*Loera ¿torpe o mezquino. O ambas?

*El mal ejemplo del Tlatoani cunde

*Más que a Maru, ofenden a Chihuahua

Tengo dificultades para interpretar correctamente a Juan Carlos Loera. Los viejos cronistas lo definirían como chivo en cristalería, aquellos políticos rupestres desprovistos de tacto y buenas formas. Sin embargo no atino a resolver si su condición rupestre es por la torpeza de no percatarse donde pisa o la mezquindad de quebrar la cristalería por la satisfacción de verla hecha añicos. O ambas.

De la torpeza ha dejado constancia suficiente. Siendo candidato hizo hasta lo imposible por perder la elección, adherido a la obstinación de confrontar a los activos de su partido, sobajar a candidatos menores y, demencial, retar a los electores queriendo llevarse el agua de las presas; de la mezquindad hablan las innumerables disputas con miembros de su partido. Con todo morenista de cierto nivel ha tenido diferencias marcadas. Es reincidente.

Los desencuentros con Cruz Pérez Cuéllar son conocidos, hoy potenciados en la idea de quitarle la Presidencia Municipal. El choque recurrente con el presidente estatal de su partido no tiene antecedentes, en público declara sin motivos que debe dejar la dirigencia. El distanciamiento con la clase política de Morena, subordinados o no a su proyecto, lo ha hecho odioso al interior del partido, de lo que dan testimonio muchos de sus correligionarios.

¿Con quien mantiene aceptables relaciones políticas? Supongo que con la secretaria Ariadna Montiel, pero en ese caso están confusas las líneas de la relación institucional y la relación personal, no sabemos dónde empieza una y dónde termina otra. Además, también esa relación ha sido de intermitencias; hoy estoy, mañana no estoy, pero pasado vuelvo.

Comento lo anterior por que siendo representante de López Obrador en Chihuahua, si fuésemos un país él sería embajador plenipotenciario, uno esperaría que asuma conductas propias de su alta responsabilidad, le llaman “superdelegado”. Pues no, se comporta como vulgar porro, político pueblerino de malas entrañas, felón de barrio.

La gobernadora Campos le corre las cortesías de invitarlo a la presentación del Plan Estatal de Gobierno, le dan el uso de la palabra, recibe las atenciones debidas en cada evento oficial, presentándolo con la distinción de su cargo y el señor delegado le paga con mezquinos desaires. En dos programas que por definición política deben participar los gobernadores cuyas circunscripciones territoriales están involucradas, ha sido desairada la mandataria chihuahuense, acentuando la grosería con ponderaciones espaciales al gobernador de Sonora.

En descargo de Loera debo decir que reconozco en su conducta una constante de los usos y costumbres del presente gobierno, donde el mismo Presidente pone los malos ejemplos. Por eso la gobernadora Campos no sabe dónde está el origen de los desaires –de sus declaraciones desprendo la duda-, si tiene que ver con instrucciones del presidente o se trata de los escaldados humores del superdelegado. Para mi es Loera alentado por la secretaria, o mejor dicho, por Ariadna, pero siguiendo el ejemplo del presidente.

Nada gana Maru Campos con ubicar el origen, en cualquier caso se trata del Gobierno Federal. El desaire, por lo demás, no es a la gobernadora, es a Chihuahua, ofensa a sus paisanos de la que obviamente Loera no se percata. Para que pueda entender, me valgo de un “si hubiera”. ¿Cómo recibiría el desaire, “sí hubiera” ganado la gubernatura y el presidente fuese del PAN? Vamos, la campaña quedó atrás, hoy está en posición de gobierno.

Pero como dije, mucho tiene que ver el presidente cuando alienta la confrontación. Supongo que lo hace pensando en la máxima juarista “al amigo justicia y gracia, al enemigo justicia a secas”, sólo que acomodada a sus hígados polarizantes: “al amigo lo que pida, al enemigo ni agua”, recordemos que para López Obrador todo el que no está de su lado, está contra él; “O se está con la revolución, o se está contra la revolución”, ha repetido. Si los gobernadores del PAN no están con la revolución, en consecuencia están contra él, máxime una que empieza a tener presencia nacional.

Maru hace lo necesario para mantener relaciones institucionales estables, nadie quiere indisponerse con el presidente; López Obrador actúa como si fuese la enemiga que debe derrotar en las próximas elecciones; y Loera como el matoncito presuroso de agradar al tlatoani. Sinceramente no debe tomarlo tan a pecho; uno la desaira por que la ve crecer; otro por torpe, mezquino y mal perdedor.

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