*Cerocahui ¿el Ayotzinapa de AMLO?

*Aparte de su popularidad, nada importa

*Once de julio, periodo extraordinario

*Bety Chávez traiciona confianza de Palacio

El esperado pronunciamiento del Papa Francisco sobre el asesinato de los jesuitas en Cerocahui llegó temprano y sin sutilezas diplomáticas: “Cuantos asesinatos hay en México. Estoy cerca, en afecto y oración, de la comunidad católica afectada por ésta tragedia. La violencia no resuelve los problemas, sino que crece el sufrimiento inútil”.

El impacto de imaginar a sus hermanos en la escena de horror, muertos al interior del templo donde asistían espiritualmente a un moribundo que llegó a sus píes, hizo la diplomacia a un lado. Sobrio pero enérgico el reclamo papal a un gobierno renuente a aplicar la ley contra organizaciones consideradas internacionalmente de las más violentas del mundo.

Ni los quemados por la explosión –enero del 2019- del oleoducto en Hidalgo, más de cien personas entre niños y adultos, ni las decenas de periodistas asesinados, ni la suma de los 121 mil asesinados por el crimen en lo que va del sexenio, ni los once feminicidios diarios. Ningún hecho violento en el país causó tal conmoción internacional como el asesinato de los Jesuitas Joaquín César Mora y Javier Campos, dos ancianos queridos por sus hermanos de fe.

Aparte del Vaticano, por conducto del mismo Papa, se pronunciaron la ONU, la Compañía de Jesús, la Unión Europea, otras organizaciones internacionales, y los periódicos más importantes de Estados Unidos, Europa y Latinoamérica. A su modo y condición, no es lo mismo un medio escrito usualmente crítico que una institución internacional, en general todos lamentan los hechos y exigen justicia, narrativa estándar para estas tragedias. Pero también condenan el número de muertos, señalando la violencia como una tragedia del país.

Entre todas las reacciones me quedó con la declaración del Papa. Es una critica desprovista de sutilezas a la política de abrazos y no balazos implementada por el gobierno de López Obrador. El Papa Francisco, jesuita de formación, uno de los personajes mejor informados del mundo, conoce el drama de violencia en México y la decisión gubernamental de rendir la ley ante los barones del mal. Sabe perfectamente lo que dice, porque lo dice, como lo dice, cuando lo dice y el alcance de sus palabras.

Y si la parte donde refiere que “la violencia no resuelve los problemas, sino que crece el sufrimiento inútil”, parece una crítica a la estrategia gubernamental de abandonar sus deberes permitiendo que el crimen crezca, es una crítica. ¿La carga internacional condenando su pasividad ante el crimen, será suficiente para que López Obrador cambie su decisión, que no estrategia, de permitir que los carteles sigan ganando territorio, poder y generando más violencia?.

La respuesta es que no, mantendrá su pacto con los grupos criminales hasta que las reacciones social y mediática empiecen a erosionar su imagen, única respuesta ciudadana que parece importarle. Para mi que toma la declaración del Papa como Bonaparte la histórica excomunión del Papa Pío VII. No comparo el hecho histórico, lo refiero como ejemplo del desdén con que, supongo, toma el presidente la reacción del Papa Francisco. Mientras siga con altos niveles de aceptación popular es que “va requetebién”.

Esta vez podría perder, La Compañía de Jesús tiene la sabiduría acumulada de dos mil años de catolicismo y la experiencia de sobrevivir a reyes, dictadores, destierros e incluso papas adversos. Sabe como ganar batallas y la exigencia de justicia para sus hermanos se convirtió ahora mismo en una de sus luchas a ganar. El chueco no asesinó a dos sacerdotes de pueblo, asesinó a dos hermanos de la Orden que fundo Ignacio de Loyola en 1540. Ahí está también el rector de la Ibero levantando la voz, en su caso contra el gobierno local.

Cerocahui podría ser el Ayotzinapa de López Obrador. Pero si no, claramente es un antes y un después en su política demencial de proteger a los sicarios del mal que desangran al país con su complacencia o complicidad. Que ironía, su camino de bajada empezó en la profundidad de las barrancas, donde usualmente inicia la subida.

Rompeolas

Ha trascendido que el periodo ordinario donde se discutirá y, seguro, seguro, serán aprobadas las reformas a la Ley Orgánica de la Uach, será el once de julio. La iniciativa llegó ayer en la mañana al Congreso e inmediatamente acordaron con el Ejecutivo la fecha de sesión. Se comenta que no hay modificaciones a lo conocido públicamente luego de la sesión de Consejo Universitario y si las hay sería de forma, no de fondo. Un dato a destacar, aparte del hecho en sí mismo, es la pertinencia y pulcritud con que César Jáuregui, responsable de manejar las reformas y conducir la sucesión en la Universidad, ha manejado los tiempos. Sesionó el Consejo Universitario en el límite de las vacaciones escolares, cuando los alumnos estaban en exámenes, realizarán el periodo extraordinario en plenas vacaciones de Verano. ¿Quién dijo problemas?. Parece distraído, pero el secretario está en lo suyo.

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La exdiputada Bety Chávez no conoce su lugar. Acaban de nombrarla directora de la Universidad Tecnológica en Parral y en vez de aplicarse a levantar la Institución le da por disputar la presidencia del PRI municipal, pensando que así garantiza una diputación. Ajá, todo lo contrario, está traicionando la confianza del Secretario de Educación y dividiendo innecesariamente al PRI parralito, como si el decaído partido estuviese para más problemas. Su activismo es mal visto en Palacio, donde la tienen por malagradecida pues le dan una oportunidad laboral y la usa para promocionarse políticamente. Abusada doña Bety, en vez de quedarse con el PRI podría perder la dirección. 

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