tuvo la insensatez de enfrentar públicamente a Peña, amenazándolo con llevarlo a la cárcel, después jugó al estira y afloja con López Obrador, hasta terminar rendido sobre sus brazos. Las consecuencias para Chihuahua fueron también nefastas, dejó las finanzas colapsadas y una sociedad polarizada y él terminó en la decadencia política.

Maru Campos tiene esos ejemplos muy frescos, y los ha tomado de experiencia, por lo que se ha visto. Ni se ha entregado a López Obrador ni se ha confrontado con él; está recorriendo el camino de la institucionalidad y los resultados de la prudencia empiezan a observarse.

El camino es largo, vienen las elecciones del 2024 y entonces las relaciones políticas se polarizarán, pero mientras la gobernadora mantenga su determinación de transitar por esa institucionalidad que los otros olvidaron, indudablemente será bueno para Chihuahua. Eso del amiguismo duartiano y la bipolaridad de Corral ya vimos que no ayuda.

Rompeolas

El relevo interino en la Universidad Autónoma de Chihuahua no sirvió para mandar señales futuristas, como esperaban algunos. En consecuencia la carrera por la rectoría continúa en la misma tónica, a diferencia de que ahora está un solido operador, Jesús Villalobos Jión, que jugará con el librito clásico de la política; seguir sin cuestionar las instrucciones de Palacio y hacerlo de la manera más eficiente posible. Es un hombre experimentado, formado en la vieja escuela que sin sombra de dudas cumplirá satisfactoriamente su tarea.

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