*Simbología y voluntarismo del guía superior

*Polarizando afianza su estrategia destructiva

*Corral pide a gritos espacio en San Guillermo

Dijo que inauguraría el Aeropuerto Felipe Ángeles el 21 de marzo, natalicio de Benito Juárez, su ejemplo, y lo inauguró en esa fecha sin reparar en que carecía de comunicación terrestre, que forzando a las aerolíneas sólo tuviese un par de vuelos nacionales y que debió pedir un favor a Maduro para simular un vuelo internacional. Anunció que inauguraría la Refinería Dos Bocas el uno de julio, cuarto aniversario de su triunfo en las urnas, y la inauguró puntual sabiendo tardará más de un año para producir. Ha prometido inaugurar el Tren Maya en diciembre del 2023 y en esas fechas cortará el listón, consciente de que sólo un tramo, si acaso, estará concluido.

Está movido por un voluntarismo irracional que lo impulsa, sin freno, hasta el delirio de conceder mayor importancia a sus palabras y al simbolismo onomástico que a las obras prometidas. En la Transformación, Revolución sin violencia, no hay espacio para vacilar o mostrar debilidades, un guía superior, un héroe viviente de la historia no está para reparar en sutilezas de utilidad, gastos, tiempos de entrega. La tarea se termina por que digo yo, como digo yo y cuando digo yo. Todo tiene que ver con la percepción de su vasta clientela electoral. Fantasea con escucharlos: dijo que lo haría y lo hizo, ofreció y cumplió en el tiempo prometido. Quién como él, alegrémonos todos los mexicanos de tener entre nosotros al mejor presidente en la historia del país.

Esa simulación premeditada e infame cumple con otro propósito en su estrategia de consolidar un régimen inspirado en ideologías genocidas reprobadas por la historia; la polarización social. Sabe que sus acciones serán duramente criticadas por los opositores a su régimen demencial y se preparan a repelerlas con descalificaciones al pasado neoliberal; la millonaria barda de Felipe Calderón, la corrupción de Peña y Lozoya, el saqueo de las empresas extranjeras, terminando con el habitual “México ya no es territorio de conquista”, no somos iguales, ellos son los corruptos, los vendepatrias, traidores, saqueadores de los bienes nacionales. Nosotros los honestos, los que rescatamos los bienes nacionales, los nacionalistas que arrebatamos el país a una pandilla oligarca y lo entregamos a los pobres.

Con esos estribillos largamente depurados por los Castro en Cuba, Chávez y su remedo Maduro en Venezuela, el asesino Daniel Ortega en Nicaragua, Evo en Bolivia, los kirshner en Argentina y otros que han ido tomando terreno en Latinoamérica, nuestro populista se abstiene de dar explicaciones por el conjunto de políticas caóticas de acelerada devastación nacional: desde el primer año de su gobierno aumentó el número de pobres, el sistema de salud colapsó, la educación básica quedó ideologizada y la superior entró en una espiral decadente, la violencia llegó a su peor nivel desde la Revolución Mexicana, la libertad amenazada. Nada, absolutamente ningún resultado es favorable en los indicadores del INEGI, contrastado con los gobiernos que condena.

Pero su propósito está logrado, mantiene altos niveles de aceptación, dividió a la sociedad, debilitó a la oposición, su partido sigue ganando elecciones. Vamos requetebién, el pueblo está feliz, feliz, feliz ¿porqué cambiar el método de gobierno si está comprobado históricamente que da resultados, y en México marcha por nota?. Desde su óptica sería una estupidez, negarse a sí mismo, cambiar de rumbo cuando tiene a la vista el objetivo general. Está en el camino correcto: ¿Le importan los pobres? desde luego por eso quiere ver más y más, ¿prefiere la ignorancia? sin duda y en consecuencia se asegura de expandirla desprestigiando la educación superior, ¿está satisfecho con los criminales? claro, razón por la cual los protege así sobaje al Ejército, son una fuente confiable de votos. No se distrae, quiere levantar un régimen apalancado en una sociedad sin aspiraciones donde sus integrantes estén conformes con un par de zapatos, un techo de paja y tres comidas diarias, su «ya tenemos eso, para qué más”. Es su visión idealizada de un estado progresista.

El 21 de marzo pasado fue día del Aeropuerto. Se generó una gran polémica nacional sobre el cancelado, la eficiencia del actual y la falta de infraestructura con miles de memes saturando las redes. El viernes llegó el tuno de la Refinería y otra vez nos partimos en dos sobre el sobreprecio, la utilidad según el tiempo esperado para los autos eléctricos, los contratos de asignación directa y un largo etcétera. En año y medio, casi arrancando las elecciones, será el momento del Tren y entonces debatiremos ferozmente sobre su viabilidad financiera, el atentado ecológico, las expropiaciones ilegales. Entonces como ayer y hoy, él contribuirá alentando la discusión irracional, ideologizada.

Ahí nos quiere tener, confrontados. Lo mismo giran en su entorno los que profesan lealtad ciega que los detractores más radicales y López Obrador, contumaz y burlón, estará satisfecho de ver como la estrategia centenaria sigue dando resultados. ¿Qué podría salir mal para el 2024? Convencido de tener al país en un puño, está seguro que nada. Paradójicamente la esperanza está en su misma estrategia; los mexicanos libres reaccionarán con independencia de partidos para evitar el colapso del país, agrupando su voto contra las políticas destructivas que impulsa pensando en pasar a la historia. Lo que no ha podido lograr la oposición, lo está logrando él; unir a la sociedad. Lo he dicho antes, por la sociedad apuesto, en los mexicanos libres creo.

Rompeolas

Javier Corral está pidiendo a gritos que un espacio exclusivo en San Guillermo, preferentemente con vista a la celda del odiado César Duarte. Le darán gusto, el juicio político va. 

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