Mexicanos asustados inundan consulados

Los Ángeles— Primero, fueron las llamadas de personas ansiosas, inmediatamente tras la elección de Trump. Después, la gente comenzó a formarse desde la madrugada y a atiborrar la sala de espera del consulado de México en esta ciudad.

Eran mexicanos que venían a renovar pasaportes que no habían usado en más de una década. Desesperados, interrogaban a los abogados sobre qué podían hacer que pudiera ayudar a sus posibilidades de quedarse.

Tramitaban la ciudadanía mexicana para sus hijos, en caso de que fueran deportados y la familia entera tuviera que reubicarse.

Cuando el consulado empezó a recibir reportes de que decenas de mexicanos estaban siendo arrestados por agentes migratorios la semana pasada, inmediatamente despacharon a abogados a los centros de detención federales en el centro de Los Ángeles.

Los funcionarios consulares revisaban religiosamente las redes sociales para, en la misma medida, intentar conseguir información y desmentir rumores infundados.

En un caso, ayudaron a un hombre a quien los agentes migratorios habían mandado a la frontera para su deportación a que regresara a Los Ángeles para una audiencia frente a una corte.

Son momentos muy demandantes para los 50 consulados mexicanos en todo Estados Unidos.

Con la promesa de Trump de adoptar una mano dura contra los migrantes que viven de manera ilegal en Estados Unidos y una orden ejecutiva que expandió la definición de personas consideradas prioridad para la deportación, los mexicanos que viven en el país como indocumentados están cada vez más en vilo.

Y los consulados se están movilizando para ayudar. Como representantes del gobierno mexicano, pueden proveer apoyo en cuestiones legales y recursos a las personas y familias que lidian con asuntos migratorios. Alrededor de la mitad de los 11 millones de indocumentados en Estados Unidos son de origen mexicano.

Mientras tanto, la relación entre México y Estados Unidos está en su peor punto en años.

Después de la deportación en Arizona de Guadalupe García de Rayos, de 35 años y madre de dos ciudadanos estadounidenses, el gobierno mexicano advirtió a sus connacionales de una “nueva realidad”.

Urgió a la “comunidad mexicana entera a tomar precauciones” y estar en contacto con el consulado más cercano.

Los funcionarios mexicanos dicen que intentan que las familias que ya viven en Estados Unidos puedan mantenerse unidas.

También hay preocupaciones económicas de por medio: los mexicanos que viven en el extranjero envían más de 25 millones de dólares en remesas a su país de origen y la mayoría de ese dinero viene de Estados Unidos, de acuerdo con el Banco Central de México.

Quizá nadie está tan ocupado actualmente como Carlos García de Alba, el cónsul general en Los Ángeles, una de las oficinas diplomáticas más grandes del país.

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